Viaje al centro de la Tierra

Viaje al centro de la Tierra Resumen y Análisis Capítulos 26-35

Resumen

Capítulo 26

Con el tiempo, Axel se da cuenta de que le entusiasma acercarse al objetivo del viaje. Está agradecido por el silencioso Hans, que es capaz de salvar sus vidas. El viaje transcurre con tranquilidad, salvo por un hecho de extrema gravedad: en un momento del trayecto, Axel se adelanta y de repente se encuentra solo. No puede ver a nadie ni oír nada. Vuelve a recorrer el camino en sentido inverso, pero tampoco encuentra a sus compañeros. Le invade la duda de si verdaderamente iba delante en el camino y los otros por detrás. Decide continuar marcha atrás siguiendo el pequeño arroyo, pero cuando se reclina para refrescarse se sorprende al notar que el Hans-Bach ya no fluye bajo sus pies.

Capítulo 27

Axel se horroriza al pensar que podría morir enterrado vivo, agonizando de hambre y de sed. Empieza a sentir el peso de la tierra sobre él. Reza y resuelve buscar el arroyo, pero no consigue dar con él. Cuando llega a un callejón sin salida su luz se rompe, dejándolo a oscuras. Lo invade el terror y empieza a correr de un lado a otro, gritando como un loco.

Capítulo 28

Axel se despierta y se da cuenta de que ha perdido mucha sangre. Se arrepiente de su locura, pero empieza a sentir que está perdiendo la conciencia. De repente, oye un fuerte ruido que no puede descifrar. Luego reconoce voces que murmuran, pero no puede distinguirlas. Para su alivio, son las voces de Lidenbrock y Hans.

Axel logra comunicarse con su tío por un efecto acústico de la galería, pero hay una gran distancia entre ambos. Se dan cuenta de que están a unas cuatro millas (6,4 km) de distancia. Lidenbrock le indica a Axel que descienda por la galería. La pendiente es tan pronunciada que Axel cae, precipitándose en vertical por el pozo. Se golpea la cabeza contra una piedra y pierde la conciencia.

Capítulo 29

Cuando Axel se despierta, Hans y Lidenbrock están allí. Lidenbrock le dice a Axel que duerma y este lo hace, agradecido. Cuando por fin recupera definitivamente la conciencia, se siente confundido, porque le parece distinguir rayos de sol y los sonidos de las olas y el viento. Se pregunta, aliviado, si han regresado a la superficie. Pero todavía se encuentran bajo tierra.

Su tío le prepara comida y lo cuida mientras responde las preguntas de su sobrino. Menciona que su ruta implicará un embarque, por lo que Axel se asombra ante la existencia de un lago o un río por delante en su travesía subterránea.

Capítulo 30

Algo renovado, Axel no puede creer lo que ven sus ojos. Ante él se extiende un inmenso mar, con olas que rompen en la orilla. Un ligero viento y el rocío rozan su cara. La luz es de origen eléctrico, “una especie de aurora boreal, un fenómeno cósmico continuo que alumbra aquella caverna capaz de albergar en su interior un océano” (p.183). La bóveda está llena de nubes. Axel se pregunta qué tipo de fenómeno geológico podría explicar esta cavidad tan profunda. No encuentra palabras para expresar su asombro.

Lidenbrock le pide a Axel que camine junto a él y ambos ven que el Hans-Bach desemboca en el mar. A continuación, Axel distingue a lo lejos un bosque compuesto por enormes hongos, que han crecido mucho debido al calor y la humedad. A medida que Axel y Lidenbrock caminan, se revela otra vegetación: la flora del período secundario, la época de transición. Axel dice que es un “inmenso invernadero” (p.188) de plantas antediluvianas y Lidenbrock añade que es también un zoológico, por todos los huesos de animales que hay esparcidos por el suelo. Axel encuentra la mandíbula inferior de un mastodonte y se pregunta cómo llegaron a existir cuadrúpedos bajo tierra. Lidenbrock le responde que el suelo que han encontrado es sedimentario. Axel se inquieta porque sospecha que uno de esos animales podría seguir existiendo. Sin embargo, al cabo de un tiempo parece confirmarse que ellos son “los únicos seres vivientes de aquel mundo subterráneo” (p.189).

Capítulo 31

Al ver la marea de aquel océano, Axel pregunta si las influencias del sol y de la luna pueden sentirse tan lejos bajo tierra, a lo que Lidenbrock responde afirmativamente. También pregunta qué tan lejos están de Islandia y se entera de que están a 880 millas (1400 km) de distancia, y a unas 87 millas (140 km) bajo la superficie. Hay un punto de atracción magnética que se encuentra entre la superficie de la Tierra y el punto al que ha llegado la expedición.

