A Roosevelt

A Roosevelt Resumen y Análisis A Roosevelt

Resumen

La voz poética se dirige durante todo el poema a Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos. Su tono es épico, confrontativo y de denuncia. Acusa a Roosevelt, y por extensión a toda la nación estadounidense, de ser ambicioso y despiadado, y de oprimir a Latinoamérica. Resalta en sus palabras el poderío enorme de Estados Unidos, su fuerte influencia en toda la región y su soberbia. Sin embargo, opone a estas cualidades las de América Latina. Exalta su tradición precolombina, sus cualidades sensibles y su heredada tradición española. Finalmente, dice que a pesar de que Estados Unidos todo lo tiene, carece de algo esencial: la presencia de Dios.

Análisis

El poema “A Roosevelt” es de los más célebres de Cantos de vida y esperanza y, además, uno de los más afamados de toda la obra poética de Rubén Darío. En él se plasman algunos de sus motivos, temas y recursos líricos más representativos del autor en términos de estilo.

Este texto establece no solo una defensa de América Latina frente a Estados Unidos, sino también una valoración de lo latinoamericano en sí. Además, la novedad del poemario entero, y de este que nos compete en particular, se encuentra también en la exaltación del hispanismo que inaugura la poesía cívica de Rubén Darío. El hispanismo en Darío no es otra cosa que el reconocimiento de la tradición española en la propia cultura. Este gesto no invalida en absoluto la búsqueda poética de Darío de la identidad cultural de América Latina, es decir, su americanismo ya reconocido y celebrado, sino que lo refuerza. Años después, poetas más jóvenes acusarán a Darío de no desembarazarse o rebelarse con mayor contundencia contra la influencia española, así como de aferrarse a estos vínculos transatlánticos. Sin embargo, es ineludible la dificultad de imaginar el surgimiento de esos poetas de no haber sido antecedidos por los modernistas, que imprimieron por primera vez color local a sus producciones y comenzaron la búsqueda de una identidad propia (para más información, ver sección “El modernismo: surgimiento y características del movimiento fundado por Rubén Darío”).

Como bien dijimos, el poema encarna el tema de la identidad latinoamericana a través de la confrontación y el contaste con el imperialismo estadounidense. Este último se encuentra encarnado en la figura del presidente Roosevelt, a quien el yo poético se dirige en todo momento. Theodore Roosevelt fue presidente de Estados Unidos desde 1901 a 1909, inmediatamente luego de la guerra entre ese país y España en América Latina, que estalló en 1989 y a la que referiremos más adelante. Roosevelt no solo peleó en esta guerra, antes de ser electo presidente, sino que fue el principal reclutador de voluntarios para combatir. El objetivo era la expansión estadounidense en el Caribe, cosa que buscó durante todo su gobierno. Por ejemplo, la base de Guantánamo en Cuba, que hasta nuestros días es ocupada por Estados Unidos, fue emplazada allí por Roosevelt en el año 1903.

Cabe detenernos, entonces, en cómo define la voz lírica a ese opresor del norte: “Primitivo y moderno, sencillo y complicado / (...) soberbio y fuerte ejemplar de tu raza” (vv.4,9). Tras ello, identifica a Roosevelt con su nación de forma directa: “Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor” (v.6). En esta exhaustiva descripción del presidente la voz lírica hace un despliegue de referencias: Roosevelt es un poco Washington, primer presidente estadounidense, pero mucho más Nemrod (volveremos en el siguiente párrafo sobre esta referencia). También se lo asocia a un conquistador como Alejandro Magno, gobernante en simultáneo de Macedonia, Grecia, Persia y Egipto; al igual que a Nabucodonosor, gobernante de Babilonia y conquistador de Judá y Jerusalén. Según la voz poética, Roosevelt se opone a Tolstói, el célebre escritor ruso que abogaba por la paz y la sencillez, y que junta “al culto de Hércules el culto de Mammón” (v.27), la fuerza del semidiós griego, con la ambición desmedida del demonio bíblico asociado con el pecado de la avaricia. Menciona al escritor francés Víctor Hugo, al presidente estadounidense Grant, a Platón, el fílósofo griego, y a Walt Whitman, poeta de Estados Unidos del cual Darío era devoto.

