La vida como una composición musical (Alegoría)
Como es bien sabido, Milan Kundera tenía una profunda formación en materias musicales, rasgo que se refleja en sus obras literarias mediante comparaciones, analogías, alegorías y motivos recurrentes. En La insoportable levedad del ser, el narrador concibe a la vida como una composición musical, es decir, como una obra que se desarrolla paulatinamente hasta convertirse en una unidad sobre la que ya no se pueden hacer ajustes o variaciones:
Mientras las personas son jóvenes y la composición musical de su vida está aún en sus primeros compases, pueden escribirla juntas e intercambiarse motivos (tal como Tomás y Sabina se intercambiaron el motivo del sombrero hongo), pero cuando se encuentran y son ya mayores, sus composiciones musicales están ya más o menos cerradas y cada palabra, cada objeto, significa una cosa distinta en la composición de la una y en la de la otra (p. 95).
En este pasaje, la alegoría busca mostrar, a través de la comparación con la pieza musical, las formas de relacionarse que los seres humanos establecen a lo largo de sus vidas.
El campo de concentración (Símbolo)
El narrador utiliza la imagen del campo de concentración como un símbolo del exterminio de la vida privada. La existencia humana transcurre, en general, en dos ámbitos, el público (la vida social, el trabajo, las amistades, la calle) y el privado (la vida familiar, la casa, la intimidad). Hecha esta distinción, tras la invasión rusa a Checoslovaquia, el narrador menciona que el mundo entero se convirtió en un campo de concentración, puesto que ya no quedan ámbitos privados, sino que la vida de un individuo puede ser expuesta públicamente por el régimen.
Algo análogo le sucede a Teresa durante su infancia, cuando su madre hace cosas como quitarle su diario íntimo y leerlo frente a sus amigas para reírse de ella. En ese caso, el narrador expresa que “Teresa vivía en un campo de concentración cuando estaba en casa de su madre” (p. 145).
'Es muss sein' (Motivo)
Un leitmotiv repetido a lo largo de toda la obra es el "es muss sein" (p. 204), es decir, "debe ser", correspondiente a la pieza musical homónima compuesta por Beethoven, y que Tomás convierte en una filosofía de vida. Hasta prácticamente el final de la novela (y de su vida), Tomás utiliza esta frase para justificar cada decisión que toma o deja de tomar. Frente a sus responsabilidades laborales o a su vida familiar, acepta lo que sucede y se repite: "debe ser". Sin embargo, al final de la novela, Tomás convierte la afirmación en un interrogante, y comienza a preguntarse si en verdad debe ser. Esto lo lleva a reflexionar sobre la naturaleza de su existencia y a darse cuenta de que, en realidad, no hay un deber ser, no hay una imposición sobre cómo debe constituirse o desarrollarse su vida. El descubrimiento lo libera de sí mismo y le abre las puertas a una nueva forma de felicidad.
La corneja (Símbolo)
Un día, de regreso a su casa, Teresa encuentra una corneja enterrada en la nieve por unos niños crueles. La mujer la desentierra y la lleva a su casa con la esperanza de devolverle el calor y sanarla. Sin embargo, el ave muere y Teresa queda sumida en la pena y la melancolía. De esta forma, la corneja funciona como un símbolo de la fragilidad del mundo, que le recuerda a Teresa la fugacidad de la vida.
El río (Símbolo)
Un símbolo universal del paso del tiempo y del fluir de la vida es el del río (o del agua que corre). En La insoportable levedad del ser, el fluir del río está asociado a los postulados de Heráclito, el filósofo griego que considera que todo en este mundo está en constante devenir, y que nada es permanente. El narrador parte de Heráclito para presentar su idea de la levedad, de una forma de existir liviana e intrascendente, que caracteriza a personajes como Tomás y Sabina. Esta levedad es percibida por otros personajes de forma negativa. Por eso, cuando Teresa se asoma al río y lo ve revuelto, avanzando sin cesar, lo que siente es angustia: para ella, la levedad y la intrascendencia son insoportables, puesto que desea anclar su alma en su cuerpo y encuentra alivio en la repetición que ordena su vida, como dormir todas las noches con Tomás y pertenecer solo a él.