Resumen
Al salir de la sala, Zooey se cruza con su madre, quien se sorprende de verlo todo sudado, y él le avisa que su hermana está llorando. Luego pasa por su habitación, sale de ella con un puro y un pañuelo, y se dirige a la habitación que Buddy y Seymour compartían cuando vivían allí. Es la primera vez en siete años que entra en ese cuarto, y, en cuanto lo hace, cierra la puerta y se pone a mirar una hoja casi tan grande como la puerta misma, pegada sobre ella, llena de citas de diferentes autores escritas meticulosamente. Lee algunas y luego se acerca al escritorio. Abre un cajón y saca unas notas de Seymour. Lee un fragmento de una que Seymour escribió al cumplir veintiún años. Luego se acerca al teléfono, marca un número local y coloca el pañuelo que sacó de su habitación sobre el micrófono.
El narrador retrocede unos minutos en el tiempo y nos ubica en la sala de estar, donde la señora Glass intenta convencer a Franny de que coma un poco de caldo de pollo. Cuando escucha el teléfono, va a atender y, poco después, regresa anunciando que es Buddy, y que quiere hablar con su hermana menor. Ella se dirige lentamente a la habitación de sus padres, donde hay un teléfono.
Ante la sospecha de Franny, el supuesto Buddy admite que Bessie le contó sobre lo mal que está comiendo la chica, y sobre los libros del peregrino. Ella insiste en que la voz de él suena rara y le pregunta si tiene un catarro. Él le dice que está bien y le pide que le hable de lo que quiera. Ella dice que está honestamente cansada de hablar; Zooey la ha estado sermoneando toda la mañana. Cuenta que él es errático y destructivo, que está muy resentido con la religión, con la televisión, con sus hermanos mayores.
De repente, ante una respuesta casual de su hermano, Franny se da cuenta de que quien está del otro lado de la línea es Zooey y le dice que ya deje lo que está haciendo. Admite que está muy cansada, pues todo lo que es está siendo cuestionado. Le pregunta a su hermano si la llamó por algo en especial. Él contesta que quería decirle que ella debería seguir con su Oración si así lo quisiera. Se disculpa por haberle hablado como un profeta, no teniendo ninguna autoridad para hacerlo. Sin embargo, le recuerda que ella se dirigió a esa casa cuando sintió "la llamada" (152), y allí se hundió en una depresión, y que no está reconociendo los actos religiosos que allí tienen lugar: lo que Bessie le ofrece es "un caldo de pollo consagrado" (153), y Franny debería bebérselo.
Zooey anuncia que quiere decir dos cosas más antes de callarse de una vez. Una es que Buddy y él fueron a verla actuar el verano anterior, y ella estuvo realmente bien. Él cree que, en alguna encarnación, Franny tuvo el anhelo de ser actriz, por lo que la única cosa religiosa que puede hacer ahora es actuar. Zooey recuerda una vez que Seymour lo obligó a limpiarse los zapatos antes de su participación en el "Niño Sabio". Ante las quejas del chico, Seymour le pidió que lo hiciera por "la Señora Gorda" (156). Él nunca entendió quién era ella, pero la imaginó muchas veces y, desde entonces, limpiarse los zapatos antes del programa cobró sentido. Franny admite que Seymour también le habló a ella de la Señora Gorda.
Zooey concluye que su hermana debería dejar de pensar en la banalidad del mundillo de los actores o en la estupidez del público y actuar:
No importa dónde actúe un actor. Puede ser en compañías de verano, en la radio, en la televisión, o incluso en un maldito teatro de Broadway, con el público más elegante, mejor alimentado y más bronceado que te puedas imaginar. Pero te contaré un terrible secreto... ¿Me escuchas? No hay nadie allí que no sea a Señora Gorda de Seymour (...). Y ¿a que no sabes, escúchame bien, a que no sabes quién es en realidad la Señora Gorda? ¡Ah, rica! Es Cristo mismo. Cristo mismo, rica (156-157).
Franny entonces le dice a su hermano que ya no puede hablar, corta, se quita los zapatos, se recuesta sobre la cama, sonriendo al techo, y se queda profundamente dormida.
Análisis
Nuevamente, esta última sección de la obra de Salinger establece un vínculo estrecho con las artes audiovisuales: primero, el narrador sigue a Zooey como si fuera una cámara en mano mientras él se cruza con su madre antes de pasar por su habitación y, tras una breve elipsis temporal, salir de la misma con un misterioso pañuelo y dirigirse a la habitación de sus hermanos mayores, prácticamente intacta desde que ellos vivieron allí. Luego, describe en detalle, visualmente, la habitación, como si se tratara de una cámara que la recorre con planos cerrados. Finalmente, después de que Zooey tome el tubo del teléfono de ese dormitorio, coloque encima del micrófono un pañuelo y disque un número, el relato hace un flashback y se ubica de nuevo en la sala, donde están Franny y Bessie, momentos antes de que suene el teléfono.
