Resumen
Capítulo 12
Al día siguiente, Valentín y Molina retoman el diálogo. Ambos están descansados y contentos luego del encuentro sexual. Valentín le propone a Molina que piense alguna película linda para contar mientras él estudia.
Luego de una elipsis temporal, Molina comienza el relato. La historia ocurre en Veracruz, México, en una fiesta de carnaval. Una pareja, formada por una mujer alta, delgada, sensual y morocha y un hombre, también morocho, baila la última pieza. Él insiste en quitarse el antifaz, y ve que ella tiene un anillo de compromiso. En la escena siguiente, el muchacho está en la redacción del diario donde trabaja y ve que están preparando un artículo escandaloso sobre una actriz y cantante retirada que vive protegida por un magnate mafioso. Él ve las fotos y reconoce a la mujer de la fiesta. Consigue así su dirección e irrumpe en su departamento. Se encuentra con ella y le promete esconder todas las fotos y el texto, para así no sacar el artículo. La mujer le agradece y le cuenta su verdad: que se dejó convencer por la oferta de un hombre muy celoso que no la deja actuar, y desde entonces vive encerrada. El muchacho le propone huir juntos y abandonar esa vida de lujo que lleva, pero ella no se anima. Él se retira del departamento y se va a una taberna a ahogar sus penas. Al día siguiente, arrepentido, le pide una cita a la mujer. Cuando ella está por ir a su encuentro, aparece el magnate, al que le miente y le dice que sale de compras, pero el hombre la amenaza con lastimar a quien se le acerque. Así, la mujer deja esperando al periodista, quien, luego de un par de tragos, toca el timbre del departamento de ella y encuentra a la pareja. El muchacho, furioso, se va. Luego de unos días, ve en la calle que, finalmente, van a publicar el artículo escandaloso sobre la muchacha y decide entrar a los talleres y destruir a martillazos las máquinas de la imprenta. Huye de la ciudad y llega a Veracruz, de borrachera en borrachera. Así, compone canciones muy tristes, de amor, dedicadas a la mujer.
En este momento, Molina calla, desolado. Valentín, enfático, le prohíbe pensar en cosas tristes y se propone hacerle olvidar esos momentos de angustia a su amigo.
Capítulo 13
Este capítulo comienza con el diálogo habitual entre los protagonistas, que, esta vez, se sienten bien, cómodos. Molina siente que ya no es él, que está fuera de peligro. Valentín coincide con esta observación. Su compañero agrega que, si fuera por él, no querría despertar más; le gustaría morirse, dice, luego de pasar la noche juntos.
Molina reanuda la narración de la película. Cuenta que la mujer finalmente abandona al magnate y decide volver a su trabajo como cantante. En un ensayo, deslumbra a todo el mundo. Sin embargo, reciben la orden del magnate de cerrar el club. Así, la mujer queda sin ingresos y sigue intentando lo que sea para conseguir un contrato. En paralelo, el muchacho está en Veracruz, destruido por el alcohol, y tienen que internarlo por su precario estado de salud. En el delirio febril llama a la mujer, que decide ir a buscarlo pero, como no tiene dinero para el pasaje, ofrece su cuerpo a cambio de sexo. Ambos se encuentran en el hospital, con los ojos llenos de lágrimas, y recomponen su amor. Con el paso de los días, el hombre recibe el alta, aunque aún no puede trabajar. Ambos se van a una casa alquilada en los suburbios, donde él promete conseguir un trabajo. El clima es de felicidad; están más enamorados que nunca. Con el pasar de los días, él le insiste para acompañarla al lujoso hotel donde ella va a cantar, pero se niega sistemáticamente. Una noche, él la sigue y ve que la mujer trabaja de prostituta. Al día siguiente, le ruega que no salga más a trabajar porque es peligroso, pero ella le responde que es la única forma de conseguir dinero para poder sobrevivir. Así, el muchacho se da cuenta de que le representa una carga y huye, para no volver.
