El poder de la educación
Este tema es el foco central de todo el activismo de Malala. Al crecer en la escuela y sus alrededores, Malala aprendió rápidamente el poder que tiene la educación para moldear la vida de un niño, determinar sus perspectivas de futuro y darles valor para defender lo que creen. Fue gracias a su educación que Malala recibió el poder de mantenerse firme contra la ocupación de los talibanes de su hogar, y ha usado su fama para tratar de darle la oportunidad de ir a la escuela a la mayor cantidad posible de niños y niñas.
El activismo y el cambio
Malala y su padre observan repetidamente que sería fácil dejar de hacer denuncias, pasar desapercibidos y permitir que los talibanes y su brutal régimen continúen mandoneándolos. Esto, sin embargo, iría en contra de su creencia en el poder que tiene el activismo social y político para generar cambios sociales. Malala, la disposición constante de su padre para alzar su voz, y la forma en que realmente logran cambiar las cosas para bien, es un brillante ejemplo de cómo el activismo de base puede hacer una diferencia.
La familia
A pesar de las cosas terribles que suceden en su hogar, la familia de Malala permanece muy unida, y estos profundos lazos hacen una gran diferencia a la hora de lidiar con el cambio y las dificultades. Los padres de Malala son modelos de cómo ella espera comportarse en el futuro, y sus hermanos son una fuente de amor, bienestar y familiaridad. La fortaleza de los vínculos de la familia Yousafzai es particularmente evidente después de que Malala recibe un disparo, ya que permanecen a su lado incluso cuando la llevan a un país diferente y extraño para recuperarse.
La religión y la fe
La fe de Malala, el islam, es una parte central de su vida. La fe de su familia es su motivación durante los momentos difíciles a los que se enfrentan cuando los talibanes toman el control de su valle, aunque es difícil mantener la perspectiva cuando estos aseguran representar al islam. Malala nunca deja de lado su certeza de que el islam es pacífico y tolerante, y su experiencia muestra una imagen mucho más clara de una fe que a menudo se ve empañada por los informes de los medios y los actos de terrorismo.
La infancia y la madurez
Debido a que estas son unas memorias que cubren la vida de Malala, desde su nacimiento hasta los dieciséis años, contienen muchos de los momentos que la definieron en el camino a la madurez. Ella pudo tener una infancia esencialmente despreocupada, viviendo en un lugar hermoso, asistiendo a la escuela y rodeada de personas que la amaban. Las cosas cambiaron cuando tenía diez años y los talibanes llegaron a su valle. Entonces se vio obligada a crecer muy rápidamente y ver sufrir a mucha gente a su alrededor. Malala maduró con gracia, convirtiéndose en una defensora de los muchos que tenían miedo o no querían hablar.
La honestidad
Al vivir en un país donde la corrupción, los secretos y las mentiras son sucesos comunes dentro del gobierno, es fácil para Malala desconfiar de quienes la rodean. Una de las lecciones más importantes que le inculcan sus padres es que la honestidad es la mejor política, y aprende esto cuando siente vergüenza después de robar a su vecina como venganza. A partir de entonces, Malala se compromete a ser siempre honesta, aunque otros no lo sean. Este es solo uno de los valores que moldean su carácter.
La libertad
El padre de Malala le dice constantemente que ella es tan libre como un pájaro. Bajo el régimen talibán, la libertad es prácticamente inexistente: a la gente se la controla en todo sentido, desde cómo se viste hasta cómo practica su religión, y el miedo a la muerte motiva a la población a seguir la ley de los talibanes. Las mujeres son particularmente controladas, y aunque Malala ha tenido la suerte de recibir una educación, todavía siente esta represión cuando los talibanes se apoderan de su hogar. Esta experiencia es la razón por la que ella lucha constantemente por la libertad, tanto para las niñas como para las personas en general.