Resumen
Dos años después, Nick recuerda las horas posteriores al hallazgo del cuerpo de Gatsby. Reporteros, policías y fotógrafos entran y salen de la mansión. Escriben historias grotescas, exageradas y falsas sobre Gatsby. Los periodistas escuchan el testimonio de Michaelis, que informa sobre la infidelidad de Myrtle con Gatsby, pero Catherine, la hermana de Myrtle, no confirma el affaire. Wilson es catalogado como un hombre “trastornado por el dolor” (2011:208).
Nick se siente culpable por la muerte de Gatsby y comienza a organizar el funeral. Llama a la casa de Daisy y le dicen que ella y Tom han dejado la ciudad. Intenta comunicarse con Meyer Wolfsheim pero no lo logra. Espera que él y Daisy llamen, pero no lo hacen.
Al tercer día llega un telegrama de Minnesota firmado por Henry C. Gatz, avisando que está viajando hacia West Egg y pidiendo que retrasen el funeral hasta su llegada. Es el padre de Gatsby: un hombre solemne y consternado. Se viste con un sobretodo barato. Le cuenta a Nick que se enteró de la muerte de su hijo por el periódico de Chicago. Nick lo lleva a ver el cuerpo. El hombre sale llorando, pero luego comienza a mirar con asombro y orgullo la mansión. Kilpspringer llama por teléfono y le avisa a Nick que no irá al funeral.
La mañana del funeral, Nick va a Nueva York a buscar a Meyer Wolfsheim. El hombre de negocios intenta esquivarlo, pero finalmente termina recibiéndolo en su oficina. Cuando Nick le pide que vaya al funeral, Wolfsheim contesta que no puede: “no puedo quedar enredado en eso” (2011:217).
De vuelta en West Egg, el Sr. Gatz le muestra a Nick una foto de la mansión de West Egg que le envió su hijo. Le cuenta que Gatsby, dos años atrás, fue a verlo y le compró una casa. Luego, le muestra un libro en el que Gatsby, de niño, ha anotado un cronograma con las actividades del día: ejercicios, estudios, “practicar dicción, desenvoltura y cómo lograrla” (20111:219).
Nadie más llega al funeral, así que Nick parte hacia el cementerio con el padre de Gatsby y cinco empleados. Aparece inesperadamente el hombre con anteojos de lechuza que Nick conoció en su primera fiesta en lo de Gatsby. Luego de la ceremonia, Nick se encuentra con Jordan Baker. Ella le avisa que está comprometida con otro y le dice que pensaba que él era una persona honesta. Nick se marcha, enamorado de ella y angustiado.
Una tarde de octubre, Nick se encuentra con Tom Buchanan caminando por la Quinta Avenida. Nick no quiere darle la mano pero rápidamente le pregunta qué le dijo a Wilson la noche de la muerte de Myrtle. Tom confiesa que delató a Gatsby. Dice que lo tenía merecido y luego agrega: “a tí te echó polvo en los ojos igual que a Daisy” (2011:225). Nick piensa que Tom no sabe que era Daisy quien manejaba ese auto.
El narrador reflexiona que el Este tiene un carácter distorsionador de las experiencias. Lo encuentra vano y brutal. Determina volver al Oeste. Luego de la muerte de Gatsby, el Este es grotesco y el Oeste, por contraposición, parece idílico. En su última noche en West Egg, mira la luna y la mansión de Gatsby. Imagina un país hecho por soñadores como él. Compara la luz verde del muelle de Daisy con el descubrimiento del gran continente americano, con la llegada de los marinos holandeses al “verde nuevo mundo” (2011:227). Imagina la fascinación de estos exploradores ante su descubrimiento y el asombro de Gatsby al descubrir la luz que lo guía a su amada.
Análisis
En el último capítulo, Nick parece ser el único amigo de Gatsby. Busca personas para que asistan al funeral, pero Meyer Wolfsheim y Klipspringer se niegan. Cuando busca en el escritorio de Gatsby más contactos para invitar a la ceremonia, encuentra solo una foto de Dan Cody. Por su parte, Daisy no solo no intenta ayudar a su amante, sabiendo que será culpado por la muerte de Myrtle, sino que no llama ni asiste a su funeral. Nick se enfrenta a las consecuencias de algo que ya sabe: Gatsby es un hombre sin pasado.
