El Aleph

El Aleph Resumen y Análisis "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", "Emma Zunz", "La casa de Asterión"

"Biografía de Tadeo Isidoro Cruz"

Resumen

El cuento empieza con el nacimiento de Tadeo Isidoro Cruz, hijo de Isidora y un hombre que murió en las guerras independentistas. El personaje no es una creación de Borges, ya que se trata de uno de los personajes secundarios de la obra de José Hernández, Martín Fierro. Esta obra es muy importante en el canon literario argentino.

El narrador se dispone a contar solamente lo que sucedió en una noche de la vida de Cruz porque “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es” (p.55).

En una ocasión, Tadeo Isidoro Cruz mata a un hombre que se burla de él. Se convierte en un prófugo por un tiempo, pero, cuando la policía lo encuentra, decide pelear en lugar de rendirse. Finalmente, lo detienen y lo envían a formar parte de una tropa que lucha en las guerras civiles. Para 1869, Cruz se ha establecido en un pueblo, está casado y tienen un hijo; incluso, es dueño de un pequeño campo.

Como sargento de la policía rural, recibe la orden de ir en busca de un criminal responsable de dos muertes. Además, el hombre al que buscaban es un desertor. Una noche consiguen rodear al criminal, no obstante, el hombre, en lugar de rendirse, elige enfrentar a los policías. En ese gesto, Cruz se reconoce a sí mismo y elige cambiarse de bando y empezar a luchar contra los soldados a favor del desertor. Ese criminal es Martín Fierro.

Análisis

En “La casa de Asterión”, que analizaremos más adelante, Borges resignifica un mito de la antigüedad. En "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz", se inspira en una figura que se ha tomado la condición mítico-heroica (esta vez local) para construir su propia versión. “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” toma el personaje secundario de la obra Martín Fierro, la historia en verso de un gaucho malo que abandona su lugar entre los soldados que libran las batallas de la guerra civil en la que está sumida la Argentina del siglo XIX. En la obra original, escrita por José Hernández, el personaje del que Borges se apropia no tiene un nombre completo: se lo conoce únicamente como Cruz. Borges aprovecha los silencios en torno al personaje para recrear su historia, amplificando un episodio breve en la obra original. A pesar de los cambios que opera en el personaje de Cruz, Borges preserva el momento clave de la obra original como el punto de inflexión en su propia versión: el encuentro con Martín Fierro.

El título mismo de la obra es inexacto, ya que el cuento no es estrictamente una biografía. Si bien inicia con su nacimiento y las aclaraciones sobre su origen, el narrador sostiene que no desea contar toda su vida, sino solamente el momento decisivo en el que descubre su esencia, que es cuando se reconoce en el gaucho malo Martín Fierro. Con el título Borges reafirma su idea de que la vida de un hombre se puede reducir a un solo momento decisivo.

Existen claros paralelos entre la vida de Tadeo Isidoro Cruz y la de Martín Fierro: los dos matan a otros por una burla, los dos son buscados por la policía, ambos son forzados a servir como soldados, se enfrentan solos a un grupo de policías en lugar de rendirse ante ellos sin luchar. En definitiva, los dos muestran la misma valentía y el deseo de libertad e independencia: “Comprendió su íntimo destino de lobo, no de perro gregario” (p.57).

Para poder ser verdaderamente independiente y libre, Cruz debe rechazar todo lo que lo ata con el mundo “civilizado” y elegir la vida del gaucho. El gesto de arrojar su quepis, su gorra militar, está prefigurado por su rechazo a la ciudad: “Comprendió (más allá de las palabras y aun del entendimiento) que nada tenía que ver con él la ciudad” (p.54). El destino de Cruz es ser un personaje marginal.

El tema del doble está presente en este cuento porque los dos personajes son a la vez distintos y uno solo. Hacia el final del cuento, Cruz decide pelear junto a Fierro porque “comprendió que el otro era él” (p.57). Aparte de los paralelismos que hemos visto entre la vida de Cruz y Fierro, Borges trabaja este tema utilizando la intertextualidad mediante citas casi textuales del original que transfiere de Fierro a Cruz. Bell-Villada en su libro sobre Borges observa como el sonido del chajá es lo que alerta a Fierro y lo lleva a aguzar el oído por si la policía llega a acorralarlo. En “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”, Borges le atribuye a ese mismo sonido la alerta de que Cruz ha sido cercado por la policía. Por supuesto que estas pistas que incluye Borges para indicar la fusión de los dos personajes únicamente pueden ser identificadas por un lector que conoce el texto original.

