Resumen
El biógrafo inicia el capítulo lamentándose por lo poco que se sabe sobre el período de Orlando en Constantinopla, a causa de que una revolución y un gran incendio destruyeron los documentos de la época. Luego explica la rutina de Orlando en ese entonces: contemplar por la mañana sitios exóticos desde su balcón, visitar a secretarios y autoridades oficiales en la tarde y pasar las noches en asuntos sociales exageradamente formales. Orlando continúa la escritura de su poema y también continúa conquistando a muchas personas, sin importar su proveniencia social. De todos modos no deja de ser una persona solitaria; no concreta amistades. El biógrafo comenta que “cierta gran dama” (p.94) lo sigue desde Inglaterra, pero él no le brinda su amor ni atención.
El rey Carlos decide convertir a Orlando en Duque, y se brinda una gran fiesta para celebrar. El biógrafo vuelve a lamentar la falta de documentación sobre la época, pero configura un informe sobre la fiesta recopilando datos de los diarios de un oficial de la naval inglesa y de la hija de un general inglés. El evento es lujoso y multitudinario, y todo funciona de maravillas hasta que a la medianoche Orlando es coronado como Duque, con su collar, estrella, manto y corona, y se produce una inmediata conmoción: un grupo de “nativos” irrumpe en el salón del banquete, y la gente grita y se lanza a correr. Soldados británicos detienen el pánico y horas después todos abandonan la Embajada.
Esa noche Orlando se encierra en su habitación. A la mañana siguiente no despierta: nuevamente parece estar en trance. Sus secretarios revisan su habitación y encuentran el poema “La encina” a la vez que una hoja que documenta el matrimonio entre Orlando y una bailarina llamada Rosina Pepita. Al séptimo día del trance de Orlando, la insurrección que había asomado la noche de la coronación ahora se desata plenamente: el pueblo se manifiesta contra el Sultán, la ciudad es incendiada y muchos extranjeros son torturados y asesinados. Cuando los manifestantes entran a la casa de Orlando, creen que está muerto, así que le roban, pero no le hacen ningún otro daño.
Esa misma noche, la Castidad, la Pureza y la Modestia, quienes según el biógrafo lucen como señoritas extrañas pero adorables, se adentran en la habitación de Orlando por turnos, se presentan y le hablan al joven. Luego las tres figuras se toman de las manos y bailan despacio, cantando: “Verdad, no salgas de tu obscena caverna. Húndete” (p.101), pero las trompetas las interrumpen, resonando cada vez más fuerte, y las tres figuras salen llorando. Un último estruendo de trompetas pronuncia “¡La verdad!” (p.102) y Orlando se despierta, desnudo, siendo mujer.
El biógrafo describe a Orlando como al ser humano más hermoso y atractivo del mundo, quizás específicamente por su androginia: “Sus formas combinaban la fuerza del hombre y la gracia de la mujer” (p.102). Orlando observa, con calma, su cuerpo desnudo en el espejo, y luego se da un baño.
El narrador pausa el relato para decir que Orlando cambió de sexo, pero no se modificó en mucho más: su rostro y su mente se conservan iguales. También dice que, desde este momento, se referirá a Orlando con pronombres femeninos, puesto que será mujer hasta su muerte.
No se observan en Orlando señales de perturbación alguna mientras realiza sus actividades habituales. La protagonista sale ahora de la Embajada y se encuentra con un gitano y dos burros. Se sube a uno de ellos y sale, junto al gitano, de Constantinopla. Luego de varios días llegan a un lugar donde viven los gitanos. Orlando disfruta no tener que ocuparse de las labores aburridas que tenía en la Embajada. De todos modos, a los gitanos les molestan algunos hábitos de Orlando, como que se siente durante horas a pensar. Al tiempo que los gitanos se vuelven escépticos y temerosos respecto a Orlando, la protagonista comienza a sentirse conflictuada: se pregunta si la Naturaleza es bella o cruel, y continúa su poema “La encina”, que trae con ella. Los gitanos comienzan a pensar que Orlando trae mala suerte, y no se dejan impresionar cuando ella les habla de sus posesiones en Inglaterra.
Orlando quiere dejar a los gitanos pero no quiere volver a trabajar en la Embajada. Un día, una sombra se transforma en un agujero en una montaña a través del cual Orlando puede ver un día de verano en Inglaterra. Orlando contempla la escena hasta que finalmente se oscurece y desaparece por completo. Entonces se quiebra en llanto y vuelve al campamento gitano anunciando su regreso a Inglaterra. El biógrafo señala que es bueno que Orlando haya tomado esa decisión, puesto que los gitanos planeaban su asesinato. Orlando encuentra un bote en la costa que está por partir hacia Inglaterra y utiliza una perla de su collar para pagar el pasaje.
