La identidad
Una y otra vez, Ana se pregunta a sí misma qué tipo de persona es: ¿Cómo debería sentirse al saber que otros afuera están sufriendo? ¿Es una persona virtuosa? ¿Es muy egoísta e infantil? ¿Qué significa que los alemanes la desprecien simplemente por ser judía? Aunque Ana no logra encontrar respuestas simples a estas preguntas, las utiliza para definir quién es y en quién se quiere convertir. La búsqueda de Ana de su identidad personal, así como su llegada a la madurez, son los temas más importantes del libro.
La conciencia judía
Este tema sale a relucir de vez en cuando, pero el hecho de que no sea central al desarrollo del libro ha provocado mucho comentario crítico. Para Ana, su contacto con la pregunta acerca de la consciencia judía proviene principalmente de sus charlas con jóvenes. Por ejemplo, Helmuth Silberberg, el novio de Ana al comienzo del libro, es un miembro del Movimiento Juvenil Sionista, quien busca celebrar la herencia judía. Sin embargo, Peter Van Daan le dice a Ana que, cuando la guerra termine, él planea mantener en secreto su herencia judía. Ana se encuentra en medio de estos dos polos opuestos, ya que esta no le presta mucha atención a su condición judía.
La ambivalencia de Ana ha llevado a muchos críticos judíos a afirmar que el libro no sería el clásico que es si Ana hubiera convertido su herencia judía en una parte más importante de su diario.
El antisemitismo
Cuando Ana habla acerca de su judaísmo es para arremeter contra el antisemitismo y el odio que ha forzado a su familia a esconderse. Aunque no expresa una opinión completa acerca de cómo el histórico antisemitismo, combinado con el desempleo de la época, convirtió a los judíos en un grupo despreciado en Europa, el contexto histórico envuelve este libro. Es importante recordar que la razón por la que El diario de Ana Frank es considerado tan importante es que se trata de un testamento contra el odio y el antisemitismo que causó su muerte.
La virtud
Ana lucha por comprender el concepto de poseer “virtud” durante todo el libro. Sus padres desean que Ana imite las buenas virtudes de su hermana Margot, que consisten principalmente en ser callada y discreta. Ana admira a su padre, quien no le permite a nadie pasar por encima de él sino que, al contrario, adhiere a sus principios y les exige a los demás hacer lo mismo. Es importante notar que los sentimientos de Ana por Peter Van Daan se enfrían cuando ella decide emular la idea de virtud proveniente de su padre. Ella no cree que su amistad con Peter sea más importante que el amor y el respeto de su padre.
El deber
Todos los residentes del escondite luchan con el concepto del deber: el deber hacia el país de cada uno, hacia sus amigos y, aún más importante, el deber hacia los otros residentes del escondite. La vida allí es una serie de pequeñas peleas y desacuerdos, y muchos de estos tienen que ver con los sentimientos conflictivos acerca del deber que cada uno tiene hacia el otro. Por su parte, Ana se esfuerza por ser una hija diligente y por llevarse bien con los demás residentes.
El sufrimiento
Así como la frase “después de la guerra” es repetida constantemente por todos en el escondite, también lo es la referencia a los judíos que están fuera. Todos los residentes del escondite luchan contra sentimientos de culpa por haber abandonado a aquellos que, afuera, sufren la persecución nazi. Algunos, como la señora Van Daan, eligen ignorar este sentimiento. Otros, como Ana, se sienten mal pero insisten en intentar permanecer alegres. La cuestión de cómo los residentes del escondite conviven con sus sentimientos de culpa por aquellos que sufren afuera está ligada a su propio miedo de ser capturados por los alemanes.