La casa de Bernarda Alba

La casa de Bernarda Alba Imágenes

Los espacios naturales

Varias imágenes de la naturaleza aparecen en la obra asociadas a la idea de libertad: en la orilla del mar y en el campo las personas parecen vivir libres de restricciones. Además, estos lugares se asocian al amor y, en ocaciones, a la fertilidad.

Así, por ejemplo, María Josefa anhela ir a la orilla del mar. Así lo expresa al final de primer acto: "Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres" (72); "¡Quiero irme de aquí! ¡Bernarda! ¡A casarme a la orilla del mar, a la orilla del mar!" (72). La orilla del mar vuelve a aparecer en la canción infantil que este mismo personaje le canta a su oveja/niño en el último acto: "Ovejita, niño mío, / vámonos a la orilla del mar" (103).

El campo, por otro lado, se presenta como un espacio opuesto al interior de la casa. Es un sitio alegre: "No hay alegría como la de los campos en esta época" (81), lo mismo que las personas que allí trabajan: "¡Alegres!" (81), "Traen unos cantos preciosos" (82), "¡Y no les importa el calor!" (82). Al contrario de lo que sucede en el campo, el calor es abrumador para las mujeres de la casa: "Cae el sol como plomo" (57), se queja una de las mujeres en el primer acto. Adela, por su parte, desea con ímpetu poder salir a los campos: "¡Ay, quién pudiera salir también a los campos!" (81). Y sobre la actividad en los campos comenta: "Me gustaría segar para ir y venir. Así se olvida lo que nos muerde" (82). (Sobre esta frase, ver en esta guía la sección "Citas"). También María Josefa expresa su intención de ir al campo, o a casas "abiertas": "¿Me acompañarás tú a salir del campo? Yo quiero campo. Yo quiero casas, pero casas abiertas" (105).

En conclusión, son frecuentes las imágenes de la naturaleza y de sus espacios abiertos en los discursos de los personajes, quienes asocian estos lugares con instancias de libertad y felicidad. Estas imágenes se oponen a la escenografía en la que tienen lugar los hechos, caracterizada por el sofoco, el encierro, la represión, la falta de vitalidad y, en última instancia, por la muerte.

Los animales

Los animales tienen una gran cantidad de significados. Las imágenes del mundo animal van construyendo, en la obra, un universo simbólico que sirve para describir a los personajes.

Por un lado, La Poncia se compara con una perra: "Pero yo soy buena perra; ladro cuando me lo dice y muerdo los talones de los que piden limosna cuando ella me azuza" (53). Quiere decir que es obediente con su ama.

El caballo garañón representa a Pepe el Romano. Con su impetuoso deseo sexual golpea las paredes de la casa, es decir, simbólicamente, hace temblar la solidez del compartamiento moral que exige Bernarda. De la misma manera que Pepe, el caballo semental nunca aparece en escena, pero su presencia es ineludible. En la noche del último acto, la descripción del caballo garañón evoca la presencia de Pepe en el corral donde estuvo Adela. Ella manifiesta indirectamente su admiración por él, haciendo referencia al caballo: "El caballo garañón estaba en el centro del corral. ¡Blanco! Doble de grande, llenando todo lo oscuro" (99). La apariencia antinatural que presenta la descripción del animal lo hace ver como algo monstruoso. A propósito de eso, Amelia comenta: "Es verdad. Daba miedo" (ídem). La descripción del caballo permite ver la magnitud del deseo que siente Adela por Pepe.

También a Pepe el Romano se lo describe como león: "Él dominará toda esta casa. Ahí fuera está, respirando como si fuera un león" (109). De esta manera, la imagen se asocia con la grandeza de aquel hombre y el poder que ejerce sobre las mujeres de la casa.

Adela, por su parte, en un diálogo con La Poncia, se compara con una liebre: "¡Soy más lista que tú! Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos". Así, la imagen evoca su astucia y la agilidad con que puede huir de las amenazas de la criada. La liebre también es símbolo de inclinaciones pecaminosas, según Höljö (35).

Los animales constituyen un imaginario con el que se representan el comportamiento y las actitudes humanas. Son empleados con frecuencia en esta obra para establecer comparaciones, metáforas y símbolos que sintetizan ideas sobre los personajes.