Análisis
En el capítulo tercero tiene lugar el giro más importante en la identidad de Orlando. Dicho giro (la transformación de Orlando en mujer) no es tratado por el narrador ni por la protagonista, sin embargo, como un hecho que requiera demasiadas explicaciones. “El cambio se había operado sin dolor y minuciosamente y de manera tan perfecta que la misma Orlando no se extrañó” (p.103), dice el biógrafo, posicionándose a su vez en contra de otras posibles versiones sobre el asunto: “Muchas personas, en vista de lo anterior, y de que tales cambios de sexo son anormales, se han esforzado en demostrar (a) que Orlando había sido siempre una mujer (b) que Orlando es ahora un hombre” (p.103). El narrador no se interesa, siquiera, por el debate: “Biólogos y psicólogos resolverán. Bástenos formular el hecho directo: Orlando fue varón hasta los treinta años; entonces se volvió mujer y ha seguido siéndolo” (p.103). En consecuencia con este posicionamiento, el biógrafo no especifica qué es lo que se modifica exactamente en Orlando cuando se transforma en mujer. Es claro que el cambio es más físico que mental o emocional, en tanto se dice que Orlando experimenta el mundo de una manera muy similar a la que lo hacía hasta entonces. El narrador aclara también que el rostro y el cuerpo de Orlando se conservan lo suficiente como para que las personas la reconozcan fácilmente: la mayor diferencia se presenta en su vestuario, elemento sobre el cual la novela reflexionará más adelante.
El período en que Orlando vive con los gitanos funciona en la novela, más que nada, para incluir una referencia cultural contrastante respecto de la inglesa. Aunque contemporáneas, ambas culturas difieren en sus costumbres, sus configuraciones sociales, y, consecuentemente, en aquello que consideran normal o anormal. El tema de la cultura en oposición a la naturaleza se desenvuelve en esta situación con claridad, en tanto la contrastación de diferentes culturas permite un extrañamiento que deja en evidencia lo hondamente relativo de nuestras creencias, lo profundamente cultural que es nuestra construcción de aquello que es o no normal o aceptable. La novela evidencia cómo estas diferencias llegan a enfrentar a los individuos: cuando los gitanos confrontan a Orlando por considerar extraños algunos de sus comportamientos o creencias (como la idea de que las posesiones materiales son relevantes para la apreciación de una persona), Orlando comienza a resentirse con ellos y con su cultura por ser distinta a la propia. De la misma manera, los gitanos acaban encontrando las diferencias culturales tan abrasivas que deciden matar a Orlando.
La otra función del hecho de que Orlando pase un período con los gitanos se asocia a la anterior, en tanto también tiene que ver con las diferencias culturales. Orlando vive en la comunidad gitana inmediatamente después de transformarse en mujer, y las concepciones sobre el género de esa comunidad parecieran funcionar específicamente para que no se produzca en la protagonista un sorpresivo choque a partir del modo en que el mundo la percibe. La sociedad gitana no parece entender los géneros con el binarismo y los correspondientes roles de la manera en que lo hace la cultura inglesa que le es contemporánea. En otras palabras, a los gitanos no les hace diferencia que Orlando sea hombre o mujer. Las mujeres gitanas realizan los mismos trabajos que los hombres, se comportan prácticamente de la misma manera, los hombres y mujeres visten muy similar (algo en lo que Orlando luego verá una clave para experimentar variaciones en los géneros). Esto parece darle a Orlando un tiempo para procesar su transformación consigo misma, tiempo que se quiebra de inmediato apenas pone un pie en un barco europeo: el modo de vestir de Orlando producirá automáticamente, en los hombres pertenecientes a su propia cultura, un modo de ser tratada muy distinto al que tendría si vistiera como hombre.
Apenas abandone la comunidad gitana, la sociedad esperará de Orlando determinados comportamientos; demostración de valores; determinadas, incluso, aspiraciones. Las identidades y discursos de las tres Señoras que visitaron a Orlando antes de su transformación pasarán a ser las exigencias que la protagonista debe cumplir: se esperará que sea modesta, casta, pura, y por ende respetable. El poder, el estatus y la autonomía de Orlando durante su estadía en Constantinopla se verán directamente contrastados con su carencia de estabilidad política, financiera y social en su regreso a Inglaterra, debido al género femenino al cual, ahora, pertenece.