La cita de Yeats en el epígrafe recalca la idea de que en esta biografía lo que se busca no es un recuento de los hechos de la vida de un hombre, sino ese momento en que descubre su esencia. La idea de que una persona posee una “cara” (Yeats utiliza esa palabra en sus versos) antes de siquiera existir también apunta a que perseguimos un destino del que no podemos escapar.

"Emma Zunz"

Resumen

La protagonista de esta historia es Emma Zunz, una chica de dieciocho años que trabaja en una fábrica de tejidos. Un jueves por la noche, Emma llega a su casa y encuentra una carta que le informa que su padre ha muerto en un hospital en Brasil por envenenamiento con veronal (somnífero); se presume que fue un suicidio. Tras el shock inicial de la noticia, Emma guarda la carta en su cajón y se impacienta por llevar a cabo un plan para vengar la muerte de su padre.

El señor Meier, padre de Emma, trabajaba para la misma fábrica textil que ella. Lowenthal, el entonces administrador y hoy dueño de la fábrica, acusa al padre de Emma de robo cuando en realidad él es el ladrón.

El viernes Emma se muestra en contra de toda medida violenta cuando en la fábrica se habla de una huelga; esa es siempre su postura. A la salida del trabajo se junta con amigas. Todas hablan de novios, pero Emma no participa porque los hombres le inspiran “un temor casi patológico” (p.61).

Al día siguiente, Emma llama al señor Lowenthal con la excusa de denunciar algo sobre la huelga. Luego se dirige al puerto porque había leído en el diario que un barco sueco zarparía esa noche. Busca a los hombres del barco y elige uno que le desagrada para perder su virginidad con él. Mientras tienen sexo, Emma piensa en su madre y en su padre; le horroriza pensar que “su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían” (p.63). El hombre asume que ella es una prostituta y le entrega dinero, pero Emma rompe los billetes.

Emma llega a la casa de Lowenthal. El narrador lo describe como un hombre avaro, serio, religioso y temeroso. La ve llegar y cruzar la verja. Todo el tiempo Emma repite para sí las palabras que quiere pronunciar en el momento antes de disparar contra Lowenthal.

Ya en el estudio de Lowenthal, el hombre sale a buscar un vaso de agua, Emma aprovecha para tomar el revólver de su escritorio. Cuando él regresa, Emma dispara, pero no alcanza a pronunciar las palabras que explicaban que esto se trataba de una venganza para reparar el nombre de su padre porque Lowenthal muere antes.

Cuando la policía llega, Emma acusa a Lowenthal de intentar abusar de ella y declara que disparó contra él en defensa propia. La historia es creída por todos porque, en esencia, es cierta.

Análisis

En muchos sentidos, “Emma Zunz” se distingue como una pieza única en la narrativa de Borges. En primer lugar, es uno de los pocos cuentos que tiene como personaje principal una mujer. Asimismo, está ambientado en la ciudad, en una zona industrial. Además, hay un componente psicológico que no suele ser el foco de los cuentos de Borges. Finalmente, la acción no se resuelve mediante un ingenioso desenlace intelectual o filosófico, sino que es Emma Zunz la que lleva la historia hacia ese punto mediante su carácter decidido y metódico.

El género de la protagonista no es un dato menor: al final, Emma dispara contra Lowenthal ya no tanto para vengar a su padre, sino para vengarse de los hombres en un sentido más amplio. Borges desarrolla con más detalle la psicología de este personaje que la de tantos otros que hemos visto en esta colección. Sabemos que Emma es una chica prácticamente huérfana: pierde a su madre a temprana edad y luego su padre se ve obligado a dejar el país por una acusación falsa. Encima, carga el peso de la confesión de su padre sobre el verdadero culpable de la estafa. Emma ha tenido que ocultar su verdadera identidad durante años tras un apellido distinto al de su padre. Recordemos que Fein, el hombre que escribe la carta, no sabe que le está escribiendo a la hija de Meier porque sus apellidos no coinciden. Quizá todo esto ha influido en su relación con los hombres por quienes sentía “un temor casi patológico” (p.61). De hecho, sabemos que su relación con los hombres no es la normal porque sus amigas se divierten hablando de sus novios y solo Emma se mantiene en silencio.

