Ambientada en el siglo XVI, la historia comienza con Bernardo y su esposa Catalina, que intentan sin éxito concebir un hijo para heredar su fortuna. Finalmente, consiguen quedarse embarazados después de muchos años, pero la esposa muere al dar a luz a su hijo Cipriano. Bernardo culpa a su hijo de la muerte de su esposa y por ello rechaza y odia a Cipriano. Contrata a una joven enfermera llamada Minervina, que ha perdido a su bebé, para que cuide de Cipriano y lo amamante. El padre se va distanciando de su hijo, ya que al joven Cipriano también le desagrada la presencia de su progenitor. Mientras tanto, Minervina le enseña al niño la educación y la religión para allanar su futuro. Debido al odio y la frialdad hacia su hijo, el padre envía a Cipriano a un orfanato como castigo.
En el internado, Cipriano se enfrenta a malos tratos que hacen muy difícil su estancia en los albergues. Sin embargo, adquiere muchos conocimientos sobre la religión al conocer a los protestantes que estaban en contra del catolicismo. Durante la epidemia, se ofrece como voluntario para ayudar a los enfermos de Castilla y, desgraciadamente, su padre muere de la peste.
Tras la muerte de su padre, Cipriano hereda el negocio familiar e introduce sus ideas en la industria de la confección. En poco tiempo se convierte en un exitoso hombre de negocios y busca formar una familia también. Se enamora de la hija de un empresario y acaban casándose. Cuando intentan concebir un hijo, encuentran obstáculos similares a los de sus padres, que tuvieron problemas para quedarse embarazados. En consecuencia, su mujer se deprime y se vuelve mentalmente inestable por ser incapaz de tener un hijo. Es llevada a una institución mental donde finalmente muere.
Cipriano procede a unirse al movimiento de la Reforma que avanza poco a poco hacia los reductos católicos. Comienza a asistir en secreto a las reuniones de los grupos luteranos mientras estos evitan los esfuerzos de la Inquisición española por capturarlos. Algunos de los reformistas que son capturados y admiten su fe son llevados a juicio y castigados. Mientras que otros miembros optan por abandonar el movimiento de la Reforma, Cipriano sigue abrazando la doctrina. Cuando la Inquisición se vuelve más dura con los herejes, Cipriano es capturado y ejecutado por sus creencias.