A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.
Estos son los famosos versos que dan inicio a la Comedia. "A la mitad del camino de la vida" es una indicación cronológica: alude a la edad del protagonista, Dante, en el momento en que realiza el viaje a través del Infierno, del Purgatorio y del Paraíso. La historia comienza cuando Dante tiene treinta y cinco años, es decir, en 1300.
Estos versos introducen el primer canto del Infierno, que el autor concibe como un prólogo de toda la Comedia. La acción tiene lugar en la tierra, y no, aún, en el reino de los muertos. La "selva oscura" a la que se alude representa la vida pecaminosa, y describe la situación inicial en la que se encuentra el protagonista de la Comedia.
¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente
de quien mana tal río de elocuencia?
-respondí yo con frente avergonzada-.
Oh luz y honor de todos los poetas,
válgame el gran amor y el gran trabajo
que me han hecho estudiar tu gran volumen.
Eres tú mi modelo y mi maestro;
el único eres tú de quien tomé
el bello estilo que me ha dado honra.
Con estas palabras Dante se dirige a Virgilio, después de que lo reconoce. Este personaje es fundamental en la Comedia, puesto que es quien acompaña al protagonista en su recorrido por el Infierno (y, más tarde, en el Purgatorio, como se verá en el segundo libro). Es el guía y maestro de Dante y, además, un símbolo de sabiduría. Este personaje se inspira en el gran poeta romano Publio Virgilio Marón (70 a. C. - 19 a. C.), el autor de la Eneida, las Églogas y las Geórgicas. En la Edad Media, además de considerarlo una fuente de sabiduría, se le atribuía a este autor virtudes proféticas. El personaje Dante, en esta oportunidad, manifiesta su admiración por el poeta, al que considera su modelo y maestro en la poesía.
Por lo que, por tu bien, pienso y decido
que vengas tras de mí, y seré tu guía,
y he de llevarte por lugar eterno,
donde oirás el aullar desesperado,
verás, dolientes, las antiguas sombras,
gritando todas la segunda muerte (...).
Hacia el final del primer canto, Virgilio le ofrece a Dante ser su guía en el descenso infernal, "el lugar eterno donde oirás el aullar desesperado". Así se presenta el viaje que va a emprender el peregrino a continuación, acompañado por su guía, Virgilio, el cual ocupará todos los restantes cantos del Infierno.
más digna que la mía allí hay un alma:
te dejaré con ella cuando marche (...).
Esta es la primera alusión a Beatriz, la mujer amada por Dante, y quien asumirá como guía del poeta en el Paraíso (cuando Virgilio se marche, en el tercer libro de la Comedia, el Paraíso). En el siguiente canto del Infierno (Canto II), Virgilio le explicará a Dante que fue ella quien descendió del Paraíso hasta el Limbo, donde él se encontraba, para pedirle que ayude a Dante, que se encontraba extraviado.
Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar;
vengo del sitio al que volver deseo;
amor me mueve, amor me lleva a hablarte.
En el Canto II, cuando Dante teme que el camino que va a emprender "sea una locura" (v. 34), Virgilio lo anima a continuar, explicándole el motivo que lo condujo a acercarse en su auxilio. Así, explica que Beatriz descendió del Paraíso, y le pidió que socorriera a su amigo. En este pasaje, leemos las palabras que Beatriz le dirige a Virgilio, en donde afirma que el amor la motiva a hablarle. Luego de escuchar el relato de Virgilio, Dante se colma de valor y decide comenzar el viaje.
Dejad, los que aquí entráis, toda esperanza.
Este es un verso célebre de la Comedia. La inscripción está dirigida directamente a quienes atraviesan la puerta del Infierno, y en ella se alude a la condición que une a todos los condenados que se encuentran allí: su falta de esperanza en la salvación.
(...) Tras de largas disensiones
ha de haber sangre, y el bando salvaje
echará al otro con grandes ofensas;después será preciso que éste caiga
y el otro ascienda, luego de tres soles (...).
Ciacco, el primer florentino que Dante encuentra en el Infierno, profetiza las victorias y derrotas de las dos facciones que se disputan el poder en Florencia (los güelfos divididos en blancos y negros). El “bando salvaje”, el de los blancos, dirigido por la familia Cerchi, en efecto expulsará a al bando negro en 1301 y, luego este, en 1302, expulsará a los blancos.
(...) Vuestra avaricia daña al mundo,
hundiendo al bueno y ensalzando al malo.
Dante le dirige estas palabras al Papa Nicolás III, confinado en el tercer valle del octavo círculo infernal, donde se hallan muchos Papas condenados por haber comerciado con bienes espirituales. Aquí Dante lanza una fuerte invectiva contra los Papas simoniacos y alude, como en numerosos cantos del Infierno, a la corrupción eclesiástica. Su indignación recae especialmente sobre aquellos que, por satisfacer intereses económicos privados, están dispuestos a perjudicar el bienestar social, y pone de manifiesto que los Papas corruptos son unos de los principales responsables de la degradación moral de la sociedad.
¡Goza, Florencia, ya que eres tan grande,
que por mar y por tierra bate alas,
y en el infierno se expande tu nombre!
Dante elogia, sarcásticamente, la fama universal que adquiere Florencia en el Infierno, por la abundante cantidad de condenados provenientes de esta ciudad que se encuentran allí. De esta manera, el poeta denuncia la corrupción de su ciudad natal.
(...) subimos, él primero y yo después,
hasta que nos dejó mirar el cielo
un agujero, por el cual salimos
a contemplar de nuevo las estrellas.
Después de un prolongado periodo de angustia recorriendo el Infierno, los poetas finalmente salen a un espacio abierto y natural, que otorga una sensación de alivio. De esta manera, los personajes se preparan para avanzar hacia el Purgatorio, cuyo recorrido tendrá lugar en el segundo cántico.