El apodo "Vaflia" (Símbolo)
En la cuarta escena del primer acto, Telegin cuenta que muchas personas lo apodan "Vaflia", palabra que denomina una plancha de barquillo a cuadritos, a causa de su rostro picado por la viruela. El apodo "Vaflia", así, funciona como un símbolo de esa condición física del personaje.
El cartograma de Astrov (Símbolo)
En la segunda escena del tercer acto, Astrov le muestra a Elena un cartograma que él mismo confeccionó para analizar el deterioro de la naturaleza en la zona, y que funciona como un símbolo de la degeneración de la vida humana por las acciones que los hombres realizan en su propio perjuicio.
En el cartograma, el médico exhibe en tres cuadros los estadíos de la naturaleza de la zona en tres instancias: cincuenta años atrás, veinticinco años atrás, y en el presente de la acción. “En el cuadro que presentaba nuestra región hace cincuenta años… El color verde representa el bosque y viene a cubrir la mitad de la superficie” (p.54), explica Astrov, y se explaya sobre la plenitud de la fauna y la flora en ese entonces. Pero luego pasa al cuadro que exhibe la situación veinticinco años después, donde los colores palidecen, exponiendo el claro declive de la fauna local: “Aquí, el bosque cubre solamente una tercera parte de la superficie” (p.55). Finalmente, el doctor exhibe el cuadro de la actualidad de la región: apenas algunas manchas verdes señalan lo que ha quedado de bosque, mientras que varias especies animales habrían desaparecido ya por completo de la zona. Astrov expone entonces una suerte de tesis. El cartograma expondría “una paulatina pero real degeneración”, que encontraría su causa en “una lucha por la existencia superior a las fuerzas”. Detalla el doctor: “Degeneración por inercia, por ignorancia, por inconciencia… El hombre enfermo, hambriento y con frío, para salvar los restos de su vida, para salvar a sus hijos, se ase instintivamente a cuanto puede ayudarle a calmar el hambre, a calentarse, y lo destruye todo sin pensar en el día de mañana” (p.55).
Como dijimos anteriormente, el cartograma de Astrov puede leerse como símbolo de la degeneración de la vida humana. De varios parlamentos expresados a lo largo de la obra se puede extraer una asociación entre la destrucción de la naturaleza y la de la vida de los personajes. Así, el ambiente natural sería destruido de la misma manera que la vida del hombre; las tendencias que acaban destruyendo la naturaleza serían comparables a las fuerzas aparentemente irrefrenables que arrojan a los humanos a la propia destrucción. Leemos así entonces los elementos del cartograma como símbolos de los bienes más valiosos de la vida humana que se pierden en la degeneración. De este modo, los bosques desaparecerían con los años de la misma manera en que lo hacen las fuerzas, esperanzas e ilusiones de los hombres. Y todo ello porque las necesidades inmediatas, mediocres, de supervivencia, les arrojan a los vicios que les calman a corto plazo, pero les alejan del bien, de la generosidad, de la felicidad a largo plazo. Así como el hombre tala los árboles para protegerse de las bajas temperaturas que lo azotan en un invierno, actuando en perjuicio de los bosques, que brindarían salud y belleza a su futuro, los personajes de la obra se lanzarían al alcohol, al ocio, a amores equivocados, para calmar sus padecimientos presentes pero atentando, a su vez, contra su propio bienestar futuro.
Las aves (Símbolo)
A lo largo de la pieza se repiten, en boca de varios personajes, alusiones a distintos tipos de pájaros. Estas expresiones aparecen, generalmente, asociadas a algún personaje, ya sea en referencia a un tercero o al propio enunciador. En el tercer acto, por ejemplo, Vania le dice a Elena: “usted tiene sangre de ondina” (p.53); Elena llama a Sonia “palomita” (p.53); y Astrov sentencia ante Elena: “¡Rapiñadora querida…, no me mire de ese modo! ¡Soy gorrión viejo!” (p.56).
Más allá de las implicancias metafóricas de cada expresión en la particularidad de su contexto de enunciación, debe leerse en el conjunto de expresiones propias del campo léxico de las aves una significación simbólica. Dicha significación apunta a la noción de alas, de vuelo, y esta subyace en el clima emocional de los personajes a modo de carencia y de deseo: los personajes se hallan atrapados, casi hundidos, en sus vidas terrenales, campesinas. Frente a este tipo de existencia, sueñan con grandes cambios, grandes amores, que componen una ilusión asociada al pasado, en la nostalgia, o a la esperanza respecto del futuro. Como sea, lo que parecen compartir los personajes es una incapacidad para despegar que les hace soñar con el vuelo. Las aves componen así un símbolo de libertad, una libertad de la cual los personajes, encerrados en sus existencias frustradas, carecen.
Las rosas de otoño (Símbolo)
En la primera escena del tercer acto, Vania le promete a Elena traerle unas rosas, con las que efectivamente vuelve a entrar una escena después. Esas rosas, tal como señala Sonia, son "rosas de otoño" (p.53). Lo otoñal depende, por supuesto, de la estación en la que sucede la acción de la obra, pero, a su vez, posee una carga simbólica.
Vania sabe que su amor por Elena llegó tarde, que la muchacha está ya casada con Serebriakov, y que debería haberle propuesto matrimonio veinte años atrás. Vania no deja por eso de confesarle su amor a Elena ni de entregarle flores, pero hay un dejo, un subtexto, en el cual todos saben que es tarde para esa relación: Elena ya está casada, y Vania ya es viejo. El hecho de que las rosas sean de otoño, estación que se identifica, no con el florecer primaveral y la juventud, sino justamente con el declive y la cercanía del fin, del invierno, funciona como símbolo de lo tardío, casi vencido, de ese amor.