Molina interrumpe su relato ya que esta historia triste le trae malos presentimientos; teme dejar solo a su compañero. Valentín lo contiene, le pide que no se anticipe a los acontecimientos y aprovecha este quiebre de la narración para hacerle preguntas sobre su sexualidad. Ambos discuten sobre los roles de cada género. Valentín le aclara que ser mujer no significa estar sometida a una dominación masculina, pero Molina le explica que, para él, lo natural para una mujer es estar subordinada a las órdenes de un hombre. Su compañero ve esta disparidad como una explotación, ya que, en todo vínculo, ambos sexos deben tener iguales condiciones. Para el guerrillero, ser mujer no debería ser un sacrificio ni un dolor, porque ser macho no da derecho a torturar a nadie. Molina se muestra reacio a hablar del tema y corta la discusión.
Capítulo 14
Este capítulo reproduce el diálogo telefónico entre el director del penal y su superior, pero únicamente se nos da a conocer la voz del primero, que pregunta qué hacer con Molina en caso de no obtener ningún dato sobre los compañeros de Arregui. Así, le sugieren liberarlo al día siguiente y seguirlo para confirmar si tiene algún vínculo con la célula revolucionaria. El director insinúa no confiar en Molina, ya que lo considera un amoral, y propone un plan: mentir en el periódico y publicar que el preso entregó datos sobre Valentín. De esta manera, cuando lo busquen para vengarse, ellos podrían interferir en el operativo. Esta propuesta parece agradarle a su supervisor.
Luego de esta conversación se incorpora un intercambio con los nombres de los involucrados en mayúscula. Nuevamente, el director le pide al procesado algún progreso sobre Valentín Arregui, pero aquel le contesta que no hay avance; Valentín es un hombre muy cerrado y desconfiado. Así, la autoridad jura que no puede ayudarlo con el proceso de dejarlo en libertad, y lo amenaza con cambiarlo de celda. Molina le jura que va a insistir en conseguir alguna información, pero pide que por lo menos lo dejen quedarse con su compañero. Cuando ya se estaba retirando de la oficina, el director lo llama nuevamente, con un cambio de planes. Finalmente, le otorga el derecho de la libertad condicional y le recomienda portarse bien en la calle. Molina, agradecido, se retira de la oficina.
Después de este encuentro y tras un salto temporal, Molina le cuenta a su compañero que al día siguiente lo dejarán en libertad. Valentín se alegra muchísimo y también le propone participar en un plan de acción con sus compañeros de militancia, pero Molina se niega rotundamente: no quiere saber ni una palabra sobre el tema, ya que su propia integridad está en juego. Valentín le insiste; lo único que tiene que hacer es llamar desde un teléfono público y citar a alguien en un lugar falso. Su compañero se niega, pero al mismo tiempo se siente apenado de dejarlo solo, quiere quedarse con él. Valentín lo alienta a empezar una vida nueva, lejos de la cárcel y todo lo que esto significa, pero él se rehúsa. Discuten y, a modo de reconciliación, Molina retoma la narración abandonada días anteriores.
En la película, el magnate encuentra a la mujer. Al verla tan conmovida, le devuelve todas sus alhajas. Ella comienza a buscar al muchacho por todas partes y lo encuentra en una sala de enfermos graves, sin posibilidad de curarse. Desde su lecho, él le canta una canción de amor. En esta ensoñación, muere. Ella lo abraza y llora, desesperada, y decide regresar a la casita donde ambos vivieron pocos días de felicidad. Oye que los pescadores cantan las canciones de amor que él había compuesto. La película finaliza con un primer plano de la cara de ella, con los ojos llenos de lágrimas pero con una sonrisa.
Valentín interpreta este final como una muestra de felicidad de la protagonista, que finalmente pudo construir una relación de verdadero amor, aunque haya terminado de manera trágica. Explica que hay que aceptar las cosas como se dan y apreciar lo bueno en ellas. Su compañero le dice que lo va a extrañar, a él, sus películas, la comida compartida. De despedida, Molina le pide un beso, por primera vez. Le pregunta si le da asco, pero Valentín dice que en realidad siente temor a que se transforme en la mujer pantera de la primera película. Molina le responde que él no es esa mujer, porque a ella nadie la puede besar. Valentín está de acuerdo y lo nombra mujer araña, porque atrapa a los hombres en su tela. Luego, se acerca a Molina para tener un encuentro sexual y darle el beso solicitado.
El capítulo termina con la reflexión de Molina, que finalmente le pide el contacto a Valentín de sus compañeros de militancia para ayudarlo en su tarea. El guerrillero se alegra por este cambio de opinión.