Dada esta relación patológica con los hombres, la coartada que elige Emma es sumamente compleja. Emma elige perder su virginidad en las circunstancias más deplorables. Y la pérdida de su virginidad es necesaria para su coartada por si se hace alguna revisión médica tras el crimen que está por cometer. Sin embargo, las circunstancias en las que decide perder su virginidad no responden a una necesidad práctica, pero, al parecer, Emma comprende que para que el plan sea infranqueable, incluso la motivación tiene que ser auténtica. La elección del marinero confirma esto porque ella opta por el más desagradable “para que la pureza del horror no fuera mitigada” (p.62). Borges utiliza acá dos ideas antitéticas: la pureza del horror, es decir, de algo tan impuro como el ultraje al que ella se somete.

En esta escena Borges anticipa el modo en que al final se va a falsear el verdadero propósito de Emma cuando dice: “¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio?” (p.62). A pesar de que Emma se somete a esta situación por su padre, durante el hecho Emma tiene más presente a su madre y empieza a sentir horror al pensar que su padre le había hecho esto mismo a su madre.

Sin embargo, cabe preguntarse si este cuento es la historia de un fracaso o de un éxito. Al disparar a Lowenthal sin pronunciar las palabras que la justifican, ¿logra Emma vengar verdaderamente a su padre? Ya en casa de Lowenthal, Emma repasa los pasos finales que son esenciales en su venganza: “Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la justicia de Dios triunfar de la justicia humana” (p.64). El momento en que eso no sucede, ese proyecto fracasa, pero otro toma su lugar: “más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello” (p.64).

Si bien el cuento se centra en Emma Zunz y la psicología que la lleva a actuar, el final retoma los temas que prefiere Borges. Con ese final que menciona por qué todos creyeron su coartada, Borges vuelve sobre uno de sus temas favoritos: el relativismo. La verdad factual no es más importante que una verdad superior en la que los datos pueden no ser precisos, pero la esencia es auténtica. El cuento termina así: “La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; solo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios”(p.66).

"La casa de Asterión"

Resumen

El cuento se construye como una suerte de alegato en el que Asterión se defiende de una serie de acusaciones: “Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura” (p.67). Asterión refuta lo que se dice de él y cuenta desde su perspectiva cómo es su vida.

Vive solo y aislado, pero no porque sea un prisionero; de hecho las puertas de su casa están abiertas. Las veces en que salió al mundo observó el miedo en las caras de las personas e interpretó que se sentían intimidados porque él es un noble, hijo de una reina.

Asterión ocupa su tiempo recorriendo las salas de su casa infinita, pretende que otro igual a él lo visita y, cada nueve años, recibe a nueve hombres que llegan allí. Asterión corre para recibir a sus visitas, pero ellos se arrojan para evitarlo y mueren sin que Asterión “se ensangriente las manos” (p.69). Uno de estos hombres, justo antes de morir, le dice a Asterión que alguna vez llegará su redentor. Asterión espera con expectativa e impaciencia la llegada de esa persona que lo redimirá.

Al final del cuento, Borges incluye un epílogo en el que Teseo conversa con Ariadna y le cuenta que extrañamente el minotauro murió sin defenderse.

Análisis

Salvo que el lector conozca a profundidad la mitología y reconozca el nombre del protagonista y la cita de Apolodoro, el cuento “La casa de Asterión” sorprende al lector en el epílogo cuando hace explícita la identidad del protagonista mediante la conversación entre Ariadna y Teseo. En una segunda lectura, es más fácil apreciar las pistas que deja Borges a lo largo de todo el cuento. La casa es infinita con sus catorce puertas y sus cuartos y patios idénticos. La casa de Asterión está ubicada cerca al mar como Creta. Asterión es efectivamente noble porque es hijo de una reina: Pasifae, la esposa del rey Minos.

