Conforme se acerca el final del año escolar, el maestro actúa aún más despiadado, tratando de hacer que los muchachos estudien duro para el día del examen. Los chicos, cansados de sufrir bajo las estrictas normas del maestro, comienzan a planear vengarse de él. Planean algo para la noche del examen, cuando sus padres y otros estén allí para ver. Ellos consiguen que los ayude el chico pintor, porque su familia alquila habitaciones en la casa del maestro. El chico dice que él puede encargarse de la primera parte de la venganza, cuando el maestro esté dormido durante la siesta en casa, sabiendo que por lo general bebe antes de grandes eventos y no sería perturbado.
La noche de los exámenes, los niños hacen sus presentaciones a la audiencia. Éstas incluyen desde oratoria a latín e inclusive concursos de ortografía. Tom tiene que pronunciar el discurso “Dadme la libertad o dadme la muerte", pero se queda atascado a la mitad y se desmorona. Las niñas mayores leen composiciones originales que han escrito cada una de ellas, pero todos ellos parecen sermones, y son tan largos que parece que van a durar por siempre.
"La insinceridad, que saltaba a los ojos, de tales sermones no fue suficiente para desterrar esa moda de las escuelas, y no lo es todavía; y quizá no lo sea mientras el mundo siga en pie". Capítulo 21, pág. 128
Seguimiento del Tema: Religión 6
Después de que se terminan las composiciones, el maestro comienza a dibujar un mapa en el pizarrón para un concurso de geografía, pero él ha bebido tanto que pasa apuros haciéndolo y el público comienza a reír discretamente. El maestro, molesto, sigue dibujando, pero la risa aumenta. Lo que el maestro no sabe es que es un gato es bajado en una cuerda sobre su cabeza. El gato hace algunas piruetas y le arrebata la peluca al maestro, mostrando a toda la clase su cabeza calva, que el chico pintor había pintado de dorado mientras estaba dormido. Los chicos tienen su venganza, y comienzan las vacaciones de verano.