Los cuatro jinetes del Apocalipsis

Los cuatro jinetes del Apocalipsis Elementos Literarios

Genero

Novela (novela histórica y propagandística).

Configuración y Contexto

Argentina, Francia y Alemania, entre 1914 y 1916 aproximadamente.

Narrador y Punto de Vista

Narrador en tercera persona, omnisciente. El punto de vista, cuando se asume uno, suele ser el de Marcelo Desnoyers o el de su hijo, Julio.

Tono y Estado de Ánimo

El tono en general es solemne y trágico, aunque a veces algunas de las ironías crean un efecto cómico.

Protagonista y Antagonista

La familia Desnoyers, principalmente Marcelo y Julio, son los protagonistas de la novela. El rol del antagonista se le puede atribuir a Alemania como causante del conflicto bélico, y a la familia Hartrott como representante de esta nación.

Conflicto Principal

Dos familias, los Desnoyers y los Hartrott, se ven enfrentados por pertenecer a bandos contrarios durante la Segunda Guerra Mundial: Francia y Alemania, respectivamente.

Climax

El clímax de la novela es el momento en el que se pronuncia el título por primera vez, tras el discurso antibélico del personaje de Tchernoff. Es un momento cargado de desesperación ante la guerra inminente en el que se auguran poéticamente los horrores en la forma de los cuatro jinetes bíblicos.

Presagio

Una de las primeras cosas que aparecen en la novela es la tensión social que se vive en Europa ante la posibilidad del estallido de la guerra. Varios personajes, principalmente Julio Hartrott y Tchernoff, anuncian que la guerra está cerca. Además, el penúltimo capítulo de la novela se titula con la frase que Marcelo Desnoyers repite sobre su hijo: “no hay quien le mate”. La sentencia anuncia, paradójicamente, la muerte de Julio Desnoyers.

Atenuación

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Alusiones

Dado que la novela está basada en las vivencias del autor durante la Primera Guerra Mundial, las alusiones a actores y eventos bélicos reales abundan en esta obra. El buque König Friedrich August, las locaciones de París, la batalla del Marne y el presidente Poincaré son algunas de estas. A su vez, Argensola, Julio Hartrott y Tchernoff, en repetidas ocasiones, mencionan a artistas e intelectuales de la época. Friedrich Nietzsche es un ejemplo saliente, en tanto es citado por Argensola y Tchernoff como un alemán que no defiende la superioridad racial de los suyos. Richard Wagner es un caso controversial por su disputa con Nietzsche, pero también porque los personajes valoran su legado artístico. Este fue un conflicto real del propio Blasco Ibáñez, que cambió su opinión con respecto al músico cuando inició la Primera Guerra.

Imágenes

Ver sección “Imágenes”.

Paradoja

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Paralelismo

Dado que la novela sigue la vida de dos familias enfrentadas pero con un mismo origen, se establecen numerosas comparaciones entre los devenires de los Desnoyers y los Hartrott una vez que abandonan el territorio argentino. Este paralelismo es claro antes del comienzo de la guerra, cuando las dos familias asumen estilos de vida lujosos, pero es más notorio aún cuando se cruzan en el campo de batalla en bandos contrarios: Otto Hartrott invade el castillo de su tío, Marcelo Desnoyers. Asimismo, la muerte de Otto sucede poco antes de la muerte de Julio.

Por otro lado, el romance principal de la novela comienza y termina de la misma manera: con un encuentro entre Julio Desnoyers y Margarita en el jardín de un templo religioso. Además, Margarita y Chichí comparten un derrotero en lo que concierne a su percepción de las mujeres y su utilidad en la guerra. Ver "El género" en la sección Temas.

Metonimia y Sinecdoque

Una operación retórica clave de la novela es la sinécdoque: cuando Julio Desnoyers habla con los alemanes en el buque “era Francia que venía a confraternizar con ellos” (p.27), y Marcelo Desnoyers considera que albergar a su cuñada es tener “a Alemania metida en casa” (p.246). Este procedimiento concentra uno de los temas centrales de la novela, que es la determinación identitaria de los personajes con sus naciones.

Personificación

Los horrores de la guerra son aludidos por Tchernoff y el narrador como la “Bestia”, y es bajo esta expresión que le asignan cualidades humanas: “No; la Bestia no muere. Es la eterna compañera de los hombres. Se oculta chorreando sangre cuarenta años… sesenta... un siglo, pero reaparece” (p.445).

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