Desde el año de publicación de El adversario en 2000 hasta el presente, el caso de Jean-Claude Romand atravesó diferentes etapas. Si bien había sido condenado a cadena perpetua, estuvo 26 años en prisión, ya que fue liberado en 2019.
Esta noticia era esperada por el criminal que, desde 2015, según la legislación francesa, tenía derecho a solicitar la libertad condicional tras haber cumplido un mínimo de 22 años de su condena. Sin embargo, a pesar de ser legítima, su liberación representó un impacto en los familiares de la víctima. En palabras de la abogada de los hermanos de Florence Crolet, la libertad de Romand “constituye una gran decepción y un gran dolor. Tienen la sensación de que para Romand todo ha terminado, cuando para ellos eso no sucederá jamás”.
Sin embargo, esta excarcelación no significó una vida libre para el protagonista, ya que debe estar sometido a vigilancia electrónica durante dos años y a medidas de asistencia y control. Además, no puede contactar a las víctimas ni viajar a determinadas zonas del país.
Tampoco para Abad, el abogado de Romand, la noticia representó ningún triunfo, ya que argumenta que su cliente carece de referencias del mundo exterior luego de 26 años encerrado. Para poder garantizar su inserción social de la manera más exitosa posible, el monasterio benedictino de Fontgombault se encargó de ofrecerle refugio a Romand. Allí, el acusado debe cumplir con horarios específicos y tareas de agricultura y alfarería.