Orlando

Orlando Metáforas y Símiles

"Las antiguas sospechas subterráneas que estaban trabajándolo salieron abiertamente de su escondite. Lo picó un enjambre de víboras, cada una más venenosa que la anterior" (Cap. 1, p.46) (Metáfora)

Hacia el final del primer capítulo, Orlando sufre por primera vez el desamor. La princesa moscovita de la cual se había enamorado, Sasha, no acude al punto de encuentro que Orlando había propuesto para que ambos huyeran juntos. En el momento en que se da cuenta de que ella no va a llegar, Orlando comienza a unir hilos, a confirmar sospechas, a sentir que esa visión que él había tenido de ella en los brazos de un marino no era tan fantasiosa como Sasha le había hecho creer. El narrador describe de manera metafórica ese instante en el pensamiento de Orlando: las sospechas brotando en la mente del protagonista son como víboras picándolo y dando rienda suelta al veneno de los celos en la sangre del joven.

"en cuanto estaba solo bajo la encina, los segundos se inflaban y se inflaban como si nunca fueran a caer" (Cap. 2, p.74) (Metáfora)

En esta novela el tiempo ocupa un lugar protagónico. Orlando suele pasar horas recostado, pensando, y el narrador en varias ocasiones suspende el relato de la acción para reflexionar acerca de las diversas posibilidades de afección del tiempo sobre la mente. En el fragmento citado, el narrador recurre a una metáfora para describir la amplia dimensión en la que puede extenderse una partícula temporal paradójicamente breve. En cuanto Orlando se recuesta a pensar, los segundos suceden con tal lentitud que parecen burlar el avance esperable del tiempo. En estas mínimas partículas de tiempo Orlando puede pensar tal extensión de imágenes y conceptos que los segundos parecerían inflarse y, como globos, quedarse flotando, suspendidos, sin caer.

"Ahora estaban corteses, pero molestos como se ponen las personas bien educadas cuando un forastero declara su pobreza u origen humilde" (Cap. 3, p.109) (Símil)

Hacia el final del tercer capítulo Orlando pasa un tiempo en una comunidad gitana. La novela así pone en contraste dos culturas muy diversas (la occidental-inglesa y la gitana), y el foco del narrador suele tender a visibilizar las diferencias que aparecen en los modos de concebir el mundo. Una de estas diferencias se da cuando Orlando cuenta a los gitanos acerca de sus lujosas posesiones en Inglaterra sin lograr impresionar a sus interlocutores. Muy por el contrario, los gitanos evidencian no compartir la jerarquía de valores occidental en cuya cima siempre habita lo material. El símil utilizado por el narrador para describir la reacción de los gitanos frente a esta revelación por parte de Orlando no es en absoluto casual, sino que funciona justamente para establecer una tajante comparación con el sistema de valores opuesto: los gitanos reaccionan ante la ostentación de posesiones al igual que los ingleses de alta sociedad (ridiculizados por el narrador en la expresión "personas bien educadas") lo harían ante alguien que confesara su pobreza.

"El amor, el nacimiento y la muerte fueron arropados en bellas frases" (Cap. 5, p.167) (Metáfora)

El capítulo 5 sitúa la acción en el siglo XIX. En Inglaterra, este período conocido como época victoriana se caracteriza principalmente por un incremento en la rigurosidad de las reglas y normas sociales referentes al decoro. Así, se hace visible en el tratamiento de algunos temas la aparición de una suerte de manto, de velo, que tiende a cubrir en el discurso algunos tópicos que de otra manera podrían resultar indecorosos o menos "aceptables". El amor, el sexo, la muerte, son algunos de esos temas que, tal como expresa con su metáfora el narrador, fueron recubiertos por eufemismos.

"una extraordinaria titilación y vibración le recorría todo el cuerpo, como si la integraran miles de alambres en los que alguna brisa o unos dedos errantes estuvieran haciendo escalas” (Cap. 5, p.174) (Símil)

Orlando no siente una gran opresión social a causa de su género femenino sino hasta el capítulo quinto, que tiene lugar en el siglo XIX. El "Espíritu de la Época", entonces victoriana, invade a Orlando con todas sus estrictas normativas sociales destinadas a oprimir, especialmente, a las mujeres, cuyas vidas parecen tener que restringirse al hecho de casarse y tener hijos. El narrador describe el instante justo en que Orlando, como mujer en el siglo XIX, no solo no puede escribir como antes lo hacía, sino que lo que obstaculiza su vocación artística es la inquietud producida por lo que generalmente se da como una interiorización de los mandatos sociales, que le ordenan con urgencia conseguirse un marido, colocar un anillo de bodas en su dedo.

La sensación que perturba a Orlando es descrita por el narrador como una suerte de vibración, y el símil elegido para describir este momento ilustra metafóricamente el hecho de que el padecer de Orlando se da a causa de una presión social. Esos “dedos errantes” en los “alambres”, produciendo el temblor en la protagonista, son precisamente los de los mandatos de género instaurados en la sociedad, que manipulan a las mujeres como títeres de cuerdas y las dirigen al destino prefigurado: casarse y tener hijos.

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