El Gran Gatsby

El Gran Gatsby Resumen y Análisis Capítulo 2

Resumen

El segundo capítulo comienza con la descripción de un espacio importante en la novela: el valle de cenizas que queda a mitad de camino entre West Egg y Nueva York. Es un espacio intermedio, lleno de polvo, humo y suciedad, con una carretera y pocos negocios destartalados. Hay una calle con tres tiendas que queda “contigua a absolutamente nada” (2011:54). Se describe un cartel con dos grandes ojos dibujados con anteojos amarillos. Son los ojos del doctor T.J. Eckleburg, azules y enormes, que “siguen cavilando sobre el solemne basural” (2011:53).

Una tarde, Nick viaja en tren con Tom hacia Nueva York. Cuando el tren frena en el valle de cenizas, Tom lo agarra del codo y lo fuerza a salir del tren. Le insiste para que conozca a Myrtle, su amante. Nick destaca que su determinación roza la violencia, pero igualmente lo acompaña por una valla ferroviaria “bajo la mirada persistente del doctor Eckleburg” (2011:53). Entran al taller mecánico y saludan a George B. Wilson, su dueño, un hombre rubio y apocado. Luego entra Myrtle, la mujer de Wilson y amante de Tom. Es una mujer robusta y sensual, según Nick. Pasa por delante de su marido, ignorándolo, y saluda a Tom, mirándolo a los ojos. Cuando Wilson sale de la habitación, ella arregla con Tom para tomarse el siguiente tren hacia Nueva York y encontrarse luego en la ciudad.

Ven a un niño poniendo cohetes en fila en las vías del tren porque falta poco para el 4 de julio, el día de la independencia norteamericana.

Wilson cree que Myrtle va a Nueva York a visitar a su hermana. Ella se sienta separada de Nick y Tom en el tren y se cambia el vestido. En Nueva York, Myrtle ve a un señor que vende perros y le dice a Tom que quiere uno. Le pide un perro policía y el señor le da uno más similar a un airedale. Tom paga y los tres siguen hacia la Quinta Avenida. Nick intenta irse, pero ellos insisten para que los acompañe al departamento. Myrtle le dice que va a invitar a su hermana, Catherine.

Llegan a un departamento en la calle 158. Tiene un living pequeño, un comedor, un baño y una habitación. Myrtle dice que va a invitar a los McKee y Tom saca una botella de whisky de una cómoda cerrada con llave. Nick, Tom, Myrtle, Catherine y los McKee empiezan a tomar alcohol. Nick aclara que ese día se emborrachó por segunda vez en su vida, y por eso “todo lo que ocurrió tiene un tinte desdibujado, brumoso” (2011:59).

Nick describe a Catherine como una chica esbelta y pelirroja de treinta años. Luego, caracteriza al señor McKee como un hombre pálido y afeminado. Es un fotógrafo que vive con su mujer. La señora McKee halaga a Myrtle y charla con su marido sobre cómo fotografiarla, cómo modificar la luz y cómo peinarla para la foto. Myrtle se queja de que el joven a quien le ha pedido hielo no llega y maldice la holgazanería de las clases bajas.

Catherine le pregunta a Nick dónde vive, y cuando Nick menciona que habita en West Egg, ella le dice que ha estado en una fiesta en lo de Gatsby. Agrega un rumor: “dicen que es sobrino o primo del káiser Guillermo. De ahí viene todo su dinero” (2011:62). Luego le susurra a Nick que ni Tom ni Myrtle soportan a las personas con las que se han casado. Catherine le dice que Tom no puede dejar a Daisy porque es católica y no cree en el divorcio. Nick sabe que eso no es cierto y se impacta por “la ornamentación de la mentira” (2011:64). Luego, Myrtle cuenta que se ha casado con Wilson porque pensaba que era un caballero. Cuenta, decepcionada, que descubrió que él alquiló un traje para su propia boda.

Nick intenta salir del departamento, pero cada vez que lo intenta “quedaba enredado en alguna discusión alocada, chillona, que me arrastraba de vuelta, como con sogas a mi silla” (2011:66). Myrtle se le acerca para contarle su primer encuentro con Tom. Nick está claramente borracho y pierde la noción del tiempo: “Eran las nueve; casi inmediatamente después miré mi reloj y descubrí que eran las diez” (2011:67). La habitación se llena de humo y la gente entra y se va. Tom y Myrtle discuten sobre si ella puede o no nombrar a Daisy. Tom no quiere que la nombre, se enoja y le rompe la nariz de una piña. Catherine y la señora McKee ayudan a Myrtle, y Nick se va del departamento. Espera el tren en la estación Pensilvania a las cuatro de la mañana.

