La obra se abre en Dinamarca, al llegar la medianoche al Castillo de Elsingor. Horacio, un estudioso, y Marcelo, un centinela, se unen a la guardia nocturna de Bernardo. Desde su puesto de vigilancia, Marcelo y Bernardo han observado dos veces a un misterioso fantasma deambulando por los terrenos reales. Marcelo pregunta ansiosamente a Bernardo si "'el espantoso fantasma que hemos visto ya en dos ocasiones...'" Acto 1, Escena 1, línea 23 se ha aparecido nuevamente esa noche. Un escéptico estudiante, Horacio fue invitado a la guardia por dos razones: para verificar la historia de fantasmas de los guardias, y para hablar con el espíritu si se presenta por tercera vez.
Disipando pronto las dudas de Horacio, el temible fantasma ingresa vestido con toda su armadura. El fantasma ataviado con su traje de guerra utiliza su visera y lleva una porra en su puño. Atemorizados Horacio, Marcelo y Bernardo se dan cuenta que el espectro en armadura se parece mucho al recientemente fallecido Rey Hamlet. Horacio le habla al espíritu, pero el fantasma permanece en silencio.
Preocupado por el espíritu errante del Rey Hamlet, Horacio advierte a los guardias que "'Esto pronostica alguna extraordinaria mudanza a nuestra nación”. Acto 1, Escena 1, línea 68 La presente conmoción, razona Horacio, debe ser el resultado de las recientes peleas con el joven Fortinbrás de Noruega. En el pasado, el Rey Fortinbrás desafió al Rey Hamlet a una batalla por territorio en disputa. Los dos monarcas acuerdan mutuamente que la tierra del perdedor sería cedida al ganador. Hamlet mató a Fortinbrás y, en consecuencia, obtuvo las tierras de Fortinbrás. El joven Fortinbrás con la intención de recuperar la tierra perdida por su padre, ha reunido una muchedumbre de combatientes para desafiar a Dinamarca. Bernardo está de acuerdo en que el inminente ataque de Fortinbrás debe ser la causa de la actual perturbación. Como prueba, él señala que el fantasma usa la misma armadura que llevaba el Rey Hamlet para derrotar al viejo Fortinbrás.
El fantasma vuelve a aparecer de repente con su armadura. Horacio le pide hablar mientras los guardias intentan detenerlo con golpes inútiles. Cuando el gallo cacarea indicando la llegada del amanecer, el espíritu en su armadura se retira rápidamente. Horacio sospecha que el fantasma del rey rompa su silencio sólo ante el joven Hamlet. Resuelve prontamente contarle al Príncipe Hamlet del fantasma errante de su padre.