Quien sí llega es el padre de Gatsby. En realidad, se trata del padre de James Gatz. La información que él suma sobre Gatsby es evidencia de que, como niño, él ya tenía ganas de mejorar, levantarse de su situación y ser el héroe de una novela de Horatio Alger. Se exhibe así el germen del sueño americano en el protagonista. El padre de Gatsby le muestra a Nick un cronograma con actividades y algunas “resoluciones generales” (2011:219) que escribe Gatsby de niño: “No perder tiempo en Shafters” (2011:219), “leer un libro o revista instructivo por semana, ahorrar $5 (tachado) $3 por semana” (2011:219). Se desprende de aquí la rigurosidad y meticulosidad con la que el protagonista emprende la construcción de un personaje que responde al arquetipo del "hombre que se construye a sí mismo".
En la última noche de Nick en West Egg, antes de volver a vivir al Oeste, pasea por “aquel inmenso e incoherente fracaso de casa" (2011:227) de Gatsby. Imagina a su amigo parado allí, mirando la luz verde: “había recorrido un largo camino hasta ese césped azul, y su sueño tiene que haber parecido tan próximo como para que fuera difícil no atraparlo. No sabía que estaba ya detrás de él” (2011:227). Nick reflexiona sobre lo cerca que ha estado Gatsby de conseguir a Daisy, de contagiarse la riqueza y el glamour de su amada, pero también reconoce que su sueño era imposible. Piensa que Gatsby falla en no reconocer que el sueño americano ya estaba muerto antes de que él lo empezara a perseguir. Sus metas, la búsqueda de abundancia y estatus, se han vaciado de sentido en la sociedad estadounidense de la época. Hay una toma de conciencia en el narrador sobre la decadencia del sueño americano que, en su época, se degrada a un cruel materialismo. La desilusión final es con la cultura norteamericana contemporánea y, en un sentido, con la civilización moderna occidental. Nick está decepcionado por todo lo que Gatsby persigue pero, a la vez, valora el idealismo imaginativo con el que sostiene, firme, su anhelo.
Nick compara el sueño romántico de Gatsby con el “último y mayor de todos los sueños humanos” (2011:227): la llegada de los colonos europeos a un continente desconocido. Según Dalton, este paralelismo plantea una pregunta universal de los hombres sobre si la real experiencia humana puede estar alguna vez a la altura de los deseos y los sueños (1998). La novela parece contestar que no, que la decepción es inevitable.
En sintonía, la oración final de la narración puede funcionar como el epitafio de Gatsby y de la novela: “Así seguimos batiendo, barcos contra la corriente, llevados de vuelta sin cesar hacia el pasado” (2011:228). Nick confirma que el deseo de Gatsby de repetir el pasado es tan inevitable como inútil. En la comparación con la corriente de un río, se presenta esta fuerza nostálgica de retroceso como inexorable y, de alguna manera, como una tendencia determinada por la naturaleza. Siguiendo a Dalton, la imposibilidad de repetir el pasado es mucho más que una decepción amorosa para Gatsby, porque ese amor es la esencia de un sueño de autorrealización y grandeza (1998). Pero el sueño se frustra y, siguiendo al crítico, la idea de que reconstruir un momento específico en el pasado podría solucionar su vida refleja una búsqueda del hombre moderno que continúa persiguiendo el sentido en una cultura que ya no lo tiene.
En este sentido, la experiencia personal duplica la cultural (1970). Es decir, la experiencia del personaje de Gatsby describe en qué se convirtió el sueño americano en la época de Fitzgerald. En la reflexión final de Nick sobre Gatsby, se desprende que los Estados Unidos fueron fundados para hombres como él: para que los sueños de las personas ambiciosas se volvieran realidad. Sin embargo, la toma de conciencia de Nick implica la aceptación de que personas como Tom y Daisy Buchanan reproducen en los Estados Unidos los excesos de la aristocracia europea. Esto implica que Gatsby, a pesar de toda su riqueza y crecimiento personal, no pueda ser parte de su mundo. El dinero que Gatsby consigue no cubre la brecha que existe entre su clase y la de los Buchanan. Sus intentos por construir su propio destino fueron saboteados por la crueldad de los miembros de la clase acomodada y conservadora. La conclusión final de la novela es desoladora: los Estados Unidos no son tan distintos al orden aristocrático europeo, y Gatsby es una prueba de ello, al no poder superar las condiciones humildes de su niñez. Es decir, la movilidad social es una ilusión.
Lehan considera que la novela es incluso apocalíptica; no deja esperanzas (1970). La luz verde que mira Gatsby, así como la tierra del continente americano en la época de su colonización, funciona como un símbolo de esperanza. La novela muestra cómo ese signo se deteriora en la búsqueda desesperada de riquezas. En su historia de amor con Daisy y en su deseo por convertirse en el hombre que quiere ser, Gatsby termina sumergido en una carrera materialista y acumuladora. La novela de Fitzgerald denuncia así el materialismo de la sociedad estadounidense en "los años locos".