Análisis

Un detalle significativo sobre el estilo narrativo de la novela se comienza a definir cuando Tom y Nick se bajan del tren en el valle de cenizas. El narrador primero anticipa un hecho y luego lo relata. Es decir, primero dice: “Siempre hay un alto de al menos un minuto, y fue a causa de eso que me encontré por vez primera con la amante de Tom Buchanan” (2011:53). Luego, en el párrafo siguiente, vuelve a ese mismo suceso pero lo narra, deteniéndose en los detalles: “una tarde fui en tren a Nueva York con Tom y cuando nos detuvimos junto a los montones de cenizas, él se levantó de un salto y, agarrándome del codo, me forzó literalmente a salir del coche” (2011:53). El narrador primero anticipa el suceso y luego lo narra con más detalles. De esta manera, anula la sorpresa o la intriga por lo que pasa y se detiene en la manera en la cual se desarrollan los hechos. En este mismo capítulo repite el recurso. Primero dice: “Myrtle acercó su silla, y de repente su aliento cálido derramó sobre mí la historia del primer encuentro con Tom” (2011:66). A continuación incluye el monólogo de Myrtle sobre este primer encuentro: “Fue en esos dos asientos pequeños, uno frente a otro, que siempre son los últimos que quedan libres en el tren. Iba a Nueva York a ver a mi hermana y a pasar la noche. Tom iba vestido de etiqueta, con zapatos de charol, y yo no podía quitarle los ojos de encima, pero, si él me miraba, fingía leer el anuncio que había más arriba de su cabeza” (2011:66).

Siguiendo con el narrador, es interesante que Nick aclare que ese día se emborrachó por segunda vez en su vida, y por eso “todo lo que ocurrió tiene un tinte desdibujado, brumoso” (2011:59). De esta manera, le anticipa a los lectores que desconfíen de él. Luego vuelve a dar indicios sobre su ineptitud como narrador: “Eran las nueve; casi inmediatamente después miré mi reloj y descubrí que eran las diez” (2011:67). Finalmente, reflexiona sobre su rol como observador: “en lo de la ciudad nuestra línea de ventanas amarillas debe de haber aportado su parte de secreto humano al observador casual desde las calles oscurecidas, y yo era él también, mirando hacia arriba y asombrándome. Yo estaba dentro y fuera, al mismo tiempo hechizado y repelido por la inagotable variedad de la vida” (2011:66). Nick destaca la relación entre el afuera y el adentro de la escena en sintonía con su oscilación entre su rol de narrador y su rol de personaje participante.

Por otro lado, en el segundo capítulo aparecen dos símbolos importantes en la novela: el valle de cenizas y los ojos del Dr. Eckleburg. Este valle es un espacio gris y sucio donde vive gente de la clase trabajadora que aparece cubierta de ceniza. La pobreza en esta novela es representada en un basural, como si fueran los residuos de las clases pudientes. Como entiende Harold Bloom, en esta novela lo ordinario es concebido como horrible y desesperanzado (2006). Es decir, hay un factor de clase que determina que este espacio sea descrito como “feo” y baldío. Aunque el narrador intenta definirse como un personaje que no juzga, los modos de describir los espacios filtran sus propios juicios. De la misma manera, ya dentro del departamento con Myrtle, Tom, Catherine y los McKee, Myrtle se queja porque el chico del hielo no llega: “-Le dije del hielo a ese chico. - Myrtle levantó las cejas desesperada por la holgazanería de las clases bajas-. ¡Esta gente! Tienes que andarles detrás todo el tiempo” (2011:62). En la descripción que hace el narrador hay un juicio sobre las conductas de las clases bajas que refuerza la queja de Myrtle.

Los ojos del Dr. Eckleburg miran a las personas desde ese cartel y funcionan como una consciencia, un juez o un testigo de la pequeña sociedad del valle de cenizas. Nick destaca que los ojos ya gastados del cartel “siguen cavilando sobre el solemne basural” (2011:53). Repetidas veces se menciona que la vida en ese lugar sucede “bajo la mirada persistente del Dr. Eckleburg” (2011:53), como si las personas vivieran vigiladas. Incluso los ojos se personifican cuando los personajes los miran. Por ejemplo, Tom habla “intercambiando un gesto de disgusto con el doctor Eckleburg” (2011:56).

Así como las clases bajas viven controladas por estos ojos del cartel, los miembros de las clases altas tampoco tienen privacidad. No pueden mantener secretos porque hay una circulación de rumores que lo vuelve imposible. Por ejemplo, Catherine piensa que Tom y Daisy no se separan porque ella es muy religiosa, cuando eso no es cierto. También se menciona varias veces que el amorío de Tom es sabido por todos. Además, los chismes sobre la identidad de Gatbsy reaparecen en la fiesta de Tom. Catherine le dice a Nick, sobre aquel, que “dicen que es sobrino o primo del káiser Guillermo. De ahí viene todo su dinero” (2011:62). Lo que verdaderamente importa develar no es quién es ese hombre sino cómo consigue esa fortuna. Significativamente, Catherine replica algo que oyó pero no explicita de dónde saca la información. Esta reunión da cuenta de la cantidad de rumores que circulan en los grupos sociales ricos de Long Island. A la vez, el enigma sobre el pasado de Gatsby contribuye a crear una tensión que hace avanzar la trama.

Finalmente, este capítulo incluye un episodio de violencia de género. Tom se enoja con Myrtle porque ella nombra a Daisy, su mujer, y le pega una piña en la nariz. El modo en el que se narra el hecho es muy conciso, sin adjetivos ni descripciones extensas: “En un movimiento breve y hábil, Tom le rompió la nariz con la palma de la mano” (2011:67). Bloom entiende que el modo de narrar este hecho se asemeja a la teoría de la omisión de Hemingway, que implica omitir todos los detalles esenciales de los hechos para que los lectores imaginen el resto, haciéndolos partícipes del relato (2006). Podemos decir que, aquí, la prosa se asemeja al golpe de Tom: “breve y hábil” (2011:67).

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