Un señor muy viejo con unas alas enormes

Un señor muy viejo con unas alas enormes Imágenes

El paisaje apocalítico inicial

Las primeras líneas del cuento se dedican a construir una atmósfera de catástrofe, parodiando el Apocalipsis: hace tres días que llueve sin parar, los cangrejos invaden la casa de Pelayo y Elisenda, todo está inundado y apesta. La situación es tal que el mundo entero está sumido en la tristeza. Entonces, la escenificación se completa con una descripción: "El cielo y el mar eran una misma cosa de ceniza, y las arenas de la playa, que en marzo fulguraban como polvo de lumbre, se habían convertido en un caldo de lodo y mariscos podridos. La luz era tan mansa al mediodía..." (11). Esta cita presenta una cadena de imágenes visuales, con referencias al color y a la luminosidad. También es posible identificar una imagen táctil en la referencia al caldo de lodo, que transmite la sensación de humedad y bochorno, y una imagen olfativa a través de la mención a los mariscos podridos.

El viejo con alas

A lo largo de todo el cuento, encontramos varios pasajes descriptivos que presentan el aspecto, el estado y las características del extraño ser alado como un ser decadente, decrépito, desagradable. En muchos de ellos, el narrador se vale de imágenes sensoriales para construir la figura del supuesto ángel. Por ejemplo, en la descripción inicial leemos:

Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal (11).

Su cabello canoso, blanco, es presentado a través de la imagen visual de las "hilachas descoloridas", mientras que la referencia a las "alas de gallinazo" remiten a su color oscuro, ya que el gallinazo es un ave de plumas negras. Además, se cuenta que el ángel tiene "una buena voz de navegante" (11), y la imagen auditiva nos comunica que su voz es grave, potente, firme. También, resaltando aún más lo decadente de su aspecto, se dice que "tenía un insoportable olor de intemperie" (12), frase que, mediante la imagen olfativa, hace referencia a su extrema falta de higiene.

Las nuevas vestimentas de Elisenda

Hacia el final del relato, cuando Pelayo y Elisenda se han enriquecido por espectacularizar al supuesto ángel, la mujer compra nuevas ropas y zapatos: "Elisenda se compró unas zapatillas satinadas de tacones altos y muchos vestidos de seda tornasol, de los que usaban las señoras más codiciadas en los domingos de aquellos tiempos" (15). Estas prendas son satinadas, sedosas y tornasoladas, es decir, brillan con sutileza, por lo que construyen dos imágenes visuales que reflejan la riqueza adquirida: ahora las ropas de Elisenda relucen como las de las señoras de clase alta.

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