De este modo, las referencias se vuelcan en el poema como una catarata. Tienen un objetivo, y es que no solo hace la voz poética muchas comparaciones alusivas, sino que también establece en ese mismo movimiento su autoridad intelectual: el yo lírico, aunque exalta la tradición precolombina, muestra no desconocer en absoluto los grandes nombres de occidente. Esto es lo que deja ver en estas múltiples y variadas referencias que en parte, sobre todo las redundantes, como Alejandro Magno y Nabucodonosor, cumplen una función meramente acumulativa.

La escena dramática se establece en la primera estrofa, en la que el poeta ve a Roosevelt como una amenaza para “la América ingenua de sangre indígena” (v.7). Luego lo presenta como el “Cazador” (v.2), haciendo referencia a su conocida pasión por la caza, aunque también se trata de una referencia simbólica con respecto a la política imperialista de la nación que representa, la cual sale a la caza de los más débiles. Como mencionamos anteriormente, Roosevelt tiene “algo de Washington” (v.4), pero “cuatro de Nemrod” (Ibid.), es decir que su carácter de tirano autoritario y caprichoso cuadriplica lo que en él hay de presidente ejemplar. Recordemos que Nemrod es el gobernante a quien se le adjudica en el Antiguo Testamento la construcción de la Torre de Babel para llegar a Dios. Por esto mismo, es considerado un símbolo de la ambición desmedida en la cultura occidental.

La política de agresión constante de Estados Unidos hacia América Latina es denunciada a continuación en una serie de versos construidos paralelamente en su métrica:

Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción,
que donde pones la bala
el porvenir pones.
No (vv.15-19).

Como vemos, la actitud es repudiada cobra contundencia con el “No” que cierra esta estrofa y que, aunque completa la métrica octosilábica del último verso y la estrofa en general, se encuentra colocado aparte. Si bien no se trata de un verso monosilábico porque, como bien decimos, hace juego rítmico con la estofa que lo antecede, su separación tiene un gran poder significante desde lo formal estableciendo un límite ante lo repudiado.

Podemos, a partir de esto, detenernos por un momento en la estructura métrica del poema. Los versos de “A Roosevelt” son predominantemente alejandrinos, es decir, tetrasilábicos, aunque también se encuentran, como vimos recién, octosílabos y también decasílabos. A este tipo de combinación de metros diferentes la llamamos verso libre, lo que quiere decir que hay una mixtura entre versos de tradiciones diferentes (el romance octosilábico, el alejandrino tetrasilábico), en contraposición al verso irregular que vendrá con el correr del siglo y que supone el abandono por completo de todo tipo de patrón silábico.

Volviendo a la descripción de Estados Unidos, Darío compone aquí una metáfora que prevalecerá en el inconsciente colectivo latinoamericano hasta nuestros días. Dice en el poema: “Los Estados Unidos son potentes y grandes. / Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor / que pasa por las vértebras enormes de los Andes” (vv.20-22). La idea de la cordillera de los Andes como la gran columna vertebral de un coloso, Latinoamérica, proviene de estos versos. El poderío del gigante del norte se asienta desde el momento en que un estremecimiento representa, para toda la región, un hondo temblor. Este poderío, según la voz lírica, representa una amenaza para las naciones del sur. Esto queda en evidencia cuando se compara la fuerza física de Estados Unidos con la de Hércules, su ambición con la de Mammón, y al resaltar el cinismo de que la antorcha de la libertad se encuentre en Nueva York.

En esta parte surge quizá el tema pregnante del poema, que es el americanismo, es decir, la focalización en la identidad cultural de América Latina, así como su valorización. América hace su aparición para oponerse a lo estadounidense. Ella “vive de luz, de fuego, de perfume, de amor” (v.37); “tiembla de huracanes” (v.43); “ama, y vibra, y es la hija del Sol” (v.45). Esta identidad se sustenta en la tradición precolombina y, también, en la herencia española. Pero, a pesar de que Darío creía en la reconciliación con España a la hora de pensar la identidad latinoamericana, no hay que buscar términos absolutos en el poema.

