Genero
Crónica - Biografía.
Configuración y Contexto
El mar Caribe y Colombia, fines de febrero de 1955.
Narrador y Punto de Vista
La crónica está narrada en primera persona. El protagonista, Luis Alejandro Velasco, cuenta sus diez días a la deriva en una balsa y la forma en que se salvó de la muerte.
Tono y Estado de Ánimo
El tono del relato es sencillo, íntimo y franco; el narrador presenta su historia tal cual le sucede y expone sus pensamientos y sus sentimientos en esos diez días que está a la deriva. Todo ello contribuye a la verosimilitud del relato, que se publica por primera vez como una crónica periodística.
Protagonista y Antagonista
El protagonista es Luis Alejandro Velasco y sus antagonistas, las fuerzas de la naturaleza que atentan contra su vida, como las tempestades, los tiburones, el frío y el sol abrasador.
Conflicto Principal
Luego de quedar varado en el mar, Luis Alejandro Velasco debe buscar la forma de mantenerse con vida en la balsa, sin comida ni agua, hasta que lo rescaten o hasta llegar a la costa.
Climax
El clímax se da cuando, luego de diez días de naufragio, Velasco divisa la costa y se arroja al agua para nadar hasta la playa.
Presagio
La novela abunda en presagios por parte de la tripulación del destructor "Caldas". Estos comienzan luego de ver una película en la que hay una escena de un barco en medio de una tempestad. Así, por ejemplo, el marino Diego Velázquez pregunta días antes del accidente: "¿Qué tal si nos sucediese una cosa como esa?" (p. 16).
Atenuación
N/A
Alusiones
En la novela se alude a la película 'El Motín del Caine', que resulta de gran importancia, porque pone intranquilos a los marineros y presagia que algo malo va a suceder.
Imágenes
Ver sección "Imágenes".
Paradoja
N/A
Paralelismo
N/A
Metonimia y Sinecdoque
En un momento, cuando una procesión traslada al narrador por el pueblo de Mulatos, este expresa: "Yo veía pasar rostros frente a mí" (p. 153). En esta cita, la sinécdoque se presenta cuando “rostros” reemplaza al término “personas”.
Personificación
"Un momento en que no se sienten ni los implacables mordiscos del sol en la piel ampollada" (p. 76).
En este pasaje, el narrador alude al sol como una presencia que muerde y lastima su piel.