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Explica y ejemplifica cómo se aplica la lógica del contrappasso en las condenas del Infierno.
El criterio según el cual las almas son condenadas en el Infierno sigue la lógica del contrappasso, que remite a la tradición jurídica medieval. Según esta lógica, las condenas guardan una relación directa, por analogía u oposición, con las faltas por las cuales se castiga a los condenados. Sin excepciones, el contrappasso se aplica en todas las penas del Infierno.
Así lo vemos, por ejemplo, en el primer grupo de condenados. En este caso, las personas que en la vida no defendieron ninguna idea se ven obligadas a correr detrás de un estandarte, mientras son picadas por insectos. Otro ejemplo evidente de la forma en que se aplica esta lógica lo encontramos en el Canto XX: los magos y adivinos, que en vida pretendieron ver el futuro, en el Infierno marchan con la cabezada vuelta hacia atrás.
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¿Qué función desempeña Virgilio en el Infierno? ¿Cómo se caracteriza y en quién se inspira este personaje?
Virgilio es el guía que acompaña al peregrino Dante en su descenso a través del Infierno. La actitud de Virgilio hacia él es paternal y afectuosa: no solo le muestra el camino correcto, sino que también lo anima a seguir, e incluso lo alza si es necesario (como al final del Canto XIX). Además, Virgilio reprende a Dante cuando advierte en él un comportamiento vil. Así sucede, por ejemplo, al final del Canto XXX, cuando el guía amonesta a su discípulo por haberse quedado escuchando la disputa entre dos condenados.
Este personaje se inspira en el gran poeta latino Publio Virgilio Marón (70 a. C. - 19 a. C.), el autor del famoso poema épico la Eneida. Virgilio es un modelo y maestro de poesía para Dante, como afirma el protagonista de su Comedia: “Eres tú mi modelo y mi maestro; / el único eres tú de quien tomé / el bello estilo que me ha dado honra” (vv. 85-87). Además, el protagonista de la Eneida, Eneas, realiza un descenso al Infierno pagano (en el Libro VI), de manera análoga a como lo hace el protagonista dantesco.
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¿Qué simbolizan los tres animales que se le presentan a Dante al comienzo de la obra?
Dante, al inicio del Infierno, se encuentra perdido en una selva oscura. Allí, tres animales impiden que el poeta avance y pueda alcanzar un monte luminoso que divisa a lo lejos. Estos animales representan simbólicamente los obstáculos que le impiden al protagonista alcanzar la salvación. El leopardo, u onza, que es el primer animal que se le presenta al poeta, representa la lujuria; el segundo, el león, simboliza la soberbia; y por último, la loba, representa la codicia. Así, estos vicios pueden ser interpretados tanto como la causa fundamental que le impide al protagonista llevar una vida virtuosa, como la causa principal que corrompe a la humanidad en general.
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Explique en qué días el protagonista realiza el viaje por el Infierno, qué datos brinda el poema para que podamos inferirlo, y qué significado tiene dicha fecha.
Al inicio del Infierno, el protagonista, Dante, afirma que se encuentra “A mitad del camino de la vida” (v. 1). Esto es, según los intérpretes, a los treinta y cinco años, puesto que en el Convivio (un tratado del mismo autor de la Comedia, Dante Alighieri) se sitúa la mitad de la vida en el “trigésimo quinto año” (Convivio, IV, 23, 6-10, pp. 256-257). Por otra parte, esta afirmación se basa en un pasaje bíblico: “Nuestra vida dura apenas setenta años” (Sal. 90, 10). El año del viaje, 1300, coincide con el año en que el autor de la obra tiene treinta y cinco años.
El año 1300 queda establecido también por un pasaje del Infierno, Canto XXI. Cuando el demonio Malacola asegura que el paso que unía el quinto valle con el siguiente se encuentra derruido, afirma: "Ayer, cinco horas más que en esta hora, / mil y doscientos y sesenta y seis / años hizo, que aquí se hundió el camino" (vv. 112-114). Esto alude al temblor que se produjo inmediatamente después de la muerte de Cristo (al que también se alude en el Canto XII). Según se lee en el Convivio (IV, 23, 10), Dante pensaba que Cristo había muerto a los treinta y cuatro años, por lo que, si sumamos estos años a los que menciona Malacola (1266), obtenemos el año del viaje del protagonista: 1300. Este año es significativo para el cristianismo, porque en él se celebró el primer Jubileo, el «Año de Perdón de los pecados», en el que se ofrecía a los cristianos la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria de sus pecados a través de la peregrinación a Roma.
En el mismo pasaje señalado, se nos brinda información que permite situar el viaje del protagonista entre el amanecer del Viernes Santo y el atardecer del Sábado Santo (7 y 8 de abril de 1300). Esto es significativo puesto que, así, el viaje del protagonista por el Infierno coincide con los días en que el cristianismo conmemora la muerte de Cristo.
Por otro lado, de manera igualmente significativa, el protagonista abandona el Infierno el día de Pascua: al cruzar al otro hemisferio, Virgilio señala que son aproximadamente las siete y media de la mañana (Canto XXXIV, v. 96); es, pues, el amanecer del día siguiente. De este modo, el momento en que Dante deja atrás el pecado y el mal (el Infierno), coincide con el día de Pascua, día en el que el cristianismo celebra la resurrección de Cristo, y que representa, por lo tanto, una promesa de salvación.
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Explique de qué manera se ve criticada en el Infierno la institución eclesiástica.
En el Infierno encontramos, en reiteradas ocasiones, críticas dirigidas a los eclesiásticos. Allí se pone de manifiesto que uno de los principales vicios que corrompen la moral de los clérigos es la codicia. Por ejemplo, en el tercer valle del octavo círculo infernal, donde se ubican los simoniacos (personas que realizaron negocios con bienes espirituales, como los sacramentos o los cargos eclesiásticos), se encuentran confinados muchos Papas, entre ellos, Nicolás III, quien, además, presagia la próxima llegada de Bonifacio VIII al mismo recinto. También en el cuarto círculo infernal, donde se castiga a los avaros y a quienes dilapidaron sus bienes, aunque Dante no reconoce a ninguna persona en particular, advierte la presencia de un gran número de hombres de la Iglesia.