El Túnel

El Túnel Resumen y Análisis de los capítulos 1-5

Resumen

Capítulo 1

La novela comienza con la presentación en primera persona de Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne. Asegura que su crimen es recordado por todos. Esta afirmación lo lleva a reflexionar sobre la memoria colectiva y sobre la frase “todo tiempo pasado fue mejor”, aunque para él, el pasado es tan horrible como el presente.

Castel constata que la maldad no necesariamente se halla entre los criminales. Su postura es que si un individuo es pernicioso debería ser eliminado. Se lamenta de no haber hecho esa “buena acción” mientras era libre. Para justificar que el mundo es definitivamente horrible, cuenta que, en un campo de concentración nazi, un ex pianista que se había quejado por el hambre fue obligado a comerse una rata viva.

Capítulo 2

Juan Pablo interpela a sus lectores. Asume que deben estar preguntándose qué fue lo que lo motivó a narrar la historia de su crimen. Él responde que lo hace por vanidad y que eso no lo hace especial, porque todas las personas, incluso las más buenas y generosas, son vanidosas. Para confirmar esto, da el ejemplo de cuando tuvo que viajar dos días enteros sin dormir para ver a su falleciente madre. Nos cuenta que oscuramente sintió un orgullo vanidoso por haber acudido tan pronto.

Después nos dice que quizás lo mueven también el orgullo, la soberbia, y una manía suya de dar explicaciones de todos los actos de su vida. Finalmente, admite que hace esta confesión porque lo anima la débil esperanza de que alguien, aunque sea una sola persona, lo entienda. Nos cuenta que existió antes una persona que lo podría entender. Pero esa es, justamente, la persona a quien asesinó.

Capítulo 3

Castel dice que hará el intento de relatar cómo conoció a María Iribarne, qué relación tuvieron y cómo se decidió a matarla de la forma más imparcial posible. Comienza con su primer encuentro en el año 1946, en el Salón de Primavera, un espacio de exposiciones plásticas. Allí, el pintor presentaba un cuadro de su autoría llamado Maternidad. Esta pintura presentaba en un primer plano a una mujer que miraba jugar a un niño. En el extremo superior izquierdo del cuadro había una ventana en la que se veía una pequeña escena, la de una mujer en una playa solitaria, mirando hacia el mar como a la espera de algo. Esta escena, que sugería una soledad ansiosa y absoluta, era para Juan Pablo la más importante del cuadro.

Nos cuenta que nadie se fijaba en la ventana, con excepción de una sola persona: una joven desconocida que la observaba con detenimiento. Castel se quedó contemplando a la mujer apreciando la escena hasta que esta desapareció entre la multitud. Juan Pablo se desesperó ante la idea de no verla nunca más. Como no volvió a aparecer en la exposición, Juan Pablo cuenta que durante los meses que siguieron solo pensó en cómo podría hacer para encontrarla.

Capítulo 4

Al principio del capítulo Castel nos cuenta que una tarde vio a la mujer por la calle. Pero en vez de relatar el encuentro, se demora en describirnos las diferentes formas en que había imaginado ese momento. Nos cuenta que había pensado en hallarla en otros salones de pintura, pero abandonó esta posibilidad porque él nunca asiste a este tipo de reuniones. Juan Pablo aborrece los grupos de especialistas de todo tipo, detesta su jerga, su arrogancia y su hipocresía. En especial, odia a los críticos, a quienes considera meros charlatanes.

Capítulo 5

En este capítulo, Castel continúa explicando las variantes imaginadas de aquel encuentro. Como descartaba la posibilidad de encontrar a la mujer en una exposición, barajó la opción de que fueran presentados por un amigo en común. No obstante, también deshechó esta alternativa porque le avergonzaba la idea de contactarse con todos sus conocidos para describirles a la mujer y ver si alguno la conocía.

Entonces le quedaba la opción del encuentro azaroso en la calle. Empieza entonces a detallar las diversas maneras en las que pensó que podía confrontarla. Imaginaba todo tipo de aproximaciones, desde la más banal, como la de preguntar dónde quedaba el Correo Central, hasta dirigirse a ella preguntándole directamente sobre la escena de la ventana de su cuadro. Recuerda que alguna de las opciones que pensó eran prácticamente inviables.

Análisis

Estos primeros capítulos la dan al lector una idea de la personalidad de Juan Pablo Castel. Su narración toma la forma de una confesión íntima, como si estuviéramos leyendo su diario personal. Por momentos parece que el relato representa el fluir caótico de sus pensamientos. Esta impresión nos permite suponer que los hechos narrados se verán particularmente afectados por el punto de vista subjetivo del personaje. A pesar de que Castel intenta contar todo con imparcialidad, pronto comprendemos que esta pretensión es ilusoria.

Castel es digresivo, realiza muchas reflexiones que lo hacen “irse por las ramas”. Esta forma de avanzar en el relato afecta la temporalidad narrativa. Aunque los hechos son presentados cronológicamente, cuando Castel se detiene a contarnos lo que piensa sobre diversos temas, la sucesión de los eventos en la historia se ralentiza. De esta manera, la novela se centra más en el acontecer interior del protagonista que en los acontecimientos externos. Es por esto que en la trama se interrumpe el encuentro de Juan Pablo y la mujer, para demorarse en todas las formas posibles en las que el pintor imaginó con anterioridad ese encuentro.

Observamos que Juan Pablo tiene una visión nihilista del mundo. Describe y argumenta con minuciosidad sobre las cosas que aborrece, en particular, aquellos aspectos que más tienen que ver con vivir en sociedad. Acusa en las personas de sentimientos mezquinos como la vanidad y la arrogancia, y a pesar de que dice ser igual al resto, su tono condenatorio lo posiciona en un lugar de superioridad. Esto nos revela la complejidad psicológica del personaje, que encuentra su especial forma de ser en la angustia existencial con la que tiñe su percepción de sí y de su entorno.

Sus reflexiones también nos permiten analizar el modo de razonar de Castel, que tendrá consecuencias determinantes en la trama. Lo que parece lógico para él no lo es necesariamente para el lector. Esto se hace evidente, por ejemplo, cuando descarta un encuentro con la mujer en algún salón de exposiciones, quizás la manera más fácil de dar con ella. Juan Pablo rechaza esta opción por sus despectivos prejuicios, que le impiden asistir a este tipo de eventos, lo que no parece justificativo suficiente para no hacer el intento. De este modo, sus razonamientos parecen atravesados por sentimientos nihilistas, que de algún modo complotan en su contra. Castel se ve obstaculizado por su propia mente, que no lo deja avanzar hacia lo que desea.

Estos primeros capítulos nos revelan uno de los temas esenciales de la novela: la incomunicación. Juan Pablo nos cuenta que el motivo principal de este relato de su crimen es encontrar por lo menos un lector que lo entienda. El personaje abraza una mínima ilusión de comunicación con sus semejantes, aunque su pensamiento destructivo aniquila esta esperanza. Esta contradicción interna se adueña de él en el momento en que conoce a María, la mujer que notó la única escena importante de su cuadro. En ella, Castel deposita su única oportunidad de salvarse de la soledad intrínseca del ser humano. Sin embargo, desde el comienzo del texto sabemos que es él mismo quien elimina esta oportunidad al asesinar a esa única persona que lo podría haber comprendido.

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