Asterión cree que no puede relacionarse con la gente porque es hijo de la reina. Para el lector atento, es su monstruosidad la que lo condena a estar solo (Ironía dramática)
Mientras recrea una de sus salidas fuera del laberinto, Asterión recuerda los efectos de su presencia en las horribles personas de “caras descoloridas y aplanadas” (80): “La gente oraba, huía, se prosternaba (...). Alguno, creo, se ocultó bajo el mar” (ídem). Asterión explica esta reacción con el respeto que produce su presencia debido a ser hijo de la reina. Lejos de eso, es su aspecto monstruoso el que lleva a todos a temerle.
Aunque Asterión se considera a sí mismo un ser modesto, revela una autocomplacencia que dista mucho de ello (Ironía situacional)
Asterión se considera a sí mismo como un ser modesto y le disgusta, tal como revela la primera línea del relato, que lo juzguen soberbio: “Sé que me acusan de soberbia” (79). Sin embargo, pronto podemos advertir que una gran vanidad se cuela en sus discursos: primero malinterpreta el miedo de los ciudadanos cretenses al afirmar que no se le acercan por respeto a su sangre real: “No puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera” (80). Luego afirma su singularidad en contraste con un mundo lleno de hombres iguales: “El hecho es que soy único” (ídem). Finalmente, plantea la posibilidad de ser él mismo el creador del universo: “Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo” (82). El hecho de que se piense modesto cuando da tantos indicios de vanidad constituye una importante ironía.
Asterión está convencido de que los hombres que lo visitan cada nueve años buscan que los ‘libere de todo mal’. No sabe que el único mal del que quieren ser liberados es él mismo (Ironía dramática)
En el mito original, Teseo se ofrece a ir al laberinto de Creta para asesinar al Minotauro y así evitar el sacrificio de los nobles atenienses que son enviados allí para que los devore el monstruo. Asterión no parece ser consciente de ello, ya que concibe del siguiente modo la visita de estos nobles: “Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos” (82). Los lectores atentos sabemos, mientras él enuncia estas palabras, que lo único de lo que esos hombres desean ser liberados es del mismo Asterión.
La tradición clásica presenta a Teseo como un héroe, pero aquí se trata de un hombre a quien el Minotauro no ofrece resistencia alguna (Ironía situacional)
Vencedor del Minotauro, de los peligrosos centauros, rey y liberador de Atenas, y héroe de múltiples aventuras, Teseo es una de las grandes figuras de la mitología griega. Irónicamente, su aparición en “La casa de Asterión” rompe con siglos de tradición, al presentarlo como un simple hombre que le comenta, asombrado, a su amada la poca resistencia que el afamado monstruo le ha ofrecido: “—¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió” (82).