El amanecer (Símbolo)
La partida del protagonista, cuando huye de la casa de sus tías, coincide con el amanecer, momento del día que representa simbólicamente el renacer. En efecto, el protagonista experimenta entonces el comienzo de su nueva vida: “el sol salía sobre mi existencia nueva” (p. 43). A partir de entonces, él comienza a conocer y a asimilar la forma de vida de los gauchos.
El atardecer (Símbolo)
En el final de la novela, Don Segundo Sombra y el protagonista se separan, después de muchos años en compañía mutua, en el momento del atardecer. El crepúsculo aporta a la partida de Don Segundo una gran carga simbólica, puesto que es un horario asociado a la muerte. En este caso, se relaciona con el final de una etapa que concluye para el protagonista con la partida de su instructor y padrino. La sensación de muerte que experimenta Fabio ese momento se refuerza con sus palabras finales: "Me fui, como quien se desangra" (p. 243).
Mujer raptada y corazón mágico del pájaro (Motivos)
Estos motivos son recurrentes en la literatura y los encontramos en el cuento intercalado de "Dolores y Consuelo" que narra Don Segundo Sombra. Estos motivos están reformulados y adaptados al contexto local. En el primer caso, el motivo del ogro que rapta mujeres proviene de la India, de donde se transmite a Europa, y desde allí a América (Martos Núñez, 1992, p. 477). En el cuento intercalado, vemos que no se trata de un ogro, sino del hijo del Diablo convertido en un flamenco. Respecto al motivo del corazón mágico de un pájaro, proviene del área indoeuropea (Martos Núñez, Ídem.), y en el cuento intercalado se presenta como un caburé, es decir, un búho pequeño que habita en Paraguay y Argentina, al que se le atribuyen poderes sobrenaturales.
Pacto con el diablo (Motivo)
El motivo literario del pacto con el diablo probablemente tenga origen europeo y está ampliamente extendido. En el cuento intercalado de "Miseria", que narra Don Segundo Sombra, aparece adaptado al contexto local, más precisamente, a la atmósfera de la pampa, como podemos observar en esta cita: "Ni bien el Diablo se jue y Miseria quedó solo, tantió la bolsa de oro que le había dejao Mandinga, se miró en el bañadero de los patos, donde vido que estaba mozo, y se jue al pueblo pa comprar ropa, pidió pieza en la fonda como Señor, y durmió esa noche contento" (p. 192). También podemos ver que el narrador se refiere al diablo con uno de los nombres que adoptó en América: "Mandinga".
El agua (Símbolo)
El agua funciona en esta novela como símbolo especular, donde el protagonista contempla la trayectoria de su vida. En tres ocasiones, él se encuentra frente a diversas fuentes de agua: un arroyo, en el inicio de la novela (Capítulo I), un río (Capítulo X) y una laguna, en el capítulo final (Capítulo XXVII), y allí resume los acontecimientos de sus últimos años:
"Está visto que en mi vida, el agua es como un espejo en que desfilan las imágenes del pasado. A orillas de un arroyo resumí antaño mi niñez. Dando de beber a mi caballo en la picada de un río, revisé cinco años de andanzas gauchas. Por último, sentado sobre la pequeña barranca de una laguna, en mis posesiones, consultaba mentalmente mi diario de patrón" (p. 239).
Además, estos tres episodios dividen temporalmente la obra: en el primer caso, el protagonista tiene catorce años y reconstruye los acontecimientos de sus años previos. En el segundo, resume sus cinco años de aprendizaje junto a Don Segundo Sombra. En el último, ya dueño de una estancia, reconstruye los últimos tres años, desde que recibió la noticia de su herencia.