“A Roosevelt” se escribe a la luz de los años de posguerra en la región: la guerra hispano-estadounidense del año 1898 había empujado a muchos criollos latinoamericanos al “lado español” y a proponer esta reconciliación con la tradición colonial. Entre unos y otros, Darío escogía sin dudas a España. Esto se deja ver en el poema cuando llama a las repúblicas de América “cachorros sueltos del León Español” (v.47). Sin embargo, como bien dijimos antes, el apoyo no es absoluto. Si bien en principio el poeta se enfrenta a Roosevelt aliándose con España, los versos “la América fragante de Cristóbal Colón / la América católica, la América española / la América en que dijo el noble Guatemoc: ‘Yo no estoy en un lecho de rosas’” (vv.39-42) dejan en evidencia que España es señalado en el poema como el anterior invasor de la “América ingenua que tiene sangre indígena” (v.7) a través de la mención de Guatemoc. También conocido como Cuauhtémoc, Guatemoc fue el último gobernante de México-Tenochtitlán. Se dice que la frase 'yo no estoy en un lecho de rosas' fue dirigida por él a un compatriota mientras ambos eran torturados por los conquistadores españoles. Es decir, que luego de hacer mención a Cristóbal Colón, a España y al catolicismo, la voz lírica menciona inmediatamente a Cuauhtémoc, uno de los referentes de la resistencia contra los invasores españoles. De esta forma, a pesar de decir “¡Vive la América española!” (v.46), el poeta no traiciona a su patria al aliarse con España y matiza el apoyo a esta nación imperialista circunscribiendo la reconciliación al ámbito de la lengua, la cultura y la tradición literaria.

Este matiz que mencionamos, esta salvedad a la alianza por conveniencia que mantiene la voz poética con España, se encuentra en las menciones jerarquizadas al Inca (v.38), Moctezuma (v.38), Guatemoc (v.41) y Nezahualcóyotl (v.31). Surge de este modo un tema subsidiario de la identidad latinoamericana que es la valorización de cultura precolombina. Al conocimiento vasto de la cultura occidental dominante, la voz poética agrega la sabiduría autóctona, el conocimiento de las raíces precolombinas y la exaltación de una poesía anterior a la llegada de los españoles. Es decir que los poetas de América Latina deben mucho de lo que han aprendido a la tradición española, pero también tienen su propia tradición literaria en su tierra, que viene de los tiempos de Nezahualcóyotl. Monarca de Tetzcoco, Nezahualcóyotl, el 'coyote ayunador', se desempeñó como poeta y erudito en su región en el siglo XV. Como vemos, la cultura precolombina no solo es un tema propio de este poema, sino que es abordado por Darío en buena parte de su obra. El orgullo por los ancestros indígenas funda una parte importante de la identidad latinoamericana según Darío y es sustento de su diferencia con España.

Cabe, por último, abordar un tema más amplio pero no por ello menos relevante que el resto en este poema. Tiene que ver con la pregunta por el poder de las naciones y cómo este se construye. Contrariamente a la idea que se fue puliendo con el tiempo sobre las civilizaciones precolombinas, Darío compone una imagen de América cargada de ingenuidad y padecimiento pasivo. Según sus versos, América consulta los astros, aprende lenguas, sueña, vibra y, como dijimos, “vive de luz, de fuego, de perfume, de amor” (v.37). Hoy en día hemos podido incorporar a nuestra imagen de América la naturaleza belicosa de muchas de las civilizaciones precolombinas, así como sus rituales sangrientos y su vínculo estrecho con la destrucción y la muerte.

Esta imagen de América de Darío, algo infantilizada y victimizada, propia de principio del siglo XX, fue discutida por los herederos de los poetas modernistas y el antimodernismo años después. Los cambios tuvieron que ver con el hecho de que, si bien la imagen de "buen salvaje" del indígena americano había empujado una reivindicación de su cultura y su territorio, como sucede en la poesía de Darío, es cierto también que muchas veces condujo a una mirada errónea sobre el pasado del continente. El reconocimiento de la naturaleza sangrienta y beligerante de algunas culturas precolombinas no niegan, en la actualidad, la dimensión de la responsabilidad de Europa y Estados Unidos sobre la colonización del territorio, el genocidio y el posterior saqueo que se mantiene bajo otras formas hasta nuestros días.

Volviendo al asunto del poder, cabe señalar que la voz poética muestra a Estados Unidos y, de manera menos explícita, a España, como naciones que construyen su poderío expandiéndose, apropiándose de lo ajeno, aplastando lo diferente e incorporando lo necesario para su expansión. América parece construir poder en el poema de otro modo, es decir, sobre la base del conocimiento de su propia historia y sus raíces, a la alianza por conveniencia con España y, sobre todo, a la afirmación de su propia identidad.

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