Aura

Aura Metáforas y Símiles

"Podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola" (Narrador, capítulo 1, p. 12) (Metáforas y Símil)

Felipe queda inmediatamente embelesado por los ojos verdes de Aura, los cuales parece transformarse constantemente. Este carácter cambiante de sus ojos se describe mediante figuras que remiten al mar y al oleaje, en este pasaje con las metáforas de la "espuma" y el "mar", y el símil de la "ola".

"Te sorprende la inundación de luz de tu recámara" (Narrador, capítulo 1, p. 13) (Metáfora)

La antigua casa de Consuelo permanece casi en penumbras durante toda la historia, en consonancia con el entorno ocultista, mágico y misterioso que rodea a la anciana. En contraposición, Felipe, quien representa los valores iluminados y racionales, recibe una habitación que se encuentra completamente iluminada por la luz solar. Este pasaje ocurre en el momento en que Felipe conoce su habitación, cuya iluminación se presenta mediante la metáfora de la "inundación", como si la luz fuera un elemento acuoso que llena el espacio.

"Quizás Aura espera que tú la salves de las cadenas que, por alguna razón oculta, le ha impuesto esta vieja caprichosa y desequilibrada" (Narrador, capítulo 3, p. 25) (Metáfora)

Durante casi toda la novela, el protagonista no sabe (en realidad, no recuerda) que Aura es Consuelo. En el contexto de la frase citada, de hecho, Felipe cree que la muchacha está en la casa obligada por la anciana, sometida a su voluntad. La metáfora de las cadenas evoca efectivamente dicho sometimiento: Aura estaría en esa casa presa, como una esclava encerrada contra su voluntad, vigilada por la carcelera Consuelo.

"Tocas en sus senos la flor entrelazada de las venas sensibles” (Narrador, capítulo 3, p. 28) (Metáfora)

El protagonista tiene un encuentro íntimo con Aura. La expresión citada pertenece a un momento en que se relata, desde la percepción sensible del personaje, ese encuentro físico. La "flor" como punto de reunión entre raíces venosas funcionaría como una metáfora del pezón de la joven, y el recurso se utiliza para enfatizar la conexión simbólica entre los personajes femeninos y la naturaleza que se construye a lo largo de la novela.

"Como si temieras que una mano invisible te hubiese arrancado la máscara que has llevado durante veintisiete años" (Narrador, capítulo 5, p. 46) (Metáfora)

Hacia el final de la novela, el protagonista descubre que su identidad es otra a la que sostuvo durante toda su vida: él es el general Llorente. Tras ello, se toca el rostro, temiendo haber perdido su tez jovial, intercambiada ahora por la de un anciano. Este temor a perder la identidad se transmite mediante la metáfora de la máscara, la cual se refuerza con la frase inmediatamente posterior: "Esas facciones de goma y cartón que durante un cuarto de siglo han cubierto tu verdadera faz, tu rostro antiguo, el que tuviste antes y habías olvidado" (p. 46).

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