"El mago había echado leche, melaza, espumoso champán en el blanco bolso nuevo de una damita, y el bolso permanecía incólume" (pp.78-79). (Metáfora)
Humbert utiliza varias metáforas para referirse a la mancha que pudo haber provocado sobre la inocencia de Lolita que, según sus palabras, se mantiene inmaculada -"Me sentía orgulloso de mí mismo. Había robado la miel de un espasmo sin perturbar la moral de una menor. No le había causado el menor daño" (p.78)-; la leche, la melaza, el espumoso champán. Las tres metáforas sugieren, en el contexto erótico en que se profieren y sabiendo de antemano que Humbert ha eyaculado sobre la nalga de Lolita, al semen. Lógicamente, el blanco bolso no sólo refiere a la inocencia de Lolita, sino también a su nalga.
La metáfora de "mago" para referirse a sí mismo, también presente en esta cita, es interesante porque nos lleva a pensar en la segunda versión del relato de Lolita: la primera fue un cuento breve, titulado "Un cuento de hadas" mientras que el segundo se llama "El hechicero" y ya es una nouvelle. En este último relato las metáforas del mago, el hechicero, el "encantador" son mucho más frecuentes. Esta metáfora puede ser tomada como un resabio de aquel Humbert anterior.
"(…) con mano infantil [Lolita] soltaba de un tirón su falda, que se le había metido en la hendidura del melocotón (para citar a Robert Browning)" (p.145). (Metáfora)
En esta metáfora por demás sugerente por la cual las nalgas de Lolita son un melocotón (o durazno), Nabokov aprovecha para traer a colación al poeta y dramaturgo inglés Robert Browning. A pesar de que no es una cita textual ni mucho menos, Browning es quien realiza en uno de sus poemas la comparación entre las nalgas y los melocotones. Browning, como luego Nabokov, se inspiraba en la naturaleza para ver las más variadas formas.
"Desde la primera terraza vi a lo lejos, en la pista de tenis, que parecía la pizarra mal borrada de un niño, a mi adorada Lolita, que jugaba un partido de dobles. Se movía como un ángel en medio de tres monstruos del Bosco" (p.290). (Símil)
En primer lugar, la cancha de tenis es comparada con la pizarra de un niño. Esta comparación relativamente superficial da un marco para el símil que propone para la niña: Lolita es como un ángel, debido a su inocencia y pureza infantil. Las tres personas que la acompañan son monstruosas, como personajes del Bosco. Probablemente Nabokov refiera al célebre cuadro "El jardín de las delicias" que se exhibe en el Museo del Prado. Esta última comparación es relevante ya que Humbert, en relación a Lolita, se referirá a sí mismo también como un monstruo.
"En sus ojos gris pálido, tras las extrañas gafas, nuestros pobres amores se reflejaron un instante, y fueron valorados y descartados como algo aburrido, como una reunión pesada, como una merienda campestre a la que sólo hubieran acudido las personas más insulsas y que, encima, hubiera sido interrumpida por la lluvia, como un pedazo de barro seco que se hubiera adherido a su niñez y del cual no hubiera podido desprenderse" (p.335). (Símil)
Esta cita es una pequeña muestra de un recurso bastante explotado en la novela, la enumeración o encadenamiento. En este caso, como si una sola comparación no fuera suficiente, se arma un abanico, una composición de símiles que dan un panorama más profundo aunque más ecléctico. Humbert es, como bien sabemos, un artista, escribe y en este caso nos muestra el proceso de su trabajo: no logra, para "nuestros pobres amores" ante los ojos de Lolita, la comparación final, el símil perfecto. Parece que, en su lugar, nos mostrara parte de su trabajo de escritor, ese trabajo de prueba y error por el cual va colocando los símiles uno tras otro. En este caso no escoge, sino que superpone todos.
La primera comparación es despreocupada, los amores fueron descartados como "algo aburrido". Pero luego se intenta particularizar más aún, dar un ejemplo de eso mismo, y aparece la "reunión pesada". Particulariza más, y esa reunión es "una merienda campestre" a la que sólo acuden "personas insulsas", y que, encima, se interrumpe por la lluvia. Pero no, lo intenta una vez más y aparece el tercer símil, el más crudo quizá: el vínculo es comparado con un pedazo de barro seco adherido a la niñez de Lolita.
“Ésta es, pues, mi historia. La he releído. Se le han pegado pedazos de médula, y costras de sangre, y hermosas moscas de color verde brillante" (p.378). (Metáfora)
Esta metáfora es una de las tantas muestras de crudeza de la pluma de Nabokov. Los pedazos de médula y las costras de sangre remiten al crimen, al asesinato, a la destrucción del cuerpo. Las moscas de color verde brillante, por otra parte, sugieren la putrefacción, la descomposición de los cuerpos que gira en torno a la historia narrada.