A pesar de todos estos datos precisos, el cuento presenta una imagen distorsionada en relación con lo que conocemos del mito, precisamente porque está narrado en primera persona por el monstruo. Borges menciona el cuadro que inspiró su cuento: un retrato del minotauro mirando hacia el mar desde una de las paredes de su laberinto. La postura de su cuerpo y la mirada en el horizonte transmite cierta nostalgia y anhelo en el monstruo; ciertamente el minotauro aparece en ese cuento humanizado. Borges presenta un monstruo mitológico que es exactamente igual a un humano en cuanto a sus angustias existenciales, su deseo de defenderse ante las injurias, los modos en los que intenta mitigar la soledad.

Al mismo tiempo, Asterión tiene costumbres que sin duda apuntan a su costado animal. Por ejemplo, no tiene muebles en su casa. En su ilusión de ser un hombre más, Asterión interpreta esa falta como una virtud, ya que considera que decorar o amueblar su casa equivale a “pompas mujeriles” (p.67). A falta de muebles, lo que si hay en su casa son abrevaderos y pesebres, espacios propios de un animal. Asimismo, desde su visión sesgada, el minotauro interpreta las actitudes de “la plebe” como algo natural, considerando que él no pertenece a su misma clase, no por ser un monstruo, sino porque es un noble: “No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera” (p.68). No considera que las reacciones se deben al horror de su monstruosidad. Otro aspecto que separa a Asterión de las personas es su físico: mientras que las personas son “descoloridas y aplanadas” (p.67), la suya tiene facciones distintas, probablemente es de color marrón y el morro propio de un toro.

En un intento más de preservarse a sí mismo de su condición de “otro”, el minotauro asegura que ha sido su desinterés lo que hizo que no aprendiese ni a leer ni escribir. De todas maneras, confiesa que a veces deplora el no haber aprendido a leer porque “las noches y los días son largos” (p.68). Asimismo, su condición de monstruo mitológico, un ser que supera el tiempo humano, hace que Asterión sienta que no tiene demasiadas certezas, piensa que quizá ha olvidado que él creó el laberinto.

Antes del epílogo, Borges deja la pista más clara sobre la identidad de Asterión cuando este se pregunta: “¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?” (p.70).

En la conversación final en la que Teseo explica a Ariadna que el minotauro no se resistió, Borges primero opera otro cambio significativo en el mito clásico. En primer lugar, transformó el mito al humanizar al monstruo y darle una voz. En el final, el cambio que introduce es que relativiza la heroicidad de Teseo. Teseo no tiene de qué jactarse porque mató a un monstruo que no luchó para sobrevivir. Incluso la conversación con Ariadna es tan prosaica que Teseo termina siendo casi una caricatura: “¿Lo creerás, Ariadna?” (p.70). Vale detenerse en la idea de redención. El minotauro no se resiste a Teseo porque lo considera una especie de salvador. ¿Qué es lo que viene a redimir Teseo? ¿Por qué necesita Asterión de la muerte para salvarse? En primer lugar, Asterión vive en un mundo que no entiende del todo, se encuentra en una posición liminar entre su condición de animal y de hombre. En esa posición el minotauro sufre una profunda angustia existencial: no sabe para qué está allí, quién lo ha puesto ahí. Esa angustia existencial la expresa con claridad cuando dice: “dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión” (p.69). En un mundo donde todo se repite incesantemente, solo él es único y esa soledad lo desconcierta. Por otra parte, su muerte viene a redimirlo de lo que otros piensan de él. El entregarse a Teseo es su mejor defensa o alegato ante esas acusaciones que menciona en la primera línea del cuento. Volviendo sobre los libros, Borges hace que un personaje que ha sido representado de manera unidimensional como un monstruo en el sentido cabal de la palabra, incluido el salvajismo y la violencia que acompaña a estos seres mitológicos, redima su imagen a través de un relato en primera persona. Los cuentos que se han escrito sobre él lo han condenado y es el cuento narrado por él mismo lo que le permite redimirse. También hay un juego interesante sobre la autoría en este texto desde el momento que está escrito por alguien que sostiene que “nada es comunicable por el arte de la escritura” (p.68).