Resumen
Un texto publicitario ofrece el nuevo producto que revolucionará el mercado y la estructura misma de la sociedad: Plastisex, la nueva mujer que el hombre ha soñado toda su vida. Se maneja con controles automáticos y está hecha de materiales sintéticos que reproducen y mejoran todas las características de la belleza femenina. La nueva muñeca puede adaptar todas las formas y tamaños que el comprador desee, incluso puede imitarse el aspecto de cualquier mujer del pasado o presente.
Si el comprador lo desea y dispone del dinero, puede personalizar su muñeca con una amplia gama de opciones, como colocarle dientes de diamante u ojos de esmeraldas. Las nuevas mujeres dicen que sí en todos los idiomas conocidos, cantan y se mueven al compás de todos los ritmos de modas. La boca, las fosas nasales y todas las regiones mucosas de Plastisex están hechas con esponjas saturadas con sustancias nutritivas y afrodisíacas, y el depósito craneano se puede llenar con lo que el comprador desee, para que cuando la bese sienta el paraíso seleccionado fluir por su boca.
Las muñecas garantizan un servicio perfecto de 10 años, que es la duración promedio de cualquier esposa. Su peso es el adecuado a su tamaño y están llenas de agua que circula por su cuerpo esponjado. Además, cuentan con un sistema de calefacción que sirve, a la vez, para producir la transpiración del cuerpo y limpiar fácilmente toda la muñeca por medio de este método.
Un armazón de magnesio que simula el esqueleto asegura todos los movimientos y las posiciones de Plastisex. A su vez, el comprador puede regular la energía de la muñeca y adaptarla a sus gustos y necesidades. Además, su cabellera reproduce el pelaje femenino y hasta lo mejora, haciéndolo más bello y agradable al tacto. El aroma de cada muñeca puede ser seleccionado también por el comprador, con lo que todo en la nueva Plastisex, hasta los sonidos y el vestuario, se adapta a sus deseos.
Además, cada Plastisex posee un estuche de cuerpo entero para protegerla de violaciones ejecutadas por terceros, y está provista de un dispositivo que imita la virginidad femenina y que es destruido durante la primera relación sexual que sostenga con el comprador.
La publicidad denuncia también los rumores de algunos clientes neuróticos sobre la muñeca, que indican que algunos modelos quedan embarazados y otros menstrúan. Al respecto, el departamento de investigación está trabajando sobre esos casos. Con respecto al rumor del hombre que murió asfixiado por una de las muñecas, la compañía echa la culpa a un imperdonable descuido del comprador.
Las religiones presentan visiones contradictorias con respecto a la nueva muñeca. Las instituciones más conservadoras apoyan el hábito de la abstinencia, mientras que otras, como los mormones, ya han oficiado el casamiento entre los compradores y sus muñecas. En todos estos casos, los esposos solo han solicitado cambios muy menores en sus muñecas, nada que se pueda comparar a un divorcio de una mujer real.
Por todo ello, Plastisex se convierte en una aliada poderosa en la lucha por la restauración de los valores humanos, pues ayuda a reducir la prostitución y engrandece y dignifica a la mujer, que ahora podrá dedicarse a otras cosas y no a satisfacer el apetito sexual de los hombres.
Análisis
Como su título lo indica, el relato emula el género publicitario y anuncia una mujer artificial, llamada Plastisex. Se trata de una mujer objeto, fabricada en serie con el fin de ofrecer placer sexual a los hombres y toda la obra está dedicada a presentar este robot femenino accesible, fácil de manejar y bello, tal como se desprende las descripciones del narrador.
