Tirano Banderas

Tirano Banderas Citas y Análisis

Pero el ideario revolucionario es algo más grave, porque altera los fundamentos sagrados de la propiedad. El indio, dueño de la tierra, es una aberración demagógica, que no puede prevalecer en cerebros bien organizados. La Colonia profesa unánime este sentimiento: yo quizá lo acoja con algunas reservas, pero, hombre de realidades, entiendo que la actuación del capital español es antagónica con el espíritu revolucionario.

Don Celestino, Primera parte, Libro segundo, 61

En esta cita queda de manifiesto el conflicto central de la novela: las reivindicaciones de la Revolución contra el Tirano, cuyo epicentro es la redención del indio. Según los revolucionarios, hace falta restituirle al indio su lugar original (previo a la conquista) como dueño de la tierra que trabaja. Con ese fin, la Revolución denuncia la opresión que vive hoy el indio, desplazado de la tierra y esclavizado por la estructura colonial que aún luego de la independencia perdura.

Esta propuesta es la que genera más rechazo, como se ve en la cita de Don Celestino, pronunciada ante el Ministro de España a modo de denuncia. Él representa los intereses de los españoles radicados en la República y del “capital español”, aquel que se benefició económicamente conquistando y arrebatando esas tierras al indio para su explotación. Por eso la Revolución es tan peligrosa para ellos, porque implica una gran pérdida y un retroceso. Resulta significativo que Don Celestino argumente que los ideales revolucionarios violan los “fundamentos sagrados de la propiedad”, pues así él pasa por alto cuál es el origen de esa propiedad y la violación de derechos humanos mediante la cual esas tierras llegaron a manos de los españoles. Según su mirada civilizadora, que viene a imponer con soberbia su paradigma, “no puede prevalecer en cerebros bien organizados” la idea de que el indio tenga derechos. Se evidencia así la hipocresía de los españoles, que borran la historia previa a su ocupación de América y niegan la violencia por la cual la ocuparon.

Las sentencias de muerte se cumplimentaban al ponerse el sol, y cada tarde era pasada por las armas alguna cuerda de revolucionarios. Tirano Banderas, ajeno a la fusilería, cruel y vesánico, afinaba el punto apretando la boca.

Narrador, Primera parte, Libro tercero, 63

Este fragmento conforma un perfil certero de Santos Banderas y de su tiranía. En principio, se describe el estado generalizado y naturalizado de violencia: todos los días son fusilados un grupo de revolucionarios detenidos por el Tirano y toda la población puede escuchar el ruido de los fusiles disparando a la misma hora de siempre. Así, queda en evidencia la férrea persecución que hace el Tirano de sus enemigos políticos y el estado de terror que genera, estrategia de la que se vale para garantizar la obediencia y la sumisión. Asimismo, como en todo proceso dictatorial, Banderas pasa por alto los instrumentos legales del Estado, y condena a sus enemigos a la pena de muerte sin juicio previo.

Por otra parte, el narrador condensa aquí el espíritu cruel del Tirano al mostrarlo jugando al juego de la rana mientras de fondo se escuchan los fusiles. Fiel a su estilo, el narrador opina abiertamente sobre la insensibilidad de Banderas, al aludir a él como “cruel y vesánico”, esto es, como una persona maligna por naturaleza y que padece de una demencia furiosa. Resulta siniestro que él aproveche el momento de los fusilamientos para jugar, como si así celebrara esos asesinatos.

La propaganda de ideales políticos, siempre que se realice dentro de las leyes, es un derecho ciudadano y merece todos los respetos del Gobierno.

Santos Banderas, Primera parte, Libro tercero, 67

Con esta cita, el lector revela el carácter hipócrita y calculador de Santos Banderas. En apariencia, el gobernante se expresa a favor de la libertad de expresión, condensada aquí en la organización de un acto opositor liderado por Roque Cepeda. Él ha dejado que el acto tenga lugar en el Circo Harris y que asista la plebe libremente, argumentando que es un “derecho ciudadano” y que es una expresión que se realiza en un marco legal. Así, repudia veladamente a las expresiones violentas de los revolucionarios, a los levantamientos armados que no se dan conforme a la ley.

