“Cuando pensaba en el porvenir una avalancha de días apretujados los unos contra los otros se le venía encima y se venía encima de su casa y de sus hijos” (Primera parte, Cap. III) (Metáfora)
El narrador cuenta lo que siente Martín Moncada mientras reflexiona después de cenar. En esa escena, el personaje se queja del sonido que hace el reloj de la sala pero, ante todo, despotrica contra la idea del porvenir. En esta figura puede apreciarse uno de los temas principales que trata la novela, como es el paso del tiempo.
La metáfora de la avalancha, un fenómeno de aplastamiento y destrucción, representa el agobio y la angustia de Martín por la idea de futuro, el tiempo que vendrá.
“Ella como una gata escondió la cara entre los hombros de su amante y le besó la garganta” (Primera parte, Cap. VII) (Símil)
La cita refiere a Julia en la escena en que el general Rosas la interroga acerca de Felipe Hurtado, tras haberlos visto conversando en el hotel. La actitud de ella se asemeja a la de un gato por su silencio y la sutileza de su movimiento. Se trata de una mujer que busca seducir para evitar los cuestionamientos.
“—Sí, mi general, le abrimos la cabeza como un jarro” (Segunda parte, Cap. IV) (Símil)
El enunciado es dicho por uno de los soldados encargados de asesinar a don Roque, el sacristán, cuando el general Rosas le pregunta si están seguros de que murió. La idea de abrir la cabeza como un jarro refiere a la violencia de sus actos, y a que efectivamente golpearon al hombre y le provocaron heridas en el cráneo, comparando los huesos con la cerámica.
“La fecha esperada por todos se abrió paso entre los días y llegó redonda y perfecta como una naranja. Como ese hermoso fruto de oro permanece en mi memoria iluminando las tinieblas que vinieron después” (Segunda parte, Cap. VI) (Símil y metáforas)
El narrador hace hincapié en que el día programado para la fiesta -y el plan de huida- destaca entre los demás por el significado que tiene para los pobladores de Ixtepec. La comparación con la redondez perfecta de una naranja responde a la enorme expectativa que tienen los vecinos para con la posibilidad de obtener un triunfo sobre los militares. Asimismo, y a pesar de que el plan fracasa, el narrador le da el valor del oro al recuerdo de ese hecho, quizás el último que generó ilusión en Ixtepec.
“Isabel estaba en el centro del día como una roca en la mitad del campo. De su corazón brotaban piedras que corrían por su cuerpo y lo volvían inamovible” (Segunda parte, Cap. XV) (Símil y metáfora)
La escena corresponde a la parte final de la novela, cuando Isabel parece darse cuenta de las graves consecuencias que trajeron sus acciones, incluida la muerte de sus hermanos. La petrificación es tanto un símil como una metáfora. El símil se reconoce en la primera parte de la cita, cuando se compara a Isabel a una roca quieta en medio del campo. En tanto, en la segunda parte, aparece la metáfora de la sangre como piedras, que alude al pesar que Isabel siente y que la deja atónita y paralizada.