Si bien todo el relato se comprende, dentro de la obra arreoliana, como una crítica a la sociedad de consumo de la modernidad, el texto no deja de presentar un fuerte carácter misógino, imposible de soslayar en la actualidad, y coloca a la mujer en el sitio de una mercancía diseñada para posesión y disfrute del hombre. Esta posición que le es otorgada a la mujer delata el machismo imperante en la sociedad mexicana de mediados del siglo XX y el del propio Arreola, machismo indiscutible si se analiza el lugar que la mujer ocupa en muchos otros de sus relatos, como en “Una mujer amaestrada”, por mencionar alguno de ellos. Cabe recordar que Juan José Arreola fue denunciado por violación por Elena Poniatowska, reconocida escritora mexicana, quien además expresó, junto a muchas otras mujeres, el maltrato que recibía por parte de Arreola. Así, aquello que intenta ser un abordaje cómico del rol social de la mujer, se presenta a los ojos del lector contemporáneo como un ejercicio brutal del machismo más exacerbado. Desde un análisis ideológico, el cuento es una muestra de un producto de la cultura patriarcal que coloca a la mujer en un rol sumiso y subordinado al hombre. La mujer objeto a la que se refiere Arreola, hecha para complacer al hombre, es un ejemplo exagerado y violento del lugar que el patriarcado le otorga a la mujer.
Los comentarios corrosivos del narrador en relación a la mujer abundan en el relato. Las Plastisex, por ejemplo, “dicen que sí en todos los idiomas vivos y muertos de la Tierra” (p. 71), lo que subraya el rol sumiso de esta mujer objeto. A su vez, “están garantizadas para un servicio perfecto de diez años – duración promedio de cualquier esposa” (p. 71), lo que, una vez más, pone a la mujer en el lugar de un objeto descartable y exacerba el procedimiento de cosificación de la mujer. Como si todo ello fuera poco, el anuncio indica además que cada una de estas mujeres “resulta mucho más económica que una esposa común y corriente. Es inerte o activa, locuaz o silenciosa a voluntad, y se puede guardar en el closet” (p. 74), con lo que se expresa una vez más la transformación de la mujer en un objeto de consumo.
Por supuesto que el texto en ningún momento presenta la perspectiva femenina acerca de la existencia del objeto descrito, más bien es como si las mujeres dejaran de existir, o fueran simplemente reemplazadas por las Plastisex. Lo más cercano que puede encontrar el lector en relación a las consideraciones morales son una serie de reflexiones en torno al valor ético y social de la Plastisex que, todas ellas, profundizan la dimensión misógina, machista y patriarcal del texto: La única lectura que los sociólogos hacen de esta mujer-objeto es alabarla “por haber asestado un duro golpe a la prostitución” (p. 73). Desde esta óptica patriarcal, el trabajo sexual femenino es un elemento negativo y amoral de la sociedad que hay que tratar de erradicar, mientras que es la misma estructura social patriarcal, haciendo gala de una doble moral contundente, la que lo genera y lo alimenta, al tiempo que lo condena. El discurso religioso que dicta su postura sobre la Plastisex también se olvida por completo de la mujer y es un discurso totalmente masculino: “Las iglesias más conservadoras siguen apoyando implacablemente el hábito de la abstinencia, y a lo sumo se limitan a calificar como pecado venial el que se comete en objeto inanimado” (p. 74). En esta declaración, como puede verse, la mujer está ausente del discurso, hecho por hombres y para hombres, colocándolos en el centro del asunto y en los únicos interpelados.
Al final del texto se proclama que la Plastisex resulta una “aliada poderosa en la lucha pro restauración de los valores humanos” (p. 74) porque, “en vez de disminuirla, engrandece y dignifica a la mujer; arrebatándole su papel de instrumento placentero” (p. 74). Este papel de instrumento placentero es justamente el que le otorga la sociedad patriarcal y, de más está decirlo, la lucha por la reivindicación femenina no pasa por otorgarle a la mujer más tiempo al no someterla como objeto del deseo masculino, por lo que el comentario final del texto es de un machismo abrumador que acentúa aún más el rol sexual de la mujer.
Con todos estos ejemplos, queda claro que Arreola arremete y critica a la sociedad de consumo, pero su crítica se detiene en ese punto, y no avanza sobre la posición de la mujer en esa sociedad, sino más bien todo lo contrario: su texto vehiculiza su propia postura misógina y privilegiada dentro de la sociedad patriarcal.