Martín Fierro (símbolo)
En su carácter arquetípico, el protagonista del poema representa simbólicamente un tipo social: el gaucho. Sus rasgos característicos y su experiencia individual son ejemplares de una identidad rural que el mismo poema contribuye a conformar. Cuando El gaucho Martín Fierro pasa a ser en el siglo XX el poema nacional por excelencia, esta identidad rural es reapropiada como la identidad de una nación, mientras su protagonista se convierte en un emblema del ser argentino.
El canto (motivo)
La cuestión del canto determina el modo en que Martín Fierro relata su historia. El protagonista se asume como gaucho cantor y, desde esta posición, dirige sus coplas a un auditorio que escucha su canto. Estas coordenadas explican por qué el poema está escrito como si fuera la transcripción de una recitación oral, perteneciente al registro de una lengua gaucha inventada por el género gauchesco. También nos permiten comprender los tonos que utiliza el cantor para interpelar a su público, ya sea para conmoverlo con su lamento o para provocarlo con su desafío.
La frontera, el desierto, los indios (símbolos)
La frontera, el desierto y los indios (los indios constituyen por metonimia un lugar) representan en el poema el espacio de la barbarie. La frontera es el lugar límite en disputa, que enfrenta al mundo civilizado con el mundo de los que son percibidos como salvajes. Como umbral, la frontera también es un espacio borde entre la legalidad y la ilegalidad, donde los que mandan pueden decidir quiénes están dentro y quiénes fuera de la ley; no es casual que Fierro sufra en esta zona gris las primeras injusticias.
El desierto es el espacio que Cruz y Fierro deben atravesar para llegar a las tolderías de los indios. El poema invoca, en este punto, un tópico característico de la literatura argentina, que configura la llanura como un espacio inhóspito y yermo. Es un lugar de peligros que los gauchos deberán afrontar si quieren sobrevivir.
Los indios, por último, se encuentran en este espacio desierto y, al principio del poema, son parte de él. La imagen que del indio nos da Fierro en el canto 3 coincide con esta configuración espacial desoladora. Pero en el último canto, esta imagen se invierte y los indios pasan a ser un oasis dentro del desierto, el espacio utópico en el que Cruz y Fierro podrán hallar la felicidad que les arrebataron en el mundo civilizado.
El duelo a cuchillo (motivo)
Los duelos a cuchillo son instancias decisivas en las que Martín Fierro determina su valor frente a un antagonista; pertenece al código gaucho medir la valentía y el honor mediante este transe de confrontación mortal.
En el poema, todos los enfrentamientos a cuchillo son anticipados por un enfrentamiento verbal, en el que se define quién es quién en el duelo. Abundan, en estos diálogos, las denominaciones despectivas, como cuando Fierro se burla del negro y de su acompañante, llamando “porrudo” a uno y “vaca” a la otra, o como cuando Fierro se enfrenta al grupo de policías y alguno de ellos le dice: “vos sos un gaucho matrero”. Estos duelos verbales son un modo de provocar el otro duelo, el de cuchillo, con los que Fierro también entra en confrontación directa o indirecta con la autoridad, puesto que estos enfrentamientos, que terminan en la muerte del otro, lo ponen en situación de ilegalidad.
La guitarra (símbolo)
La guitarra en el poema es el instrumento sin el cual Fierro no puede cantar. Como elemento con el cual se comunica con la sociedad, a la que quiere manifestar su denuncia, la guitarra simboliza la pertenencia del gaucho a la civilización. En este sentido, cuando Fierro rompe la guitarra a modo de conclusión de su canto, este acto representa su renuncia a vivir en sociedad y su quiebre definitivo con el mundo civilizado.