-
1
Describe la moral del pueblo donde se sitúa la obra.
Las personas del pueblo están siempre al asecho de los secretos ajenos y de las cosas que se rumorean. Sus habladurías son una amenaza permanente que recae sobre Bernarda y sus hijas. La decencia del pueblo está puesta en duda por Adela cuando se identifica con una víctima perseguida "por los que dicen que son decentes" (107). Por otro lado, la moral de las personas del pueblo es ambigua. Por un lado, reprimen y castigan a las mujeres que expresan su sexualidad; por otro, aprueban las conductas sexuales de los hombres y permiten que actúen con libertad. Es decir, los actos de los hombres no son juzgados con el mismo criterio que los de las mujeres.
-
2
Analiza cómo se desarrolla en la obra la dicotomía entre el autoritarismo y la libertad.
Bernarda es una mujer autoritaria que impone sobre sus hijas severas restricciones. La falta de libertad desencadena conflictos entre ellas: envidia, celos, deseos sexuales irreprimibles y rivalidad. Por otro lado, Bernarda también está presa de la moral del pueblo en el que vive. Ella no es libre de actuar, porque sus acciones están condicionadas por el qué dirán. El esfuerzo por conservar su reputación y las buenas apariencias la lleva a someter a sus hijas a unas normas de conducta poco realistas.
La idea de libertad, por su parte, está asociada a los espacios abiertos, como el campo y el mar, en oposición al espacio herméticamente cerrado de la casa. Los personajes María Josefa y Adela, fuertemente reprimidas por Bernarda, sueñan con habitar esos espacios, donde creen que se sentirían más libres. Adela anhela salir a los campos: "¡Ay, quien pudiera salir también a los campos!" (81), pues cree que allí, con el trajín de la actividad rural, se olvidaría de los pensamientos que la perturban en el encierro. Por su parte, María Josefa expresa sus deseos de libertad diciendo en dos oportunidades que quiere ir a la orilla del mar. Este personaje es el único que expresa abiertamente su deseo de salir del encierro.
No es casual que María Josefa y Adela sean quienes logran ir más allá de la autoridad de Bernarda. Mientras la primera se escapa en dos ocasiones del lugar en donde Bernarda la mantiene encerrada, Adela desobedece tanto al luto que su madre impone como a sus estrictas normas de conducta sexual.
-
3
Explica por qué la obra puede leerse como una denuncia social y política.
Lorca se propuso hacer con su obra un documental fotográfico, donde retratar las costumbres y los conflictos de un pueblo tradicional. En ella caracteriza a los pueblos rurales del sur España a comienzos del siglo XX, mostrando su tradicionalismo, su violencia, su moral ambigua y las injustias que recaen sobre las mujeres. El subtítulo de esta pieza es precisamente "Drama de mujeres en los pueblos de España".
Por otra parte, la situación de represión en la que viven las mujeres de la casa puede leerse como una alegoría del contexto social y político de España en aquel entonces. Lorca concluye su obra en junio de 1936, un mes antes de que estalle la Guerra Civil. El clima represivo y autoritario que consigue plasmar en la obra es un reflejo de los conflictos políticos que vive su país. Además, Lorca es muy consciente del problema del hambre que padece la clase social baja. En la primera escena de la obra puede verse una crítica a esta situación, en el diálogo entre las criadas, y más tarde en la discusión entre la criada y la mendiga.
-
4
Caracteriza a Maria Josefa y explica la importancia de su papel en la obra.
El nombre "María Josefa" posee una connotación religiosa: alude a los nombres "María" y "José", los padres de Jesucristo. Además, “María” significa “estrella de mar”, lo que es significativo, puesto que el personaje manifiesta constantemente sus deseos de irse a la orilla del mar.
María Josefa es fuerte y se dice que tiene los “dedos como cinco ganzúas” (52). Está encerrada por órdenes de Bernarda, porque ella teme que sus vecinos vean el estado de la anciana, o que esta hable y les revele información. Sin embargo, María Josefa es habilidosa para escapar. Sus palabras dicen verdades. Predice que las hijas no van a casarse: “Nada de lo que tengo quiero que sea para vosotras (…) porque ninguna de vosotras se va a casar” (72). Además, dice abiertamente lo que ninguna de las hijas de Bernarda se atreve siquiera a insinuar: “Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón hermoso de la orilla del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres" (72). Así, su papel es importante porque, pese a su locura, o gracias a ella, dice expresamente los deseos latentes de las mujeres de la casa. Acaso es su condición de loca lo que se lo permite.
-
5
¿Cómo se representa en esta obra el tema del amor y la condición de la mujer?
El amor aparece en esta obra, sobre todo, como un instinto natural. Sin embargo, el encierro en la casa produce una distorsión en los sentimientos de las mujeres. Adela ama apasionadamente a Pepe, pero siente ese amor como una fuerza que la arrastra: “Yo no quería. He ido como arrastrada por una maroma” (92). Su deseo es incontrolable y, además, le produce malestar: “Me gustaría segar para ir y venir. Así se olvida lo que nos muerde” (82). En este sentido, podría ponerse en duda si el sentimiento de Adela se trata de amor o de deseo sexual.
Por otra parte, el instinto de este personaje lo enfrenta a la sociedad. Si quiere mantener una relación con Pepe, será víctima de la sentencia social, lo que su madre vería como el peor castigo. Adela, sin embargo, está dispuesta a aceptarla: “me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado” (107).
Esta obra muestra la desigualdad de la que son víctimas las mujeres. Los hombres tienen derecho a expresar su sexualidad libremente y no son juzgados por ello, aun si las relaciones son ilegítimas. Las mujeres, por su parte, deben abstenerse, pues sus conductas son severamente castigadas. Así, la hija de la Librada ha matado a su hijo por la vergüenza de haberlo tenido de manera extramatrimonial. Pero el matrimonio tampoco presenta una situación más alentadora para la mujer, como dice La Poncia: “A vosotras, que sois solteras, os conviene saber de todos modos que el hombre a los quince días de boda deja la cama por la mesa, y luego la mesa por la tabernilla. Y la que no se conforma se pudre llorando en un rincón” (76).