Resumen
Episodio II (Segunda parte)
Entra Pedagogo, disfrazado de mensajero, y se acerca a Clitemnestra para contarle que Orestes murió. Electra se entristece fatalmente. En un largo discurso, Pedagogo cuenta la historia de la supuesta muerte del joven, producida a causa de un accidente en unos juegos de carros en Delfos, y que dejó al cuerpo irreconocible.
Clitemnestra no sabe si pensar que la muerte de Orestes es algo bueno o malo. O se salva de su venganza o ha perdido un hijo. Sea como fuere, sin embargo, la noticia sí la entristece: ninguna madre, dice, puede alegrarse por la muerte de su hijo. Dicho esto, ¿cómo puede llorar a alguien que la acusó de hechos horribles y que le impidió dormir? Electra se horroriza por la reacción de su madre. Se queda sola y pronuncia un discurso amargo y doliente. Desea morirse. El Coro intenta, en vano, calmarla.
A continuación aparece Crisótemis anunciando noticias felices y la cura de todos los males. Electra responde que sus males ya no tienen cura, mientras Crisótemis interrumpe, diciendo que Orestes volvió a Micenas. La muchacha dice haber visto, sobre la tumba de Agamenón, leche, una corona de flores frescas y un mechón de pelo que reconoció de su hermano. Estas ofrendas, dice, son prueba de que Orestes regresó. Electra le explica a su hermana que Orestes está muerto, y que las ofrendas en la tumba de Agamenón podrían ser en memoria del recién fallecido. Luego propone matar a Egisto. Así, dice, adquirirán nobleza y libertad, y salvarán la reputación de la casa de su padre. Crisótemis se opone, argumentando: “Eres una mujer, no un hombre” (p.18). Niega que Electra cuente con la fuerza para cometer tal acto, y sentencia que nadie pensará noblemente en las hermanas después de que cometan un asesinato deshonroso. Sin sorprenderse por la respuesta de su hermana, Electra decide hacerlo sola.
Estásimo II
El Coro medita lo dicho y reflexiona sobre las actitudes contrapuestas de ambas hermanas.
Análisis
La acción de la obra de Sófocles tiene lugar a las puertas del palacio de Micenas. Por lo tanto, la acción se sitúa en una especie de espacio liminal, entre el "afuera" y el "adentro" de esa casa real. En la versión de Esquilo de la misma historia, la acción se desarrolla en el palacio, pero también en la tumba de Agamenón y en partes de la ciudad circundante. Sófocles opta por reducir el espacio de la acción al exterior del palacio, y este escenario es significativo para el desarrollo del drama, en tanto constantemente se define quién yace dentro y quién fuera de las puertas de ese palacio, y, en consecuencia, quién está o no en escena.
La crítica hizo particular énfasis en leer este escenario en asociación al estatus de las mujeres en la obra de Sófocles. Para los antiguos griegos, público original de la obra, el lugar de la mujer era el hogar. Pero la Electra de Sófocles nunca entra a ese espacio interior, sino que está casi constantemente en el escenario, es decir, al exterior de las puertas. Al contrario de lo que hubieran esperado los antiguos griegos para un personaje femenino, Electra está siempre en el escenario de la acción. Y en ese escenario no permanece silenciosa, sino que hace notar constantemente su presencia por medio de reclamos, gritos de justicia, protestas. Casi todo el resto de los personajes le piden, en uno u otro momento, que se calle. Sin embargo, ella argumenta en contra de quienes intentan apaciguarla y defiende su postura.
El estatus de la mujer y las formas en que Electra no cumple con las normas tradicionales se discute en el diálogo entre Crisótemis y Electra en el segundo episodio. Crisótemis le dice a Electra que no puede matar a Egisto porque es mujer; una línea argumental similar a la planteada en la Antígona de Sófocles: Crisótemis insta a la precaución, recordándole a Electra que las hermanas ya están en problemas, y rogándole que no los empeore. “Comienza por lo menos a ser prudente, y aprende, encontrándote sin fuerzas, a ceder a los que son más fuertes que tú” (p.18), le sugiere Crisótemis a su hermana. Electra, sin embargo, fiel al estilo del héroe sofocleo, no se somete a los límites que la sociedad quiere imponerle, y, por el contrario, busca perseguir su voluntad hasta el final. “Aborrezco tu cobardía” (p.18), sentencia, decepcionada de la debilidad de su hermana.
Crisótemis, en medio de la disputa con su hermana, pronuncia uno de los parlamentos claves de la obra: “Las acciones más justas dañan algunas veces” (p.18), sentencia. Este tipo de aseveraciones funcionan para complejizar la discusión que enfrenta a los personajes. Porque incluso si se acepta el deber de vengador al que está obligado Orestes, y del cual Electra está completamente convencida, esto no quiere decir que Crisótemis no tenga un punto atendible al pedir clemencia a sus hermanos. No por impartir justicia Orestes dejará de perjudicarse a sí mismo: deberá cargar para siempre con la culpa de haber asesinado a su propia madre. Un crimen, llevado a cabo por “buenas razones”, sigue siendo un crimen.
Las tragedias de Sófocles a menudo giran en torno a una situación en la que no hay una respuesta correcta; ubican a los personajes principales frente a dilemas. El protagonista de Edipo Rey, por ejemplo, destruye su vida familiar por perseguir la verdad, mientras que, de no haber tomado ese camino, no habría cumplido correctamente con su papel como rey de Tebas. En las tragedias de Sófocles, el conflicto entre el honor familiar y la justicia es complejo, y el protagonista nunca puede tomar un camino que le ahorre sufrimiento. Aquí, el personaje de Electra opta por vengar a su padre, cueste lo que cueste.
En este segundo episodio, Pedagogo pronuncia un largo discurso sobre la muerte de Orestes. No hay nada particularmente inusual en el discurso tomado fuera de contexto, pero dentro de la situación proporciona un momento dramático fascinante, particularmente porque Pedagogo sabe, como sabe el público, que el discurso es completamente falso y que Orestes está vivo. En la misma escena están Clitemnestra y Electra, quienes creen en lo que oyen y se convencen de que Orestes murió. El interés del discurso de Pedagogo no tiene que ver entonces con el discurso en sí, sino con las reacciones que provoca en los personajes que lo escuchan. De esta manera, la situación parece compaginar varias de las discusiones que se vienen desarrollando en la obra acerca de la verdad, la mentira, de la palabra y la acción. Es difícil juzgar el discurso de Pedagogo en términos objetivos, puesto que todo se filtra de relatividades: para algunos personajes es falso; para otros, verdadero; para algunos es una noticia, un mensaje; para otros, es parte de un plan estratégico de venganza. Una vez más, los actos y las palabras parecen depender de la perspectiva desde la se los juzgue.
Otro tema que se viene trabajando en la obra, y que se consolida en esta escena, es la del conflicto entre la justicia y la vida familiar. Frente a la noticia de la muerte de Orestes, Clitemnestra no está segura de si ella (como la asesina de Agamenón y amante de Egisto) no acaba de salvarse de una posible venganza y debe alegrarse por ello, o si, como madre de un joven difunto, debe llorar.