“En la siguiente clase, me presenté con las obras completas de Chéjov. Pero, como era natural, el maestro no quiso dar su brazo a torcer y afirmó que debía haberlo plagiado (ahora sí, plagiado) de otro escritor: no me consideraba capaz de escribir un cuento así. Sus palabras hicieron que mi ira se disipase para ceder lugar a la satisfacción. Como elogio había estado complicado, pero a fin de cuentas era un elogio a todo dar”.
El protagonista de la novela en primera persona, llamado Gabriel, concurre aún a la escuela secundaria. A su temprana edad, ya es un muy buen escritor, pero el profesor de literatura no lo sabe y cree que ha plagiado a un escritor famoso y que el cuento que presenta como tarea no es de su propia autoría.
En esta cita podemos conocer un poco más el carácter del protagonista. En lugar de enojarse, lo toma como un cumplido, ya que si sus escritos son confundidos con escritores famosos, eso quiere significar que escribe ya demasiado bien.
"Nos sentamos tras unos arbustos, y bebiendo con rapidez pentatlónica, inquirió: —¿Así vamos a estar? —¿Eh? —¿Qué demonios esperas para besarme? Sintiéndome humillado, respiré profundamente antes de rozar sus labios con suavidad, con timidez. De nuevo soltó su carcajada y me besó con ardor".
Esta cita pertenece al momento en que Gabriel sale con una muchacha llamada Dora, a quien respetará y querrá hasta último momento. En esta ocasión, ella lo presiona para que dé un paso hacia adelante, dejando en evidencia su inexperiencia con las chicas.
"En el tugurio para automóviles me invadió la sensación de vaciedad, desconocida hasta entonces, forzándome a permanecer en completo silencio. Era una curiosa mezcolanza de sensaciones".
En cita con Dora, el narrador protagonista nos da las primeras señales de su hastío particular, es decir de su sensación de aburrimiento hacia la vida en general. Este ánimo perdurará hasta las últimas páginas. A pesar de encontrar satisfacción sexual y hacer prácticamente lo que se le ocurre, Gabriel no logra disfrutar de la existencia humana.
"En la mañana, muy en la mañana, al despertar viendo la espalda desnuda de mi tía, me odié terriblemente y salí de ese cuarto. Los efectos de la embriaguez de la noche anterior, la árida boca, la casa desordenada, mis manos temblorosas, el recuerdo de mi tía, los vasos vacíos, y por último, mi imagen reflejada en el espejo de la sala, se revolvieron en mí, bulleron en mi cerebro haciendo que abandonara la casa para refugiarme en un hotel cercano".
Cuando la tía de Gabriel, mujer de unos treinta y pico de años, va de visita a su casa, estos tienen un encuentro sexual incestuoso, del que luego el protagonista se sentirá asqueado y culpable. Sus padres habían salido esa noche en que habían hecho una fiesta, por lo que con ayuda de la embriaguez provocada por la gran cantidad de alcohol que beben, estos personajes no reprimen su impulso sexual.
"¡Maldita sea!, después de todo, conocí mi figura enfundada en traje de riguroso luto. Esa misma noche, cuando Laura regresaba a su casa, el auto volcó. Tuve que soportar los aspavientos exagerados de los parientes. Laura, con quien había logrado congeniar, abandonaba el campo. Me abandonaba, sollocé con todo mi egoísmo. Este pensamiento, y el ambiente en general, hacían que odiara a todos. Vomité cada vez que oía sandeces acerca de la falta de precaución de los jóvenes".
Gabriel tenía una prima con la que era bastante cómplice en muchos sentidos. Sin embargo, luego de pasar un rato juntos, durante la noche, Laura tiene un accidente automovilístico fatal volviendo sola a su casa. Luego de esa muerte, el ánimo de Gabriel se vuelve aún más taciturno y oscuro.
"Lucha, rompe tu lindo hocico. Siempre pelea por algo, cuate; tarde o temprano sabrás por qué. Pero debes abandonar la vida que llevas. Tienes que buscar para entablar la batalla, ¿oyes?, esto es muy serio, Gabriel, buscar. Detesto parecer moralista, pero ¿qué caso tiene que me beses y que vayamos a la cama y que todo sea igual que antes? Debemos avanzar, no quedarnos estancados, seguir adelante hasta rompernos la cara. Y hay que averiguar la manera de hacerlo. Yo sé qué busco, pero tú debes buscar aún. Maldita sea, escúchame, Gabriel, hay que hacerlo. Entiende, por lo que más quieras, hay que buscar".
Luego de haberse ido a Austria a estudiar, Dora regresa de visita a casa de sus padres. En medio de esa visita, se encuentra con Gabriel y le dedica las peculiares palabras de esta cita. Sabiendo que su amigo se encuentra perdido, bebiendo demasiado y sin una meta en la vida, le sugiere buscar sentido de la forma que sea. Sin embargo, aunque él le promete buscar y alcanzarla, se dice a sí mismo que ya no hay tiempo, que él ya se encuentra muerto en algún sentido.
"Me estoy haciendo el tonto, murmuré con indignación al ver el techo azul. Clic, clic, clic. El ansia suicida me hizo ver las maravillas de la muerte. Sí, me mato. Tomé una hoja de papel para escribir mi propio epitafio. Esto salió:
Porque mi cabeza es un lío
Porque no hago nada
Porque no voy a ningún lado
Porque odio la vida Porque realmente la odio
Porque no la puedo soportar
Porque no tengo amor
Porque no quiero amor
Porque los ruidos están en mí
Porque soy un good ol’ estúpido
Sepan pues que moriré
Adiós adiós a todos
Y sigan mi ejemplo".
Hacia las últimas páginas, cuando el sonido que oye Gabriel dentro de su mente se le vuelve insoportable, decide matarse. Antes de ello, escribe un epitafio dando las razones de su suicidio. La novela concluye y no hay certeza de si lleva a cabo lo que anticipa, aunque todo parece indicar que sí.