Resumen:
La llegada de la primavera es la señal de comienzo de la temporada de cosecha de espárragos, pero este año también significa el resurgimiento de la huelga, tal como Marta había predicho. Por todo el campamento hay gente con letreros incitando a todos los trabajadores a formar parte de la huelga. Esperanza se encuentra nuevamente trabajando junto a Hortensia y Josefina, en esta ocasión empacando espárragos. Cuando llegan a la zona de los cobertizos se encuentran con un grupo de mujeres que las abuchean y apedrean. Esperanza reconoce a Marta entre las huelguistas.
La zona de trabajo pasa a estar vigilada por guardias que protegen a los trabajadores con tal de llevar a cabo la cosecha en tiempo y forma. Esa misma noche, Alfonso y Miguel comentan que vivieron una situación similar en los campos: guardas encargados de proteger a los trabajadores de los huelguistas. Mientras tanto, la familia entera muestra su preocupación frente a la llegada de nuevos inmigrantes: los trabajadores que no se adhieren a la huelga han acordado recolectar algodón por el bajísimo salario de cinco centavos la libra.
Un día, mientras empaqueta espárragos, Esperanza advierte que los huelguistas han detenido sus gritos. Josefina ve un grupo de vehículos provenientes de la oficina de inmigración. Su objetivo es capturar a los huelguistas y deportarlos, como castigo por interrumpir el trabajo de los cosecheros y empacadores. Esperanza y su familia se encuentran a salvo gracias a que nunca dejaron de trabajar, pero ella se estremece ante el simple pensamiento de ser enviada a México sola y alejada de Mamá.
Al volver a casa, Hortensia se muestra aliviada por la finalización de la huelga, pero Miguel asegura que pronto habrá un nuevo levantamiento, más poderoso y mejor organizado. Esperanza se acuerda de Marta, preguntándose si habrá logrado escapar de los oficiales de migraciones.
Esperanza y Miguel regresan al campo al día siguiente. Los oficiales han vaciado completamente el terreno, no queda nadie en vista. Esperanza desea que Marta esté a salvo con su madre, y logra distinguir a la distancia los restos de la piñata que les había regalado a los niños flotando en el aire, ya con su interior destruido.
Análisis:
Este capítulo está plagado de incertidumbre y presentimientos. No termina de quedar claro si la huelga llega a su fin o no, ya que Miguel predice el retorno de los huelguistas. Como si fuera poco, Esperanza se encuentra en una situación muy comprometedora al descubrir el escondite de Marta. Esperanza viene acumulando resentimiento para con Marta, y siempre accionó buscando los resultados más favorables para su familia. Pero cuando Esperanza decide ayudar a Marta pone también en riesgo su propia seguridad, lo que denota su gran maduración como persona.
Esperanza cruza un umbral en el momento en que decide ayudar a Marta: pone en evidencia su aprendizaje demostrando empatía inclusive por personas diferentes a ella, algo que le resultaba imposible al comienzo del libro. Aunque ella y Marta están paradas en lados opuestos en cuanto a la huelga, Esperanza reconoce en su anterior rival un rasgo que las une: la responsabilidad por el cuidado de sus madres.
Esperanza es consciente de la contradicción que presenta la idea de trabajar mientras los huelguistas protestan por mejores condiciones de vida para sus compatriotas, pero al mismo tiempo sabe que si quiere reunir a su familia debe permanecer en una posición segura. Esperanza se pregunta, como en su primer encuentro con Marta, si los huelguistas entenderían su posición si se las pudiera explicar en detalle. Pero ella es lo suficientemente receptiva como para entender que los huelguistas no están interesados en las explicaciones de una niña sino en el reclutamiento de gente que le dé más peso a sus reclamos.
Así como cada temporada trae nuevos trabajos para Esperanza y su círculo, también trae consigo nuevos y variados desafíos. Muñoz Ryan le da unidad a la novela titulando sus capítulos con el nombre del vegetal o la fruta más significativa en cada período particular de la vida de Esperanza.
