La casa embrujada (Motivo)
El motivo de la casa embrujada es uno de los más célebres de la narrativa de terror de todos los tiempos. Se trata de casas abandonadas habitadas por espectros, demonios, poltergeists, o en las que se perciben simplemente fenómenos paranormales. Muchas veces, la historia de la casa se vincula con la de algún asesinato (como la célebre casa de Amityville) o alguna historia macabra que fomenta el miedo.
“La casa de Adela”, uno de los cuentos más célebres del libro, y también uno de los más tradicionales: tres niños entran a una casa embrujada y solo dos salen. La casa es para ellos un espacio ordenado, con muebles y vitrinas llenas de dientes y muelas. Pero la casa, en realidad, está demolida por dentro; no hay puertas ni muebles. De por sí, las casas embrujadas generan, sobre todo en los niños, terror, pero a la vez atracción. Se le atribuye a la casa misma este poder.
De la misma manera, la narradora de “El patio del vecino” entra en la casa lindera atraída por la presencia de un niño encadenado que aparece y desaparece. El apuro con que los dueños de la casa se la alquilaron semanas atrás es no solo sospechoso para la narradora, sino que forma parte del folclore de la casa embrujada: casas cuyos dueños o inquilinos anteriores necesitan sacarse de encima. Nuevamente, el personaje principal encuentra en la casa, al entrar, cosas que al momento siguiente pueden no estar allí: paredes escritas en letra diminuta, carne pudriéndose en las alacenas.
“La Hostería” participa también de este motivo: se construyó como una Escuela de Policía durante los años de la última dictadura militar argentina, en la cual se secuestró, torturó, asesinó y desapareció a millares de personas. A esta historia macabra que la antecede remiten las luces fantasmagóricas, los motores en marcha, las corridas y las voces que escuchan, aterrorizadas, las dos adolescentes en una de las habitaciones muchos años después.
El zombie (Motivo)
Si la literatura de Enriquez muchas veces es pensada, inclusive por ella misma, como una traducción del horror norteamericano al ambiente rioplatense, los jóvenes de la calle, víctimas de las drogas y la contaminación, encarnan en sus relatos la figura del zombie. Sus cuerpos son deformes a causa del agua tóxica del Riachuelo. Sus labios y sus dedos son violáceos por el efecto de las pipas con las que fuman pasta base. Su mirada se extravía y sus movimientos parecen inhumanos.
El motivo del zombie también se expresa en el anonimato de estos sujetos, que muchas veces son solo personajes colectivos de tercera línea: no tienen nombres ni particularidades más allá de su expresión corporal, carente de humanidad.
Las quemaduras en el cuerpo de las Mujeres Ardientes (Símbolo)
Las quemaduras en los cuerpos de estas mujeres son hechas adrede en hogueras colectivas, a modo de ritual. Simbolizan, por un lado, la resistencia a la violencia machista, la rebeldía de las mujeres que se separan del canon de belleza, como bien dice la chica quemada del subte al llamar a este fenómeno “belleza nueva” (p.190), y, por otro, la unión entre ellas, la participación de la mujer quemada en un pensamiento colectivo particular.
La desaparición de personas o cuerpos (Motivo)
La desaparición de una persona o un cuerpo es uno de los motivos que recorre casi todo el libro. Una compañera de colegio desaparece en “Fin de curso”; una chica se baja del colectivo y desaparece en el bosque en “Los años intoxicados”; Adela desaparece para siempre tras una puerta en “La casa de Adela”; en “El chico sucio”, los hijos de una madre intoxicada por el paco no aparecen tampoco. En “La Hostería”, Rocío y Florencia sienten las voces de los torturados y desaparecidos por la dictadura que habitan allí muchos años después. Y, por supuesto, resaltan en el libro la espeluznante desaparición sin rastros de Juan Martín en “Tela de araña” y el intento de la policía de hacer desaparecer a dos jóvenes arrojándolos al río en “Bajo el agua negra”.
La desaparición forma parte de casi todos los núcleos temáticos de los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego. Además, es un componente constante del terror: una desaparición que nunca se resuelve forma parte ineludible del efecto perturbador de estos cuentos.
El ñandutí (Símbolo)
En "Tela de araña", Natalia es una joven que se dedica a vender en la feria. Es conocida por llevar de Paraguay a Corrientes los más bellos ñandutíes. El ñandutí es un tejido importado de España pero enriquecido con agregados locales en Sudamérica. El nombre significa, en lengua guaraní, "tela de araña".
Que Natalia se dedique a vender ñandutíes es claramente simbólico. Ella representa la versión moderna de la bruja, conocedora de la cultura popular y portadora de una percepción particular. Con sus habilidades, es quien teje, con sus comentarios, sus acciones y su poder, una tela, cual araña, que deviene en la desaparición de Juan Martín.