Don Segundo Sombra
La figura del gaucho Don Segundo Sombra adquiere dimensiones sobrenaturales y místicas, sobre todo, cuando se presenta al personaje al inicio de la novela: "Inmóvil, miré alejarse, extrañamente agrandada contra el horizonte luminoso, aquella silueta de caballo y jinete. Me pareció haber visto un fantasma, una sombra, algo que pasa y es más una idea que un ser; algo que me atraía con la fuerza de un remanso, cuya hondura sorbe la corriente del río" (p. 34). La descripción que introduce al personaje crea una imagen del gaucho misteriosa y alejada del plano de la realidad. Esta imagen es consecuente con la idealización y mitificación del gaucho presente en la novela. También puede interpretarse la "sombra" a la que alude el nombre del personaje, y que está también presente en esta descripción, como una sugerencia que indica que el gaucho retratado no es una persona, sino una evocación.
El estrépito del agua del charco (Imagen auditiva)
"Un charco bajo sus patas se despedazó chillando como un vidrio roto" (p. 34), describe el narrador. Estas dos imágenes auditivas, la del gerundio (chillando) y la del símil (como vidrio roto) acompañan la presentación del personaje Don Segundo Sombra, aumentando el clima de tensión. Así, al miedo que siente el protagonista por la extraña visión del jinete, que le parece "enorme", se añade el estrépito causado por el caballo que huye espantado. En contraste, a continuación se añade otra imagen auditiva, la de una voz apaciguada: "Oí una voz aguda decir con calma" (p. 34), que corresponde a la voz de Don Segundo.
Sonidos de animales y de gajos de leña (Imágenes auditivas)
Luego de la primera jornada de arreo, los gauchos se sienta en alrededor del fogón. El cansancio es abrumador, sobre todo para el protagonista, y aplaca el ánimo de los hombres. El narrador describe: "En la cañada croaron las ranas, quebrando el uniforme siseo de los grillos. Los chajás delataban nuestra presencia a intervalos perezosos. Los gajos verdes de nuestra leña silbaban, para reventar como lejanas bombas de romerías" (p. 81). Con estas imágenes auditivas se resaltan los sonidos de la naturaleza, que dominan la atención del joven a causa del silencio de sus compañeros.
Sonido de animales en el arreo (Imagen auditiva)
Relata el narrador: "Oíamos el trueno sordo de las miles y miles de pisadas, las respiraciones afanosas. La carne misma, parecía surtir un ruido profundo de cansancio y dolor" (p. 154). Esta imagen auditiva refuerza la profunda impresión que le causa al protagonista la llegada de cinco mil "chúcaros" (animales ariscos) al rodeo. El sonido estruendoso está asociado al avance de los animales, pero también, a su sufrimiento, puesto que están obligados a marchar.