A lo largo de los 27 relatos del libro encontramos diversas escenas sobre la vida de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. Cada relato es una pieza breve que recoge los dolores, tristezas y discriminaciones sufridas por sus protagonistas.
En algunos casos, se trata lisa y llanamente de tragedias, como en el caso de “Los quemaditos”, historia en la que mueren quemados los niños de unos padres muy trabajadores que apenas tienen tiempo de estar en su casa para cuidarlos. En otros, se presentan sutiles esperanzas, como sucede en “Bartolo pasaba por el pueblo”, relato en el que se presenta a Bartolo, un escritor y vendedor de poesía que hace sentir bien a la gente, porque escribe poemas con sus nombres. Pero en todos los casos observamos el esfuerzo constante que deben realizar los personajes para sobrevivir en el día a día o para acceder a un mínimo de calidad de vida.
Algunos de ellos buscan conformarse con su situación, agradeciendo lo que tienen a pesar de las injusticias atravesadas, como la madre del niño que nunca regresa. Otros no pueden tolerar estas situaciones y deciden hacer justicia por mano propia, como en el caso del padre del protagonista, que se venga del farsante vendedor que nunca entrega los retratos cobrados.
En uno de los primeros relatos, “Los niños no se aguantaron”, se cuenta la historia de unos niños menores de edad que están trabajando debajo del sol, sufriendo un intenso e insalubre calor. El empleador no los deja frenar a tomar agua y, para “asustarlos” y así lograr que dejen de refrescarse, les dispara con un arma de fuego. Aparentemente sin quererlo, le dispara en la cabeza a uno de los niños. Sin hacerse cargo del hecho ni avisar a su familia como correspondería, simplemente oculta la situación y se entrega a la bebida, andando constantemente como un loco.
En otro de los relatos, “La mano en la bolsa”, el narrador cuenta su vínculo con una pareja de ancianos ladrones y asesinos. Su padre lo ha encomendado a cuidado suyo, pagando incluso por su estadía en casa de ellos. Sin embargo, el protagonista ve cómo son de deshonestos y violentos estos dos individuos. En una ocasión llegan a matar a un anciano para quedarse con su dinero, y obligan al chico a enterrar su cuerpo, amenazándolo para que nunca diga nada a nadie.
En “La noche buena” encontramos el relato de una madre que nunca llega a tener dinero suficiente para comprarle juguetes a sus hijos por el día de Navidad. En esta ocasión quiere hacerlo, pero al salir sola al centro del pueblo, que está a seis cuadras de su casa, se siente desorientada y se olvida de pagar los juguetes con el dinero que le ha dado su marido. La tratan de ladrona, con lo que ella se asusta cada vez más. Aparentemente, su mente ya no está funcionando bien y ella cree que se ha vuelto loca. Sin embargo, podríamos afirmar que, dada la miseria y las penas que deben atravesar los personajes del libro en general, probablemente lo que esta mujer sufre es una suerte de estrés postraumático que nadie puede atender correctamente en ese contexto.
Tomando como ejemplos los relatos aquí resumidos, podemos apreciar el tipo de tono narrativo que atraviesa el libro en su totalidad. Pareciera que los personajes nunca tienen un respiro de sus problemas y nunca terminan de llegar al sitio en que el que poder descansar o vivir con cierta tranquilidad.