Resumen
La narradora recorre, en la biblioteca, el estante de libros de autores vivos y descubre que las escritoras contemporáneas no escriben solamente novelas. Considera que “la mujer está empezando a utilizar la escritura como un arte, no como un medio de autoexpresión” (147). Toma un libro al azar: una novela recientemente publicada: La aventura de la vida, de Mary Carmichael. Considera a Carmichael como la descendiente de Lady Winchilsea, Aphra Behn y las otras escritoras sobre las que ha comentado.
Luego analiza la novela de Carmichael. Primero, encuentra que el estilo de la prosa es desigual, tal vez como una rebelión contra la reputación que tiene la escritura femenina de ser florida. La narradora reconsidera: tal vez Carmichael está engañando deliberadamente al lector con cambios estilísticos inesperados. Sigue leyendo y encuentra la frase “A Chloe le gustaba Olivia” (151). A continuación se dirige a la audiencia para cerciorarse de que no hay hombres en la sala. Luego continúa explicando por qué esa frase supone un enorme cambio. Dice que es la primera vez que, en un libro, a una mujer le gusta otra mujer. Explica que, en general, la literatura describe relaciones entre mujeres muy sencillas, y que estas se delinean desde el punto de vista de su relación con los varones. Sin embargo, reconoce que, en el siglo XIX, las mujeres en las novelas se han vuelto más complejas, han adquirido matices, pero considera que cada género tiene un conocimiento limitado del sexo opuesto.
La narradora se pregunta si Carmichael ha contado con un cuarto propio y con 500 libras al año. Sigue leyendo, descubre que Chloe y Olivia comparten un laboratorio y exclama: “Visión así jamás se ha visto desde que empezó el mundo” (156). Se refiere a la descripción de una escena entre dos mujeres que no son miradas por un varón. Posteriormente, la narradora se da cuenta de que ha traicionado su objetivo original: no elogiar su propio sexo. Reconoce que, a pesar de la grandeza mental que tienen, las mujeres aún no han dejado una gran huella en el mundo en comparación con los varones. Aun así, cree que los grandes varones de la historia a menudo han dependido de las mujeres para que les proporcionen "algún estímulo, cierta renovación del poder creador" (160). Sostiene que la creatividad de los varones es diferente de la de las mujeres, y que “sería una lástima terrible que las mujeres escribieran como los hombres, o vivieran como los hombres, o se parecieran físicamente a los hombres, porque dos sexos son ya pocos, dada la vastedad y variedad del mundo” (162).
La narradora reconoce que aún quedan muchas vidas de mujeres sin contar. Piensa que Carmichael tiene mucho trabajo que hacer, y debe hacerlo sin enojo contra los varones. Considera que debe descubrir cuál es su relación particular y específica con el mundo. Además, la narradora postula que solo una mujer como ella puede completar el retrato de los hombres en la literatura. Sin embargo, al continuar con la lectura de la novela de Carmichael, siente que la autora no es más que una niña inteligente. Cree que en cien años, con dinero, tiempo y una habitación propia, Carmichael será una mejor escritora.
Análisis
El quinto capítulo continúa analizando el tema de la literatura: la tradición literaria, la representación de las mujeres en la literatura y las estrategias narrativas que utiliza la narradora en el ensayo.
La narradora ha dedicado el ensayo a mostrar cómo las mujeres han tenido que escribir sin una tradición literaria propia. En este capítulo afirma que este legado está comenzando a existir, y que las novelas de las mujeres contemporáneas deben ser medidas contra este legado y vistas como un avance de él. Dice que “los libros se siguen los unos a los otros, pese a nuestra costumbre de juzgarlos separadamente” (148). A esta luz y para explorar las novelas actuales de mujeres y su relación con la nueva tradición de escritoras, crea a una poeta imaginaria a la que llama Mary Carmichael.
Por otro lado, Woolf construye a una narradora porque necesita la ficción para responder a una pregunta muy concreta sobre las mujeres y las novelas y su relación con la habitación propia. Al abordar el tema a través de la ficción puede esquivar la pretensión de “verdad” que tienen los ensayos. Afirma explícitamente que no intenta “decir la verdad” sino describir su propia investigación personal, creando un clima de intimidad con el lector. En este sentido, Woolf relaciona la verdad con la subjetividad: valoriza las versiones personales.
En relación a esto, el ensayo vincula la ficción con los ojos y la mirada. La ficción aparece como una manera de mirar el mundo. Por ejemplo, en este capítulo, la narradora dice: “apareció ante los ojos de mi mente una de estas largas calles de algún lugar al sur del río, cuyas infinitas hileras de casas contienen una población innumerable. Con los ojos de la imaginación vi a una dama muy anciana cruzando la calle del brazo de una mujer de media edad” (164). La metáfora de los ojos en relación con la invención de una historia de ficción sugiere que Woolf entiende a la creación literaria como una mirada particular del mundo.
Respecto de la obra de Carmichael, la narradora entiende que representa un cambio enorme en el estado de la escritura, ya que se trata de una escritora que finalmente es capaz de escribir sin ira ni resentimientos, sin una asfixiante conciencia de su género. Reconoce que Carmichael evita la escritura sentimental porque es el tipo de escritura que se relaciona con “lo femenino”. Sin embargo, valoriza su escritura en tanto describe, por primera vez, la relación entre dos mujeres que no son vistas por un varón ni descritas en función de su relación con un hombre. De aquí se desprende una crítica a la mirada masculina sobre las mujeres y, al mismo tiempo, se reivindica la inédita posibilidad de conocer nuevas áreas de las relaciones entre mujeres en la literatura. La narradora enuncia que “a los hombres les cuesta mucho conocer a la mujer y la miran con parcialidad” (153). Considera que la novela de Carmichael compensa así el punto ciego que tienen los hombres al describir la humanidad.
Por último, la narradora continúa con sus metáforas sobre el genio asociado a la luz y agrega un giro sexual en este capítulo. Carmichael escribe como “una persona que frota una cerilla que no quiere encenderse” (149). La narradora se pregunta si cuando Carmichael disponga de 500 libras y un cuarto propio “encenderá una antorcha en esta gran cámara donde nadie ha penetrado todavía” (155). Al describir esta región inexplorada del personaje femenino, Woolf traza un paralelo con el área no descubierta de los genitales: "Allí todo son medias luces y sombras profundas, como en estas cavernas tortuosas en que uno avanza con una vela en la mano, escudriñando por todos lados, sin saber dónde pisa” (156). De este modo, refuerza la hipótesis que sostiene que la relación entre Chloe y Olivia no es puramente amistosa, sino que contiene un factor erótico.