Resumen
Franny duerme en el sofá de la sala de estar de los Glass, donde hay un piano de cola, radios, fonógrafos, un televisor, una mesa de ping pong, sillas, mesas, lámparas, un montón de libros, objetos colgando de las paredes. Les Glass, ex-actor de vodevil, decoró la pared arriba del sofá con imágenes y objetos que hacen alusión a la participación de sus siete hijos en el programa radiofónico "Es un niño sabio", que entre 1927 y 1946 rara vez se emitió sin la participación de al menos uno de los Glass. Bessie ha quitado las cortinas de la sala, que, por lo demás, no está para nada preparada para que los pintores se ocupen de ella.
Zooey se sienta en la mesa ratona frente al sofá donde está su hermana con un habano entre los labios. Despierta a Franny. Ella le cuenta sobre una pesadilla en la que unas compañeras de la universidad y el profesor Tupper la obligaban a zambullirse en una piscina para buscar una lata de café. Agrega que Tupper es un profesor de Oxford que la detesta, quizás porque ella no disimula que no lo soporta.
Franny juega con Bloomberg, el gato de la familia, mientras Zooey se sienta en el piano. Ella le pregunta a su hermano sobre el guion que iba a llevarle LeSage. Él responde que se lo llevaron y agrega, con desinterés, que luego Dick Hess lo llamó y le insistió para reunirse con él. Se juntaron a tomar una copa y allí Hess lo acusó de tener una familia de psicóticos antes de, finalmente, entregarle un nuevo guion de televisión. Franny le pregunta sobre el guion de LeSage y Zooey lo ridiculiza por su jerga psicoanalítica. También insulta el guion de Hess, por sentimental y simple.
Zooey descubre a Franny recitando en silencio la Oración de Jesús. Luego comenta que es posible que vaya a Francia a hacer una película basada en una novela que le gusta. Sin embargo, afirma que le horroriza irse de Nueva York. Franny, que sigue rezando en silencio por momentos, le pregunta por qué iría, entonces. Y su hermano explica que está cansado de estar enojado y emitir juicios sobre la gente que conoce. Agrega que no soporta provocar en la gente el deseo de realizar trabajos que gusten a otros en vez de trabajos realmente buenos. Franny entonces recuerda que ella le hizo lo mismo a Lane el otro día, criticándolo constantemente.
Zooey le dice a su hermana que el problema no son los otros, sino ellos mismos, que son bichos raros con complejo de "Niño Sabio" (110), que exponen en vez de conversar y no pueden callarse sus opiniones. Reflexiona sobre LeSage y Dick Hess, que suelen mostrarse muy entusiasmados con sus propios proyectos hasta que aparece Zooey y les da su opinión sobre ellos. "A veces me gustaría tumbarme y morirme" (113), concluye.
Franny recuerda su propia relación con esa faceta suya: se pasó un tiempo callando al menos las críticas, distrayéndose con actividades, hasta que una mañana llegó temprano a una clase de Literatura francesa y se puso a escribir frases de Epicteto en la pizarra, y todo empezó de nuevo: se pasó el día "pinchando a todo el mundo" (114). La universidad le pareció de pronto un lugar inútil que acumula tesoros, aunque estos sean inmateriales. Afirma que el conocimiento por el conocimiento mismo es lo peor; que no se deprimiría tanto si encontrase, aunque fuera, una insinuación de que el conocimiento, en la universidad, es parte de un camino hacia la sabiduría.
Zooey le pregunta a su hermana si no siente que ella está usando la Oración de Jesús como un tesoro espiritual que intentara acumular. Agrega que algo en su forma de orar le da escalofríos. Ella responde, enojada, que ya ha pensado en eso, que es cierto: ella quiere algo de esa oración, es tan ambiciosa como quien quiere un abrigo de piel o ser famosa. Agrega que ser más exigente respecto de sus deseos (buscando lucidez y paz en vez de dinero o prestigio) no la hace menos egoísta que el resto. Se larga a llorar, y Zooey le pregunta varias veces si quiere que trate de localizar a Buddy para hablar con él. Ella finalmente responde que desea hablar con Seymour.
Zooey se acerca a la ventana y observa a una niña reunirse con su perro. La escena le recuerda que hay cosas hermosas en el mundo, y encuentra estúpido que las personas se alejen tanto lo fundamental. Luego reflexiona sobre cómo todos los miembros de la familia "tienen su maldita religión en una envoltura distinta" (121), y hace algunas bromas al respecto, de las que Franny se ríe.
Finalmente, Zooey le pregunta si ella puede escucharlo cinco minutos sin llorar ni interrumpirlo. Ella acepta, y él le dice que no tiene nada en contra de la Oración de Jesús; él también pensó en recorrer el país rezándola y hasta divulgándola. Sin embargo, opina que está llevando mal el asunto: su depresión es injusta para con Les y Bessie. Lo otro con lo que no está de acuerdo, dice, es en su cruzada contra la universidad. Está de acuerdo en casi todo, aclara, pero entiende que no todos los profesores son unos egomaníacos, y que se puede encontrar en la universidad verdadera sabiduría. Por otro lado, no le preocupa que su hermana desprecie lo que sus profesores mediocres representan, pero sí que los desprecie a ellos con odio homicida, como si fuera su problema, un asunto personal. Admite que él hace lo mismo respecto a la televisión, y que eso le ha provocado una úlcera.