Axel le pregunta a su tío si tiene previsto volver a la superficie. El profesor se ríe y dice que la exploración debe continuar; sin duda, habrá un camino para continuar descendiendo en la orilla opuesta. Lidenbrock calcula que se encuentra ante un mar de ochente millas (129 km) de ancho. Hans está construyendo una balsa con la madera petrificada que hay en el bosque. Tiene diez pies (tres metros) de largo y cinco pies (un metro y medio) de ancho, atada fuertemente con una cuerda.

Capítulo 32

Cargadas las provisiones, los hombres se embarcan. Axel pide llamar al punto de salida “Puerto-Graüben”, en honor a su amada, a lo que Lidenbrock accede.

La costa desaparece. Voluminosas nubes llenan el aire, reflejando una luz plateada. Formaciones de algas enormes cubren la superficie del agua.

Axel se encarga del cuaderno de bitácora y apunta los sucesos y las observaciones del día. El viernes 14 de agosto anota que los aventureros pescaron por primera vez un pez parecido al esturión, pero completamente ciego (sin órgano de la vista). Se dan cuenta de que el mar puede estar lleno de especies fósiles vivas.

Axel se pregunta si pueden encontrarse con otras criaturas fantásticas, como enormes saurios. Su mente empieza a divagar mientras se imagina un paisaje onírico de reptiles, mamíferos y aves extintas. En su imaginación, el mundo es cálido y lleno de vegetación. Los siglos pasan rápidamente mientras se produce la evolución. Las aguas fluyen y hierven, el vapor cubre la Tierra y el calor calcina el planeta. Axel se pone febril y oye la voz de su tío diciéndole que no se caiga por la borda. Su alucinación hizo que pierda la conciencia del tiempo y del espacio. Casi cae al mar, si no fuera por la mano de Hans, que lo rescata.

Capítulo 33

El sábado 15 de agosto, todo es aburrido y monótono. A Axel le duele la cabeza por la alucinación del día anterior. Su tío parece inquieto, molesto. El mar es mucho más grande de lo que había previsto y no tiene ningún interés en disfrutar del espectáculo. Solo quiere alcanzar su objetivo.

Al día siguiente, Axel sigue maravillado por la infinita extensión del mar, que podría ser tan ancho como el Mediterráneo o el Atlántico. Su tío intenta sondear el agua, pero el aparato sale con marcas de dientes de alguna enorme criatura. Un día después, Axel piensa en los animales antediluvianos del período secundario, recordando los reptiles gigantes que dominaban el mar. Se estremece pensando en los esqueletos de especímenes que hay en los museos. Teme que el sondeo haya perturbado a alguna criatura poderosa.

El martes 18 de agosto, la balsa se ve envuelta en medio de una aterradora lucha entre dos criaturas gigantes: un ictiosaurio, que tiene hocico de marsopa, cabeza de lagarto y dientes de cocodrilo, y un plesiosaurio, que es una serpiente escondida bajo el caparazón de una tortuga. Los animales acuáticos se agitan y luchan mientras los hombres intentan conservar la estabilidad de su balsa. Finalmente, el ictiosaurio sale victorioso, y el agua se calma mientras el monstruo se sumerge de nuevo en las profundidades.

Capítulo 34

El viaje vuelve a ser monótono, hasta que los hombres ven a lo lejos una enorme criatura que larga una inmensa columna de agua. Este animal es asombrosamente grande, más allá de toda comprensión. Finalmente, se dan cuenta de que en realidad han divisado una isla. La columna es un géiser que expulsa agua y vapor de intensa temperatura. Los viajeros han recorrido 620 leguas (3000 km) desde Islandia y se encuentran ahora debajo de Inglaterra. Tras una breve parada en la isla, Lidenbrock decide que es hora de reanudar el viaje.

Capítulo 35

Axel empieza a sentir que el clima está cambiando. Las nubes son espesas y esponjosas, pero a medida que se elevan se vuelven más oscuras. El aire está lleno de humedad y electricidad; a Axel se le ponen los pelos de punta. Hay un profundo silencio y el viento se detiene, como si la propia naturaleza estuviera muerta. Las velas de la balsa están sueltas, pero Lidenbrock aconseja no bajarlas, porque el viento puede impulsar la balsa hacia adelante.

De repente, el aire se arremolina en un vacío creado por la condensación y una tormenta rompe el silencio. Se hace de noche y las olas suben y bajan, precipitando la balsa hacia arriba y hacia abajo. Las nubes se abren, cae la lluvia y los rayos truenan rasgando el cielo. La tormenta no se calma en toda la noche. El ruido es incesante; los hombres no consiguen hablar entre ellos. El aire se calienta cada vez más.

