Resumen
Utilizando diferentes metáforas relativas al océano y la navegación, el yo lírico describe las pasiones que lo atraviesan durante el encuentro erótico con su amada que comienza hacia el final del día y termina por la noche.
Análisis
Este poema está compuesto por cinco estrofas de cuatro versos predominantemente alejandrinos y libres; solo en unos pocos hay rimas asonantes. El yo lírico es la única voz del poema, y solamente en el final del mismo le habla a su amada, lo que es una excepción dentro de la obra; en la mayoría de los poemas, le habla a su amada de principio a fin.
El “Poema 9” se distingue, además, del resto del poemario por la complejidad de su lenguaje y las imágenes. Es el único poema en el que Neruda no utiliza un lenguaje simple y directo, sino que escribe dentro de la estética modernista que era la que había utilizado en su obra previa a Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Sin embargo, desde la temática, el poema se integra a la perfección dentro de la obra, ya que sus temas principales son el amor, el erotismo y la naturaleza (sobre todo, la naturaleza marina).
En la primera estrofa, el yo lírico narra, mediante una alegoría, el avance del encuentro erótico entre él y su amada. Dicha alegoría es la del navegante que avanza por el océano con su velero, tal como el amante recorre el cuerpo de su amada con su propio cuerpo: “Ebrio de trementina y largos besos/ estival, el velero de las rosas dirijo/ torcido hacia la muerte del delgado día/ cimentado en el sólido frenesí marino” (p.41). El primer verso une los besos de la amada con un elemento de la naturaleza, la trementina (ver "Glosario" en esta misma guía). En el siguiente verso, en el término “estival” aparece la metáfora del calor de verano representando la pasión de los amantes. Además, es importante remarcar que la primera estrofa ubica la situación en la muerte del día, es decir, el crepúsculo, momento que en toda esta obra de Neruda simboliza la vitalidad.
En la segunda estrofa aparece la dificultad del yo lírico para lograr el placer de su amada y su esfuerzo por conseguirlo: “Pálido y amarrado a mi agua devorante/ cruzo en el agrio olor del clima descubierto/ aún vestido de gris y sonidos amargos/ y una cimera triste de abandonada espuma” (p.41). Esta estrofa continúa con otra alegoría: el agua devorante representa a la amada, a quien el yo lírico se aferra, pálido, para recorrer su cuerpo descubierto (el clima), que aún no siente placer, sino que está atravesado por la tristeza. A continuación, la tercera estrofa muestra los distintos modos de intentar complacer a su amada: “Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única/ lunar, solar, ardiente y frío, repentino” (p.41).
A partir de la cuarta estrofa, cuando ya es de noche, el yo lírico se encuentra inmerso en el placer, como si su barca, al cruzar el crepúsculo, hubiera llegado a puerto. En el final del poema, la amada y él, ya consumado el éxtasis del acto sexual, dejan de ser dos cuerpos para convertirse en uno: “Aguas arriba, en medio de las olas externas/ tu cuerpo se sujeta en mis brazos/ como un pez infinitamente pegado a mi alma/ rápido y lento en la energía subceleste” (p.42). Esta es una nueva alegoría relacionada con la naturaleza. Ir aguas arriba significa, literalmente, ir en contra de la corriente. En este caso, el yo lírico muestra la unión absoluta con su amada en la fluidez con la que avanzan unidos, incluso yendo a contracorriente. Es decir, sin importar lo que suceda en el mundo que los rodea, ellos están unidos.
Como se puede ver, todo el poema está compuesto a través de alegorías complejas, relacionadas con la naturaleza marina, que se van encadenando para formar un relato alegórico que narra el encuentro erótico de los amantes.