En el tema “La cultura clásica” establecimos que, para apreciar plenamente La muerte en Venecia, debemos comprender los fundamentos filosóficos que sustentan el texto. Von Aschenbach se caracteriza por ser un hombre extremadamente culto y los lectores estamos al tanto de sus pensamientos. Sus reflexiones contienen a menudo alusiones a la filosofía griega antigua a través de la cual el escritor intenta codificar al mundo. De este modo, tan pronto como von Aschenbach descubre a Tadzio, comienza a pensar en él en términos de los ideales griegos.
Para el pensamiento platónico, todo lo existente tiene una realidad verdadera en el mundo de las ideas, accesible únicamente a través de la razón y el intelecto. Las versiones terrenales de estas formas perfectas no son más que los reflejos imperfectos de las ideas. Para Platón, el objeto de la vida y el aprendizaje consiste en darnos cuenta de que los objetos que vemos a nuestro alrededor son imperfectos, para trascender de ese modo a una visión más verdadera del mundo.
Al afirmar que Tadzio es una representación de un ideal -“la forma como pensamiento divino, la perfección pura y única que vive en el espíritu” (79)-, Aschenbach malinterpreta su atracción por el niño como una búsqueda noble. La presencia de la filosofía platónica en este texto opera, entonces, en función de justificar y explicar su deseo, intentando separarlo de la pura lujuria. Al observar al niño y codificarlo mediante el concepto de la belleza ideal, en lugar de una persona atractiva de carne y hueso, Aschenbach se autoengaña y dice que su contemplación le permitirá ascender a un nivel más alto de comprensión platónica.
Más aún, Aschenbach alude a un tratado platónico titulado Fedro, en el que Platón imagina a Sócrates y a un hermoso niño sentados bajo un árbol mientras discuten acerca de cuál es la forma ideal del amor. En este diálogo, Fedro y Sócrates concluyen que, pese a que el amor ideal se encuentra desexualizado, el amor sexual puede existir como precursor de un amor espiritual superior. Además, mencionan que una de las formas más puras de amor es la que existe entre el hombre maduro y virtuoso, que opera como mentor del joven inexperto que recién está comenzando a vivir.
Dejando a un lado el deseo pederasta que moviliza a Aschenbach en la novela, cabe mencionar que, en la Antigua Grecia, las relaciones homoeróticas estaban bastante naturalizadas. Una gran cantidad de hombres libres mantenían relaciones heterosexuales, tenían familias y estaban, a su vez, involucrados en relaciones homosexuales menos permanentes. A su vez, las categorías de heterosexualidad, bisexualidad y homosexualidad ni siquiera existían tal como las conocemos hoy, puesto que la sexualidad se concebía dentro un espectro mucho más amplio. La aparición de estas y otras tipologías sexuales se produjo fundamentalmente con la expansión del cristianismo durante el Medioevo, y enfatizó aún más con el avance y la institucionalización de la medicina y el psicoanálisis durante la modernidad.