No obstante, en lo concreto, se demostrará que esas libertades que el Tirano dice garantizar no serán respetadas. En una conversación privada con el Jefe de Policía, el Presidente le ordena que envíe espías infiltrados al acto para vigilar a los manifestantes. Finalmente, Salamanca ordena reprimir a los asistentes y detiene a Roque Cepeda, sin justificación. Santos Banderas al enterarse de esa detención, lejos de repudiarla, la celebra, indicándole al Jefe de Policía que no dude en excederse con Cepeda, es decir, que lo torture libremente. De esta manera, se revela que el Presidente aparenta obrar conforme a la ley, en oposición a los revolucionarios, pero en el fondo utiliza el aparato estatal de manera ilegal, con el fin de favorecer su propio poder.

Le falta a usted intención política. Nosotros no podemos decir que el público premió con una ovación la presencia del Licenciado Sánchez Ocaña. Puede usted escribir: «Los aplausos oficiosos de algunos amigos no lograron ocultar el fracaso de tan difusa pieza oratoria, que tuvo de todo, menos de ciceroniana». Es una redacción de elemental formulario. ¡Cada día es usted menos periodista!

Director de “El Criterio Español”, Segunda parte, Libro primero, 76

En esta cita se representa -a la manera exagerada y caricaturesca propia del esperpento- la burda censura sobre la que se sostiene la tiranía de Santos Banderas. El Director de “El Criterio Español”, un diario afín a los intereses de los españoles, da cátedra a sus empleados sobre cómo hacer periodismo durante el acto opositor al Tirano. Con toda naturalidad, el Director dice que ellos no pueden escribir lo que ven (que el público ovaciona al Licenciado Sánchez Ocaña), sino que deben transformarlo a su favor. En la medida en que los intereses españoles son contrarios a los intereses defendidos por los revolucionarios, el Director de “El Criterio Español” propone tergiversar la realidad observada para transmitir un mensaje falso: el absoluto fracaso del acto opositor.

El efecto paródico se intensifica en la medida en que el hombre reprocha a su empleado ser cada día menos periodista. Así, da a entender que el periodismo poco tiene que ver con informar y describir la realidad, y se orienta más bien a construir una imagen distorsionada de la realidad, acorde a intereses económicos particulares. Es gracias a esa práctica de censura que el gobierno de Santos Banderas logra desautorizar a su oposición y hacerse propaganda.

El criollaje conserva todos los privilegios, todas las premáticas de las antiguas leyes coloniales. Los libertadores de la primera hora no han podido destruirlas, y la raza indígena, como en los peores días del virreinato, sufre la esclavitud de la Encomienda. Nuestra América se ha independizado de la tutela hispánica, pero no de sus prejuicios, que sellan con pacto de fariseos Derecho y Catolicismo.

Sánchez Ocaña, Segunda parte, Libro segundo, 80

Esta cita es relevante en la medida en que expone las ideas que defienden los revolucionarios, de boca de uno de sus intelectuales. En el acto de los revolucionarios organizado por Roque Cepeda, el líder Sánchez Ocaña esboza el objetivo primordial de la Revolución, orientado a liberar al indio. Para ello, expone y denuncia las estructuras colonialistas que aún luego de la independencia de América siguen vigentes. Propone que si bien la independencia de la tutela hispánica se logró, lo que aún permanece en pie son los prejuicios que trajo la colonización, que dan lugar a privilegios para el criollaje por sobre los indios. De esta manera, Sánchez Ocaña parece aludir a la discriminación y a los prejuicios que justifican que el indio deba estar sujeto a la opresión de criollos y españoles, al ser concebido como una raza inferior, “como en los peores días del virreinato”. Según Ocaña, en consonancia con esas ideas, persisten aún estructuras económicas afines, como el sistema de encomienda que esclaviza al indio. De este modo, el líder parece sugerir que la Revolución debe producir un cambio económico y político, pero también cultural.