Lo último que Zooey quiere mencionar es la relación de Franny con Jesús: él considera que ella no lo entiende realmente, y para ejemplificarlo recuerda una anécdota de cuando ella tenía diez años, y entró un día al cuarto de Zooey diciendo que ya no le gustaba Jesús porque en un pasaje de la Biblia este afirmaba que los hombres eran mejores que las aves. Y más allá de la edad, Zooey afirma que su hermana es incapaz de amar a un hombre que hace tales afirmaciones, o de comprender a un Dios que establece que cualquier persona es más valiosa que un ave.
Ya perdiendo todo tacto, Zooey acusa a su hermana de tener pensamientos mediocres y acercarse a la religión desde una perspectiva simplista. No está de acuerdo con ella en que el problema es el excesivo ego de la gente; si las personas conectaran con su verdadero ego, dejarían, por el contrario, de ser mediocres, arguye. Franny solloza y le pide varias veces que se calle, pero Zooey, acalorado, insiste en que ella le está rezando a un Dios que no comprende, y que así la Oración pierde todo sentido, pues esta "tiene un propósito, solamente uno. Dotar a la persona que la reza de conciencia de Cristo" (134). De repente se da cuenta de que su hermana está sollozando y calla. Después de mirarla durante un rato, sin saber qué hacer, se disculpa y sale de la sala.
Análisis
El comienzo de esta sección nos ofrece una imagen que funciona como una parodia del psicoanálisis: Franny, la paciente, recostada sobre el sofá, le cuenta sobre una pesadilla que tuvo a Zooey, que la escucha mientras fuma un habano. Recordemos que, en la sección anterior, el joven rechaza de cuajo la propuesta de su madre de buscar un psicoanalista para ayudar a su hermana, recordándole "lo que el análisis le hizo a Seymour" (85). El principal argumento de Zooey en contra del psicoanálisis es su aspiración conformista:
Llama a algún analista experto en adaptar a la gente a los placeres de la televisión, de la revista Life todos los miércoles, de los viajes a Europa, de la bomba H, de las elecciones presidenciales, de la portada del Times, de las responsabilidades de la Asociación de Padres y Profesores de Westport y Oyster Bay, y Dios sabe qué otras cosas gloriosamente normales... (86).
Más allá de las críticas que puedan hacerse a esta mirada sobre el psicoanálisis, recordemos que el conformismo es uno de los temas que más conflictúan a Franny, y sobre los que más reflexiona.
Pero hay otro argumento contra el psicoanálisis que podemos deducir de la conversación entre Zooey y su madre: cuando él matiza su diatriba contra la disciplina y asume que quizás algún psicoanalista podría ayudar a su hermana, explica que este
Tendría que creer que si tuvo la inspiración de estudiar psicoanálisis fue por la gracia de Dios (...). No conozco a ningún buen analista que piense nada parecido. Pero ése es el único tipo de psicoanalista que podría servirle a Franny. Si da con alguien terriblemente freudiano, o terriblemente ecléctico, o sólo terriblemente mediocre, alguien que ni siquiera sienta una absurda y misteriosa gratitud por poseer intuición e inteligencia..., saldrá del análisis en peor estado que Seymour (87).
En otras palabras, Salinger parece sugerir acá, a través de la voz de Zooey, que el psicoanálisis es solo una metodología de conocimiento, desligada de la sabiduría y la espiritualidad.
En esta parte del texto, Franny desata toda su crítica contra el conocimiento como tesoro acumulable, dando cuenta de que, como su hermano, es muy consciente de la distinción entre el conocimiento y la sabiduría espiritual. Zooey, por su parte, desarrolla esta división en su análisis de los guiones de LeSage y Dick Hess: asume que ellos escriben guiones que funcionan, que quizás estén bien estructurados, que pueden describirse como buenos, pero, por otro lado, no encierran ningún tipo de sabiduría. Pero a Franny esta distinción la toca muy profundo: admite que ha estado usando la Oración de Jesús como un tesoro espiritual, esperando que esta le dé algo a cambio. En ese sentido, se siente tan egoísta y ambiciosa como todos aquellos a los que critica. Zooey va aún más lejos en la crítica a su hermana: para él, la Oración de Jesús permite la disolución del ego, su fusión con Cristo y, a través de él, con toda la humanidad. Pero Franny, sostiene Zooey, lo que quiere es ser consolada por un Cristo todobondadoso, y esto da cuenta de que no lo comprende realmente.
Para ejemplificar la incomprensión de Franny respecto a Jesucristo, Zooey recuerda una anécdota de la infancia, cuando su hermana se enfadó con Cristo por afirmar que cualquier hombre es más importante que un ave. Ella, dice Zooey, jamás aceptaría, comprendería ni amaría a un hombre que hiciera tal afirmación. Así, podemos ligar esta anécdota a la incapacidad de Franny de comer el sándwich de pollo que pide en el restaurante al que va con Lane, y de aceptar el caldo de pollo de su madre. Con apariciones también en El guardián entre el centeno y en el cuento "Justo antes de la guerra con los esquimales", el pollo como alimento funciona como un motivo en la obra de Salinger y tiene una carga simbólica importante, dado que se asocia a la infancia y la inocencia.