La conversación telefónica que tienen Franny y Zooey (este, al principio, haciéndose pasar por su hermano mayor) constituye el clímax de la obra, y es aquí donde Zooey vinculará los temas del ego, la crítica al conformismo burgués y la espiritualidad, ensayando una suerte de respuesta a la crisis de su hermana. La receta básica de Zooey es la siguiente: uno debe desprenderse de su ego mezquino y egoísta y, en cambio, amar y respetar a toda la humanidad. La "Señora Gorda" representa a ese otro lleno de defectos que tenemos que amar y respetar, es decir, condensa el sentido de toda la humanidad. Al mismo tiempo, si recordamos cómo se dirige Zooey a su madre al principio de "Zooey", podemos argumentar que la Señora Gorda es también Bessie. En todo caso, el sentido es el mismo: Bessie es esa "persona normal", tan diferente a sus niños superdotados, a quien ellos les cuesta amar y respetar.
Cuando Zooey afirma que la Señora Gorda es Cristo, se devela que la enseñanza espiritual que el joven rescata del Cristianismo es el amor universal. En este punto vale la pena una breve digresión: un rato antes, el joven acusaba a su hermana de no comprender a ese Cristo que decía amar, y, por tanto, no amarlo realmente. Planteaba que ella amaba una idealización todobondadosa de Jesucristo, y no a aquel que decía que cualquier persona valía más que un ave; es decir, aquel que predicaba el amor universal y, al mismo tiempo, alguien con quien ella no estaba de acuerdo. Así, el desacuerdo de Franny con esta premisa de Jesucristo da cuenta de su incapacidad para abrazar la doctrina que él predica. Este es, parece plantear Zooey, el centro de la angustia de su hermana, la falla originaria de su búsqueda espiritual. En este punto también comprendemos por qué, al principio de "Zooey", Buddy, identificado como narrador, afirma que su texto "no es un relato místico, ni una historia de mistificación religiosa. Digo que es una historia de amor compuesta, o múltiple, pura y complicada" (43-44).
Ahora bien, ¿cómo aparecen el ego y el conformismo en esta tesis? Poco antes, cuando discutían en la sala, Zooey acusaba a su hermana de estar obsesionada con el ego en apariencia obsesivo de los otros. Él decía que, por el contrario, la mayoría de las personas que ella considera egomaníacas poco contacto tienen con su verdadero ego, y que "la mitad de todo lo desagradable que hay en este mundo está provocado por la gente que no usa su verdadero ego" (131). En otras palabras, Salinger complejiza la noción de ego, y aunque acepta una versión dañina del mismo (asociada directamente con el conformismo y la mediocridad), abraza otra, asociada al verdadero anhelo.
Ahora, en esta última parte de la obra, Zooey parece poner a un lado su propio ego al realizar esa llamada telefónica haciéndose pasar por su hermano. Sin embargo, podríamos argumentar que sucede exactamente lo contrario: cuando finge ser Buddy, le hace a su hermana preguntas sobre Zooey, interesado en qué dice ella sobre él, y, por otro lado, se limita a imitar la voz y los gestos de Buddy, haciendo gala de sus dotes de actor. A pesar de ello, cuando Franny lo descubre, Zooey cambia de estrategia y todo cambia: él imita a su hermano en la carta que este le envió a él mismo, e insta a su hermana a actuar. El argumento, y aquí está la sabiduría que Zooey toma de Buddy, es espiritual: ella tiene un anhelo muy profundo de actuar, y no puede sino acatar las consecuencias de ese deseo. Es lo único religioso que puede hacer, y tiene que hacerlo con absoluta seriedad, sin importar el guion, el medio, el público, la crítica o el éxito. El joven admite no estar rigiéndose él mismo por este principio, y reconoce el carácter destructivo que esto tiene, tanto para con los otros como para sí mismo: ve el efecto nocivo que su presencia, sus comentarios, su soberbia tiene en el entusiasmo de los demás, y también admite que esta postura le ha producido úlceras a él mismo.
En definitiva, el monólogo final de Zooey une los temas de la espiritualidad, el ego y el conformismo y encuentra una salida en la que las problemáticas asociadas a ellos ven una salida: lo verdaderamente espiritual consiste en escuchar el propio anhelo y entregarse a él sin medir consecuencias. La alternativa es la centralidad de un falso ego, exitoso a la vista de los otros, que redunda en un conformismo que encuentra en meras aficiones una vía de escape.
No es casualidad que Zooey llegue a esta conclusión en la habitación de Seymour y Buddy. La influencia de ellos dos no se limita a las citas o a la entrada de diario de Seymour que el joven lee: además de que son mencionados constantemente por Franny, Zooey y Bessie, ya se ha afirmado repetidas veces que ellos fueron los responsables de la educación espiritual de los protagonistas de este texto. En esta instancia, esa educación parece haber decantado en Zooey, y se ha convertido en sabiduría. Y cuando Franny se despide de su hermano y se queda escuchando el tono de marcar del teléfono ("Ella parecía encontrarla extraordinariamente grata de escuchar, casi como si fuera el mejor sustituto posible del silencio primordial", 157), se recuesta y sonríe, comprendemos que esa sabiduría también la ha tocado a ella.