¡Por ti y los chamacos no cumplo mis deberes de ciudadano, Laurita! El último cholo que carga un fusil en el campo insurrecto aventaja en patriotismo a Filomeno Cuevas. ¡Yo he debido romper los lazos de la familia y no satisfacerme con ser un mero simpatizante!

Filomeno Cuevas, Cuarta parte, Libro tercero, 135

Mediante este parlamento, Filomeno Cuevas anuncia a su mujer que abandonará a su familia para volcarse a la lucha armada revolucionaria. En él se exhibe una clara oposición entre familia y patria. Filomeno dice que hasta ahora dedicó su vida a cuidar de sus hijos y su esposa, relegando así su deber ciudadano. Pero ahora, que la situación política apremia, y avivado por la propuesta del prófugo Domiciano de la Gándara, Filomeno Cuevas reordena sus prioridades y decide cumplir con su deber patriótico: luchar contra el Tirano Banderas, que atenta contra la libertad y la integridad de la Patria. Se trata de dejar de ser “un mero simpatizante” y de participar activamente de la política, poniendo el cuerpo y arriesgando la propia vida.

Resulta así que la tiranía impide que familia y patria coexistan. Defender a la patria significa para Filomeno “romper los lazos de la familia”. Efectivamente, al irse, deja a su familia desamparada, quizás en riesgo de correr el mismo destino trágico que la familia de Zacarías.

El niño corría un momento, y tornaba a detenerse sobre el camino, llamando a la madre. Un gendarme se volvió, haciéndole miedo, y quedó suspenso, llorando y azotándose la cara.

Narrador, Cuarta parte, Libro sexto, 140

En este fragmento se corporiza la cruda violencia de la tiranía y sus efectos trágicos sobre los más vulnerables. La mujer de Zacarías ha sido acusada injustamente de robar el anillo de Domiciano y en respuesta la policía allana su casa. Aquí se exhibe la escena por la cual los gendarmes irrumpen violentamente en la casa y detienen a la fuerza a la mujer. Ella ruega que la dejen llevarse consigo a su hijo bebé, pero los gendarmes no solo deciden abandonarlo, sino que también disfrutan asustándolo (“haciéndole miedo”). La imagen es de alto dramatismo, puesto que el niño no es capaz de entender qué sucede y se lo describe desbordado de desesperación (“azotándose la cara”). La madre grita para tranquilizarlo, pero el desorden de los gendarmes impide que el chico la escuche y vaya a su encuentro. Como resultado de la desidia policial, el niño queda solo e indefenso en el rancho, donde morirá como un animal, víctima de los chanchos y los zopilotes. En esta imagen dramática queda condensada la injusticia de la tiranía y la impotencia de los más vulnerables ante la impunidad del Tirano, la cual es capaz incluso de destruir familias.

No está mal el razonamiento de los científicos, cuando nos dicen que la originaria organización comunal del indígena se ha visto fregada por el individualismo español, raíz de nuestro caudillaje. El caudillaje criollo, la indiferencia del indígena, la crápula del mestizo y la teocracia colonial son los tópicos con que nos denigran el industrialismo yanqui y las monas de la diplomacia europea. Su negocio está en hacerle la capa a los bucaneros de la Revolución, para arruinar nuestros valores y alzarse concesionarios de minas, ferrocarriles y aduanas... ¡Vamos a pelearles el gallo sacando de la prisión con todos los honores al futuro Presidente de la República!

