En 1974, Manuel Puig se vio obligado a dejar la Argentina de manera forzosa, ya que había recibido amenazas de muerte y se había prohibido la difusión de The Buenos Aires Affair, su tercera novela. Cuando partió al exilio, el autor ya contaba con una versión de El beso de la mujer araña que, con el paso del tiempo, sufrió numerosas modificaciones. Mucho de este material se preserva hasta nuestros días y esto nos permite acceder al proceso de creación de la novela a partir de elementos y personajes reales.
En el nacimiento de la novela, Puig se postuló investigar dos cuestiones para construir a los protagonistas de su novela: por un lado, qué ventajas podía tener para la mujer ejercer el rol de oprimida; y, por otra parte, cómo podía resolver un militante de izquierda su relación con otro tipo de explotación, asociada con el género y no con la clase social.
A partir de El beso de la mujer araña, Puig incorporó el método de investigación previa a la escritura, ya sea a través de entrevistas con sus futuros personajes o a través de lectura bibliográfica. En el caso de la novela, se encuentra el siguiente material: a) once páginas manuscritas con apuntes de sus conversaciones en Buenos Aires con presos políticos, que contienen numerosas anotaciones sobre palabras carcelarias y dibujos con esquemas del edificio del penal; b) tres hojas con apuntes sobre propagandas nazis; c) siete páginas con resúmenes de distintas teorías sobre la homosexualidad. En relación al origen de la historia, Puig (1987) menciona su interés por investigar las ventajas del rol de la mujer oprimida pero le fue imposible encontrar alguna que defendiera su lugar con convicción. Así creó al personaje de Molina: “Busqué un modelo de la vida real que me sirviera de guía pero, sin resultado, en 1972 no encontré ninguna mujer sin dudas al respecto. La única voz convencida era la de los románticos incurables como Molina, (…) que no pudiendo realizar el sueño del matrimonio del señor fuerte y protector con la señora desvalida seguían imaginándolo a gusto” (citado en Goldchluk. 1998, p.50).
Además de este material, se encontraron documentos que indican que el personaje de Valentín es el primero que Puig construye a partir de personas entrevistadas. Así, este recurso se constituye como un medio para acercarse a una mentalidad que lo atrae pero que no logra entender. El autor accede a la cárcel de Devoto gracias a la ayuda de un contacto en común y habla con tres presos políticos. De este material destaca “el idioma de la prisión”, ya que lo ve como una forma que tienen los prisioneros de olvidarse de la vida en libertad e ingresar en los códigos propios de la cárcel. También toma apuntes sobre las torturas, el deterioro físico y menciones específicas a militantes de la época. Sin embargo, ninguno de estos datos aparece de manera directa en El beso de la mujer araña; el autor transforma el material real en ficción, y le otorga la posibilidad de significar algo distinto. En la novela, el mundo exterior es el mundo de la tortura, el envenenamiento y los carceleros. La verdadera liberación se encuentra en el interior de la celda, en las películas como espacio de libertad, de sueños y de realización de deseos reprimidos.
Otro elemento significativo que cambia a lo largo de las ediciones es el momento en el que se sitúa la acción. En este sentido, el contexto histórico aporta una pista fundamental para entender el recorrido de los protagonistas. En las primeras versiones borradores de la novela, las fechas de detención de Molina y Valentín correspondían a 1971, y el traslado a la celda de ambos era en 1972. Sin embargo, el endurecimiento de la situación política, las amenazas de muerte y el posterior exilio de Puig lo obligan a modificar esta versión y cambiar estos años por 1974 y 1975, en el albor de la dictadura militar de 1976. En este cambio, el lector abandona toda esperanza de liberación de Valentín y espera el peor de los finales.