Aburrimiento como motivo
El hastío o aburrimiento constituye en esta novela un motivo central. Su protagonista, Gabriel Guía, así como otros personajes, tales como su prima Laura, se encuentran profundamente atravesados por una sensación de que nada vale la pena. Gabriel es representado como un personaje desorganizado, casi sin reparos morales, que hace una cosa tras otra sin encontrar motivación real o disfrute alguno. De hecho, suele sentirse vacío luego de interactuar con las demás personas y este ánimo se intensifica progresivamente hacia el final de la narración.
Alcohol como motivo
De la mano con el motivo anterior, las bebidas alcohólicas están presentes a lo largo de toda la novela. En cualquier horario del día y en grandes cantidades, Garbiel y sus amistades beben alcohol para evadirse de su realidad. Sobre todo Gabriel, quien bebe prácticamente todos los días, muchas veces apenas se ha levantado de la cama. Si bien suele sentir vértigo y mareos, no deja el consumo de estas bebidas, sino que en todo caso lo acrecienta. Claramente, se le ha convertido en una adicción y no encuentra motivos en su vida cotidiana para liberarse de este mal hábito.
Alegoría de juventud desilusionada
La novela en general y el personaje de Gabriel en particular colocan en escena una alegoría en la que cada elemento de la historia o de los vínculos entre personajes remiten a una generación completamente desilusionada. Tanto con respecto a cuestiones institucionales, como políticas, artísticas o familiares. Pareciera que ningún valor es suficiente para levantar el ánimo de Gabriel. En su creciente cinismo, nada le produce verdadera plenitud y satisfacción. Podríamos pensar que su situación es la de muchos otros jóvenes de su edad, que aún no han terminado la escuela secundaria y que no saben lo que harán de su vida en su propio país.
Cuando Dora intenta despertar a Gabriel de su letanía y lo invita a seguir siempre buscando, él se dice a sí mismo la siguiente frase:
"Es imposible, ya estoy muerto, morido, fallecido; necesito una tumba, con pastito y lápida limpia, qué mierda soy".
Dora como símbolo de la transformación
Dora es compañera de escuela de Gabriel. Ella suele hacerlo enojar en algunas ocasiones, pero siempre terminan como amigos. Si bien en un comienzo ella le sigue un poco los juegos a Gabriel, luego cambia rotundamente. Su familia la envía a estudiar a Viena, Austria. Cuando regresa de visita, Gabriel la encuentra muy distinta, y ella misma asume que ha cambiado. Le dice que ya las cosas no son como antes, que no pueden serlo. Incluso, le dirige a su amigo unas palabras motivadoras para que deje sus hábitos malsanos y se dedique a buscar algo en la vida, lo que sea. Sin embargo, ella sigue con su vida, mientras que él no logra salir del ánimo depresivo o desencantado en el que se encuentra.