El lugar sin límites

El lugar sin límites Resumen y Análisis Capítulo 6

Resumen

En el capítulo empieza la parte retrospectiva en la novela, quebrando la cronología en la que se había desarrollado la historia hasta ahora. En estos capítulos, el salto en el tiempo nos lleva diecinueve años antes del presente del relato. Ese día, hace diecinueve años, el pueblo se está preparado para la fiesta cuyo motivo es la victoria de don Alejo en las elecciones para diputado. La fiesta será en la casa de la Japonesa porque es el centro social del pueblo y, además, ha servido de oficina central durante las campañas: la Japonesa estaba dispuesta a convidar con vino y otros regalos a todo votante que estuviera indeciso.

La primera parte del capítulo está focalizada desde la perspectiva de las mujeres del pueblo, cuyos maridos asistirán a la celebración con su bendición, ya que se trata de una fiesta en honor al patrón. Ellas ven llegar en el tren a las dos hermanas Farías (que tienen fama en la zona por sus canciones), nuevas prostitutas y una travesti. La Japonesa ha mandado a llamar a estas personas desde Talca para agasajar a don Alejo.

Inmediatamente, la Japonesa Grande establece un buen vínculo con la travesti, a quien llaman "Manuela". Ella se dedica a ayudar a la anfitriona con todos los preparativos y muestra buen gusto y entusiasmo.

Al parecer, los esfuerzos para que don Alejo saliera electo fueron compartidos: su mujer, sus amantes, la Japonesa y los hombres a los que obligó y pagó unos pesos por votar lograron su triunfo. Además, el pueblo lleva meses “tapizado” con el retrato del candidato, por lo que la fiesta es un evento extremadamente importante por el cual la regenta está dispuesta a hacer cuanto gasto sea necesario.

Como es lógico, todos asisten a la fiesta: desde el jefe de carabineros al maestro del pueblo, todos quieren ser vistos por don Alejo. Cuando este llega, la Japonesa se aboca a entretenerlo solamente a él, y le presenta a la prostituta que trajo especialmente para él.

Mientras, Manuela está ansiosa por empezar su espectáculo de baile; unos hombres empiezan a insultarla. La Japonesa consigue que don Alejo intervenga y, desde un principio, hay simpatía entre Manuela y el patrón.

A través de las conversaciones entre la Japonesa y Manuela, descubrimos detalles sobre el pasado de las dos. La dueña del prostíbulo ha sido amante de don Alejo, quien le renta ahora la casa por un precio simbólico. Manuela ha viajado haciendo tal o cual trabajo, siempre entreteniendo.

Algunos invitados se acercan a don Alejo a recordarle las distintas promesas que hizo, mientras él bosteza y le propone a Manuela que empiece a bailar.

Análisis

Después de la tensión con la que se cierra el capítulo anterior, en lugar de resolver el conflicto con Pancho Vega, el autor introduce una analepsis en la que conocemos el origen de la relación ente varios personajes. Es así como la retrospección en la novela cumple dos funciones: retarda la resolución del conflicto central y ofrece información relevante para el devenir de los personajes. Además, este es el capítulo en el que se desarrolla en más detalle el costado político del paternalismo. La corrupción requerida en la victoria de las elecciones por parte de don Alejo devela su modo de obrar: a través de fuerza y de regalos es como consigue el apoyo del pueblo. Por otro lado, la cercanía con el pueblo en la celebración pone en manifiesto el populismo que esta forma de poder requiere. Al compartir una fiesta, don Alejo se acerca a los habitantes del pueblo, aunque solo en apariencia, ya que el trato es sumamente desigual.

El pueblo mismo parece más vivo que en el presente del relato. Esto se ve con claridad en la casa de la Japonesa, que es centro social y hasta cívico. A la fiesta que organiza su regenta asisten personas importantes, como el jefe de carabineros. El prostíbulo puede darse el lujo de traer músicos o espectáculos y don Alejo asiste a la fiesta y participa de ella. El clima contrasta con la pobreza y la ruina en la que se encuentra las casa en el presente del relato.

Por otra parte, conocemos aquí a la Japonesa, que hasta el momento solo ha sido mencionada por otros personajes, dado que, en el presente del relato, la mujer ha fallecido. Vemos en ella la misma esperanza que en su hija: desea que el pueblo mejore y participa en las elecciones porque confía en que don Alejo va a traer el progreso.

Además, se nos presentan en este capítulo algunos detalles sobre algunos personajes principales. Por ejemplo, sabemos que la elección de don Alejo no fue del todo limpia, ya que ha obligado a la gente del pueblo a votar llevándolos por la fuerza a las urnas y regalándoles unos pesos después. Las revelaciones más significativas sobre el poder de don Alejo aparecen al principio del capítulo, en el que la narración focaliza el relato desde el punto de vista de las esposas de quienes asistirán a la fiesta. Las mujeres no solo no reprochan a sus maridos que asistan al prostíbulo a festejar, sino que los instan a ser vistos por don Alejo y a traer noticias de lo que fue la noche porque “cualquier cosa que se relacionara con el señor era buena”.

Con respecto a la protagonista de la novela, acá conocemos cómo es que Manuela llegó al pueblo y cómo rápidamente estableció cierta complicidad con don Alejo. Al parecer, es orgullosa y se defiende ante el maltrato. De todas maneras, necesita de la intervención de don Alejo para que todos la dejen tranquila.

El final del capítulo es importante en relación al tema del paternalismo, porque pone en manifiesto la asimetría en las relaciones sociales y políticas cuando una fila de hombres a quienes don Alejo hizo promesas se acercan a recordarle sus intereses, mientras don Alejo bosteza y muestra desinterés.

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