El cansancio asola a Axel y a los demás mientras la tormenta no cesa por más de tres días. Amarran todas sus provisiones y se aseguran. Un enorme disco de fuego aparece junto a la balsa y destruye el mástil y la vela. Aquel disco eléctrico magnetiza todo lo que hay a bordo. Momentos después, estalla y las llamas cubren la balsa, que empieza a desplazarse a toda velocidad. Axel cree que, en este tiempo, han atravesado Inglaterra, Francia y quizás de toda Europa. El 25 de agosto oye el ruido del mar rompiendo contra unas rocas.

Análisis

En estos capítulos se explota al máximo el sentido de peligro del viaje. La narración del extravío de Axel por las entrañas de la Tierra o el ambiente de terror que desata la tormenta son ejemplos paradigmáticos del relato de aventuras. Los peligros a los que Lidenbrock, Axel y Hans se han enfrentado antes de este momento no se comparan con el hecho de estar perdido en las tinieblas, con navegar cerca de dos monstruos marinos prehistóricos que se baten a muerte, o con soportar una tormenta de una intensidad insondable. Aunque la falta de agua, que se presentaba como el principal obstáculo de los capítulos anteriores, es ciertamente un riesgo enorme, aquel peligro se debía a la obstinación de Lidenbrock. Aquí, en cambio, los peligros son propios del entorno, y más aterradores. La tormenta, en particular, simboliza el poder increíble de la Naturaleza, que Lidenbrock intenta aprovechar dejando las velas abiertas, logrando solamente que empeore la situación. La tormenta es tan fuerte que hasta alcanza a debilitar la confianza del profesor: “Mi tío se ha aproximado a mí, y ha articulado algunas palabras. Creo que me ha dicho: 'Estamos perdidos'...” (p.221).

En esta sección aparecen algunas alusiones interesantes sobre el conocimiento del siglo XIX acerca de la evolución y la creación. En su alucinación del capítulo 32, Axel relaciona la teoría evolucionista con la génesis bíblica: “Todo este mundo fósil renace en mi imaginación. Me remonto a las épocas bíblicas de la creación, mucho antes del nacimiento del hombre, cuando la Tierra incompleta no era aún suficiente para este […]. Los siglos transcurren como días…” (p.202). Estas palabras evidencian los esfuerzos de la época por reconciliar la ciencia y las premisas religiosas, por el modo en que admiten que la Tierra existía mucho antes que el hombre. También Axel piensa los días de la creación divina como siglos de evolución, y se refiere a los animales prehistóricos como antediluvianos, en referencia al mito bíblico del diluvio universal.

Este asunto surge también cuando Axel dice: “parece constante que este mar solamente contiene especies fósiles, en las cuales los peces, lo mismo que los reptiles, son tanto más perfectos cuanto más antigua su creación” (p.201); o cuando afirma que “los saurios actuales, caimanes o cocodrilos, […], no son sino reducciones debilitadas de sus pares de aquellos primeros años” (p.206). De acuerdo con William Butcher, estas observaciones defienden un punto de vista sobre la evolución contraria a la idea de perfeccionamiento y progreso. De acuerdo con esta visión, lo que ocurre en el proceso evolutivo son degradaciones o regresiones. Por eso, los monstruos marinos que aparecen en el océano subterráneo son versiones más imponentes y grandiosas de sus sucesores en la etapa evolutiva contemporánea.

Timothy Unwin señala que la pretensión de ficción de la novela se complica por la profusión de datos científicos, por eso sostiene que más que ciencia ficción —en el sentido de escritura especulativa o futurista—, Viaje al centro de la tierra es una ficción científica, que a veces es dominada por la ciencia. Verne está dispuesto a transmitir ciencia sin preocuparse por la narración, puesto que provee información que a veces es extraña o tangencial a la trama. El propio autor dijo en una entrevista de 1902 que “las novelas ya no son necesarias, e incluso ahora su valor y su interés están en declive”. Verne consideraba que el periodismo era más capaz que la literatura de transmitir las realidades del mundo. Lo interesante de esta perspectiva, según Unwin, es que a Verne no le importa la novela en cuanto desarrollo del carácter, sino que la concibe como un vehículo de transmisión de conocimientos.

De todos modos, Verne quería que su novela fuera considerada una obra literaria, motivo que explica por qué Viaje al centro de la Tierra posee múltiples referencias a Virgilio y a Shakespeare, así como también toma prestado de escritores cercanos a su época. Unwin señala que Verne dialoga con los grandes escritores de la literatura universal y de su contemporaneidad, trazando su camino individual a través de intertextos, como lo hacía Flaubert.

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