Resumen:
Para estar a salvo de los bandidos y de Tío Luis, Esperanza, Mamá y Hortensia se esconden en un compartimiento secreto en la base de la carreta, mientras Miguel y Alfonso manejan arriba. Deben huir con sigilo en medio de la noche, lo que le impide a Esperanza despedirse de su amiga Marisol.
Esperanza se siente sofocada y entra en pánico a causa del poco espacio que hay en el escondite, sumado a la conciencia de que realmente están dejando su hogar y no hay vuelta atrás. Hortensia le recuerda otra ocasión en la que supo esconderse sin sentir miedo, y logra calmarla. En aquel entonces, un grupo de bandidos había entrado a la fuerza a la casa de El Rancho de las Rosas con intenciones de robar todas las piezas de plata de la familia. Miguel les advirtió a Esperanza y Hortensia justo a tiempo, y los tres se escondieron debajo de una cama. Esperanza hizo un poco de ruido sin querer, pero Miguel logró distraer astutamente a los bandidos liberando un ratón de campo que tenía atrapado en su bolsillo. Aunque su intención era asustar a Esperanza con el ratón, terminó sorprendiendo a los ladrones, que se marcharon enseguida.
Esperanza recuerda que Papá felicitó a Miguel por su rápida reacción, y lo invitó a viajar en tren como premio. Partieron desde Zacatecas, la misma estación a la cual se dirige la carreta en ese instante. Esperanza recuerda vívidamente el tren de primera clase y su elegante vestido. Pero esa vida se esfumó. La noticia de que esta vez viajarán en el vagón económico la deja estupefacta.
El vagón en el que viajarán está lleno de campesinos. Esperanza se sobresalta cuando una niñita pequeña y sucia intenta jugar con la muñeca que Papá le regaló para su cumpleaños. La confusión continúa cuando Mamá regaña a Esperanza por ser irrespetuosa, y teje una nueva muñeca para la niña con el hilo que le queda.
Esperanza se percata de un extraño paquete de lienzo al que Alfonso y Miguel prestan mucha atención. Cada vez que el tren se detiene, ellos se bajan y buscan algún caño para mojar el contenido del paquete. Ella intenta ver de qué se trata, pero todos se niegan a mostrarle; prefieren que lo descubra una vez que el tren llegue a destino. Miguel no para de hablar de trenes, lo que distrae y molesta a Esperanza. Cada vez que él menciona a Papá, ella se llena de tristeza.
Luego de algunos días, una mujer llamada Carmen le ofrece dulces a Esperanza. Carmen y Mamá se hacen amigas rápidamente y pasan el tiempo contándose sus historias de vida. Mamá le explica la situación de la familia a esta mujer desconocida, lo que le resulta inapropiado a la joven Esperanza. Cuando Carmen llega a su destino intercambia dos de sus gallinas por tres carpetas para mesa que Mamá tejió durante el viaje. Esperanza observa cómo Carmen se baja del tren y le da un poco de dinero a una mendiga. Miguel pasa a explicarle que las personas humildes deben cuidarse entre sí, ya que siempre serán ignoradas por los ricos. También señala que las personas pudientes de México suelen tener la piel clara por su ascendencia española, algo que Esperanza, avergonzada, nunca había notado.
Análisis:
En este capítulo, la juventud y falta de experiencia de Esperanza entran en conflicto con su difícil circunstancia. La novela está narrada desde la perspectiva de Esperanza, y esto hace que la narrativa se sumerja en la confusión que ella siente al no poder adaptarse al mundo que la rodea. Durante el viaje en tren, Esperanza no quiere compartir su muñeca con una niña pobre. Es tan egoísta que se cree con el derecho de negarle el pedido a la niñita. Sorpresivamente, Mamá le llama la atención por esta conducta, y aprovecha la oportunidad para recordarle a su hija que sus vidas han cambiado, y que deben empezar a comportarse de otra manera.
Mamá le muestra a Esperanza distintas maneras de adaptarse a su nuevo contexto por medio de sus palabras y acciones. Cuando conversa con Carmen, una mujer perteneciente a una clase social más baja que ella, su trato es tan respetuoso como el que tendría con cualquier otra persona de un estatus social más elevado. Cuando Esperanza ve a Carmen dándole dinero a la mendiga de la estación, comprende que ser adinerado no es requisito para ser generoso. Miguel incluso le explica a Esperanza que los pobres deben depender los unos de los otros, porque los ricos sólo se tienen en cuenta a sí mismos.
Las expectativas que se tienen de las diversas clases sociales se vuelven más claras en este capítulo, y aparece por primera vez el concepto de divisiones de raza dentro de los estratos sociales. Miguel señala que, en México, la gente adinerada suele tener la piel más clara que los más pobres, ya que descienden de conquistadores españoles. Esperanza, que hasta este punto siempre ignoró los conflictos sociales, comprende que Miguel está en lo cierto. Nunca antes había notado esta distinción.
Estas divisiones que rigen las jerarquías sociales en México son resultado de un sistema inaugurado por los conquistadores españoles en la época de las colonias. En aquel entonces, las personas pertenecientes a un linaje europeo eran quienes ascendían socialmente, mientras que las poblaciones indígenas y sus herederos eran automáticamente relegadas a los estratos sociales más bajos. La jerarquía social de los distintos grupos raciales y étnicos en México es de gran complejidad, y podría decirse que la mayoría de los mexicanos están ubicados en el medio de estas mixturas, por lo que se los conoce como “mestizos”.