Por último, el ladrido de los perros es comúnmente asociado a un mal augurio. En el tercer acto, ese sonido se escucha con insistencia: "Están ladrando los perros" (102); "Los perros están como locos." (ídem). Así, este elemento funciona como presagio del final desastroso.

La limpieza

La limpieza se asocia a la idea de pureza inmaculada, a la decencia, a la reputación intachable, que es el objetivo final de la vigilancia de Bernarda (1971:29). Ella es obsesiva en este punto. Las sirvientas limpian laboriosamente la casa en el primer acto, el día del duelo, para mantenerla impecable:

La Poncia: (...) ¡Limpia, limpia ese vidriado!

Criada: Sangre en las manos tengo de fregarlo todo.

La Poncia: Ella, la más aseada; ella, la más decente; ella, la más alta.

Por otro lado, el estado inmaculado de la casa de Bernarda puede relacionarse también con la esterilidad, es decir, con la incapacidad de procrearse de las mujeres de la casa.

Además, la limpieza se asocia universalmente a la blancura, y acá puede verse nuevamente un vínculo estrecho con el nombre "Alba", como se señaló más arriba. Así, la blancura y la limpieza funcionan como imágenes asociadas al honor de la familia. Bernarda cuida de la limpieza de la casa como cuida los mandatos que deben ser respetados. Las buenas apariencias que procura preservar conciernen tanto a la limpieza como a las conductas decorosas que se esfuerza por demostrar ante la mirada de los otros.

El cosmos y los fenómenos climáticos

Las imágenes relacionadas con el cielo y los fenómenos climáticos funcionan en esta obra como elementos que presagian un destino trágico. El "nublo negro de tormenta" (74) que menciona Magdalena al comienzo del Acto 2 cumple una función premonitoria y se puede interpretar como un augurio siniestro. Además, las nubes que se acumulan sobre la casa representan los pensamientos atormentados, las pasiones reprimidas, la rivalidad y la sospecha que envuelven a las hermanas.

Por otro lado, la oscuridad del cielo en el Acto 3 funciona como un vaticinio del desastroso final, y ayuda a intensificar el clima dramático.

Por otra parte, las estrellas estuvieron asociadas durante mucho tiempo a la predicción del destino humano. A propósito de ellas, Adela observa que son "como puños", esto quiere decir que son grandes, pero también denota una naturaleza hostil y vengativa. Martirio, por su parte, responde a esta observación diciendo: "Ésta se puso a mirarlas de modo que se iba a tronchar el cuello" (99), de manera que profetiza su muerte por ahorcamiento.

La tormenta es un fenómeno climático que se asocia a una situación problemática. Por eso Bernarda utiliza esta imagen para describir la situación conflictiva que han generado sus hijas: "Yo veía la tormenta venir, pero no creía que estallara tan pronto" (87).

El calor es otro fenómeno climático muy presente en esta obra. Genera un clima opresivo, de sofocación y hostigamiento, acorde con los sentimientos de las mujeres de la casa, y también de las mujeres del pueblo en general. Está vinculado con la represión que pesa sobre sus vidas. Al principio de la obra, dos de las mujeres que asisten a la casa de Bernarda hablan sobre este fenómeno: "Mujer 3: Cae el sol como plomo. Mujer 1: Hace años no he conocido calor igual" (57). Más adelante, al comienzo del Acto 2, las hijas de Bernarda comentan que el calor que hacía durante la madrugada les ha impedido dormir. La Poncia lo enfatiza con una imagen hiperbólica: "Salía fuego de la tierra" (74).

En consecuencia, el viento fresco funciona en esta obra en el sentido contrario. Es una imagen de libertad y, por eso, a las hijas de Bernarda les está vedado. Observamos que cuando Bernarda les impone respetar el luto, lo hace diciendo: "En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle" (60). El viento también es un símbolo erótico (Ver en esta guía la sección "Símbolos, alegorías y motivos"). Este sentido está implícito en la frase de Adela, la noche en que tiene su último encuentro con Pepe el Romano: "Me gustaría quedarme hasta muy tarde para disfrutar el fresco del campo" (100).

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