Análisis
En estos capítulos, el vínculo entre Molina y Valentín llega a un punto de conexión máxima que habilita la discusión en relación con la identidad y los roles sociales asociados a los hombres y las mujeres. A lo largo de la novela, Molina concibe la feminidad como sensibilidad, ternura y cuidado, pero también como un rol que está inevitablemente sometido al domino y poderío de lo masculino. Él tiene incorporados esos valores como si fueran naturales, tal como le dice a Valentín: "-Pero si un hombre... es mi marido, él tiene que mandar, para que se sienta bien. Eso es lo natural, porque él entonces... es el hombre de la casa" (p. 211). Sin embargo, su compañero le cuestiona esta forma de ver el mundo e intenta convencerlo de que los roles de género se deben construir en igualdad de tareas, sin sometimiento ni opresión. En este punto, Valentín aplica sus ideas políticas relacionadas con la construcción de un mundo más igualitario a las formas de entender la oposición social hombre - mujer. De esta manera, el texto permite entender que la lucha revolucionaria política debe involucrar, necesariamente, el cuestionamiento de las identidades y roles sexuales.
Así como Valentín reflexiona sobre la importancia de la sexualidad en la revolución, Molina se acerca a la lucha política de Valentín. En el final del capítulo 14 se propone ayudarlo en el exterior enviando información a sus compañeros de militancia. A primera vista, podemos pensar que su vinculación política es reflejo de un compromiso sentimental, pero también es posible entenderlo como un gesto de amistad, fraternal. De cualquier manera, ya sea por amor o por respeto a la convicción política de Valentín, Molina rompe con el estereotipo de frivolidad asociado con su mundo de fantasía, canciones de amores tristes y estrellas de Hollywood para comprometerse con la causa de su compañero de celda.
En este cruce entre ficción y realidad, la elección de la última película exhibe un final triste pero feliz. Este desenlace, que parece contradictorio, se conecta con el pesar que siente Molina por dejar a Valentín, pero también con la alegría de haberse disfrutado y conocido aún en la hostilidad del contexto del encierro. Si se tiene en cuenta que el lector solo conoce un romance –frustrado- de Molina, el encuentro con Valentín representa la esperanza de haber tenido, al menos una vez, la certeza de amar y ser amado.
Otro elemento clave en estos capítulos es la aparición del título de la novela, El beso de la mujer araña. Molina rechaza ser llamado “mujer pantera” por el peligro que esto implica en la trama de la película, y entonces Valentín sustituye este animal por otro, también salvaje y dañino: la araña. La diferencia fundamental es que la mujer araña es libre de amar y demostrar sus sentimientos, absolutamente reprimidos en la Irena de las narraciones de Molina. Como hace la araña con sus presas, Molina atrapa y seduce a los hombres con películas repletas de detalles, canciones de amor y comidas reconfortantes. El beso del capítulo 14 es, entonces, una picadura de araña, en la que Valentín es víctima del encanto de Molina. Es fundamental entender esta escena como una acción recíproca, en la que el beso se entiende como un gesto de igualdad, ya que ambos ejercen y reciben la acción de besarse a la vez. En este sentido, el diálogo entre los personajes luego de besarse reafirma esta idea: "-Gracias. -Gracias a vos." (p. 227), responde Valentín. La escena nos enseña que lo que es importante para Molina lo es también para Valentín. Así, el guerrillero afirma todo lo que ha aprendido de Molina y se muestra como un personaje capaz de demostrar cariño y cuidar al ser querido.
En relación con los silencios, en el capítulo 14 se incorpora la reproducción de la conversación entre el director del Penal y una autoridad superior, cuyas respuestas son eliminadas. Una vez más, los silencios ingresan en la dimensión de la novela, ya que al "oírse" solo la voz de uno de los interlocutores se subraya aún más la idea de lo que fue omitido de manera deliberada. Por una parte, esa ausencia obliga a los lectores a reponer las palabras eliminadas y, por otra parte, indica de manera permanente la presencia de algo que no se quiere contar, que existe pero está reprimido. Asimismo, el director exhibe que la libertad de Molina es una farsa, ya que sus movimientos se encuentran calculados y monitoreados por los agentes policiales. Este plan confirma la idea de que no hay escapatoria al control de las fuerzas de seguridad; paradójicamente, la violencia del mundo exterior impide que Molina sea un hombre libre, aún fuera de la prisión.