Tirano Banderas, Sexta parte, Libro primero, 187

Esta cita contribuye a completar el entretejido de conflictos políticos de la novela. A la tiranía de Banderas y las reivindicaciones de la Revolución, en pos de la liberación del indio, se suma un nuevo factor: los intereses económicos extranjeros. Aquí el Tirano expresa una preocupación por el poder de esos capitales extranjeros en el futuro de América, impostando una defensa acérrima de la independencia del continente. Según él, hay razones puramente económicas detrás del repudio que hacen los yanquis y los europeos de su gobierno; es por eso, dice, que le hacen “la capa a los bucaneros de la Revolución”. El interés que ellos persiguen no es el bienestar de la República, sino un interés individual: controlar la República y beneficiarse así económicamente (“alzarse concesionarios de minas, ferrocarriles y aduanas”). Si bien es evidente que el Tirano también oculta un interés personal e individual al repudiar la intervención yanqui y europea sobre esa región independiente, su parlamento denota una alta comprensión de la situación política y cultural que esa intervención conlleva (la destrucción de la “originaria organización comunal del indígena”).

Doña Lupita, me está pareciendo que tenés vos la nariz de la Reina Cleopatra. Por mero la cachiza de cuatro copas, un puro trastorno habéis vos traído a la República. Enredáis vos más que el Honorable Cuerpo Diplomático. (...) Doña Lupita, la deuda de justicia que vos me habéis reclamado ha sido una madeja de circunstancias fatales: Es causa primordial en la actuación rebelde del Coronel de la Gándara: Ha puesto en Santa Mónica al chamaco de Doña Rosa Pintado: Cucarachita la Taracena reclama contra la clausura de su lenocinio, y tenemos pendiente una nota del Ministro de Su Majestad Católica. ¡Pueden romperse las relaciones con la Madre Patria!

Tirano Banderas, Séptima parte, Libro primero, 210

Esta cita evidencia todo el cinismo del Tirano que, lejos de hacerse cargo de sus acciones, termina culpando de todas las desgracias vividas a Doña Lupita. En primer lugar, la responsabiliza de todas las desgracias acontecidas, ocultando que la detención de Domiciano y todas sus consecuencias fueron producto del afán de control y poder del Tirano. Pero además de atormentar a la mujer, la ridiculiza, al compararla con la hermosa Cleopatra. En la medida en que Doña Lupita es la inversión grotesca de la reina egipcia, Tirano Banderas consigue un efecto esperpéntico y patético. A la par que despliega toda su impunidad y crueldad, el Tirano aprovecha para divertirse, a costa de la mujer.

Esta acusación al final de la novela resulta muy chocante para el lector, pues el Tirano pretende hacer recaer toda la responsabilidad sobre los hombros de alguien inocente y vulnerable, y esconde la trama de intrigas y violencia que él tejió para acrecentar su poder.

Usted, criollo de la mejor prosapia, reniega del criollismo. Yo, en cambio, indio por las cuatro ramas, descreo de las virtudes y capacidades de mi raza. Usted se me representa como un iluminado, su fe en los destinos de la familia indígena me rememora al Padre Las Casas. Quiere usted aventar las sombras que han echado sobre el alma del indio trescientos años de régimen colonial. ¡Admirable propósito!

Tirano Banderas, Séptima parte, Libro primero, 213

La cita corresponde a un elogio que hace el Tirano a Roque Cepeda, en la misma charla en que le ofrece una tregua a la lucha. Aparentando admiración y buena predisposición, con el fin de ganarse su simpatía, Santos Banderas expresa una de las ironías de la novela: él mismo, “indio por las cuatro ramas”, es uno de los que más desprecia a los indios; descree de sus virtudes y de sus capacidades, contribuye a su exclusión y opresión. En cambio, Roque Cepeda, criollo de ascendencia de renombre, reniega del criollismo y defiende, en cambio, la liberación y los derechos del indio.

Es evidente que el Tirano se muestra elogioso para lograr su cometido, que es propiciar una tregua y luego traicionar a Cepeda y vencer a la Revolución. Para eso apela a sus típicos recursos manipuladores, cargados de falsedad y exageración. En ese sentido, es que asemeja a Roque Cepeda con Bartolomé de las Casas, una comparación que, por exagerada, resulta disparatada.

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