Expectativas vs. realidad
El título de la novela anticipa la temática central de la misma, que es el de las altas expectativas. La trama problematiza los efectos que las altas expectativas pueden tener en la vida de las personas, en tanto el protagonista se enfrenta a numerosos conflictos, tanto internos como externos, a causa de dejarse llevar por estas, perdiendo así noción de lo que sucede en la realidad.
Principalmente, la novela parece advertir sobre el peligro de descuidar la realidad por someterse a expectativas más definidas por la apariencia o los preconceptos. El protagonista arriesga sus amistades y el amor de quienes más lo quieren por su obsesión por conquistar a una muchacha que lo desprecia. Al mismo tiempo, rechaza un trabajo digno y se orienta a una vida culta pero deshonesta y vacía. Esta dinámica se encuentra enmarcada, a su vez, en el problema de la diferencia de clases: las altas expectativas del protagonista tienen que ver con ser parte de la clase alta (a la cual pertenece su amada), y como consecuencia de esto, el muchacho se desprecia a sí mismo y a sus pares por ser de clase baja.
Esta obsesión resulta problemática, además, en tanto las grandes expectativas nunca se corresponden con una realidad siempre frustrante: la vida de clase alta no satisface al protagonista, quien empieza a sospechar que la felicidad quizás yace entre quienes no esperaban de él nada más que a él mismo, quienes le procuran amor sin exigir nada a cambio.
La culpa
La crítica literaria habla de Grandes esperanzas como la novela en que Dickens más profundizó en la psicología de los personajes. Esto es visible, más que nada, en el protagonista de la novela, quien constantemente reflexiona sobre sí mismo y su propio accionar. Así, la culpa aparece como un tema recurrente, en tanto Pip no cesa en castigarse a sí mismo, en diálogo con su propia consciencia, por aquellos aspectos de su proceder que sabe incorrectos. Más que nada, estos aspectos se vinculan al modo en que Pip pasa a ignorar, en su vida de caballero, a aquellas personas de clase menos distinguida que no tenían más que afecto para con él, como sus amigos Joe y Biddy. El protagonista se siente constantemente acechado por la culpa de estar infligiendo dolor, con su indiferencia, a aquellas personas a las cuales mantiene alejadas de su vida creyendo que así alcanzará más rápidamente sus objetivos de grandeza.
El tema de la culpa también aparece ilustrado en otros personajes de la novela. Hay quienes, acechados por el sentimiento culposo, no logran continuar con sus vidas, perturbados constantemente por el fantasma de sus crímenes pasados. Por otro lado, también aparecen aquellos personajes que, durante mucho tiempo, no evidencian sentimiento de culpa alguna: la señorita Havisham y Estella, por ejemplo, tienen el corazón tan endurecido que no logran compadecerse por aquellos a los que causan dolor. Solo después de sentir en sus propias vidas el dolor que infligieron en otros, la culpa inundará sus conciencias y las obligará a pedir perdón.
La diferencia de clases
La diferencia de clases es un tema que atraviesa la novela, en tanto el derrotero del protagonista aparece motivado por un anhelo de asenso social. Viviendo en casa de un herrero analfabeto y una ama de casa no mucho más instruida, el protagonista conoce un día la vida de las personas de clase alta, con toda su educación, cultura, dinero y distinción. Desde entonces, comienza a percibirse a sí mismo y a su familia con los ojos de la alta sociedad, descubriéndose así más ordinario de lo que creía ser. Pip pasa a ser un joven que anhela convertirse en un caballero digno de conquistar el amor de una dama de sociedad. En cuanto ese ascenso le es permitido, por la ayuda de un benefactor secreto, la novela ofrece un panorama de la alta sociedad que lejos está de satisfacer las grandes expectativas del muchacho: los caballeros londinenses viven en el despilfarro, la sensación de vacío y el interés, y el eslabón más alto de la sociedad es mucho menos impoluta de lo que el joven suponía. Recién luego de experimentar este estilo de vida y estas compañías, Pip puede ver con otros ojos a quienes lo rodeaban en sus orígenes, y apreciar así la gran generosidad y nobleza que caracteriza a quienes lo querían sin pedir nada a cambio.
Grandes esperanzas establece una fuerte crítica a las clases altas, en tanto las presenta como un ambiente gobernado por el interés y la pretensión. Al mismo tiempo, la novela exhibe en más de una ocasión los privilegios a los que acceden quienes gozan de dinero y elegancia, y pueden ocultar bajo una buena apariencia la mayor oscuridad.
La generosidad vs. el interés
Otra cuestión que atraviesa la trama y que se vincula con otras temáticas importantes de la novela es la disyuntiva entre la generosidad y el interés. A lo largo de su derrotero, el protagonista establece numerosas relaciones con personas de diversas clases sociales. En varios casos, Pip observa cómo algunas de estas personas no modifican su modo de tratarlo, y cómo otras sí lo hacen, de acuerdo a la posición social de la que el protagonista goza en determinado momento. Generalmente, son los personajes de menor estrato social aquellos que conservan el trato que le ofrecen a Pip, tanto si este es un aprendiz de herrero o un elegante caballero. Por el contrario, quienes se dirigen a Pip con respeto o con desprecio según la riqueza y posición social del personaje son, en su mayoría, de clase alta. Así, la novela establece una fuerte crítica a los miembros de una clase que suele vincularse por interés y nunca por real generosidad con los demás.
La criminalidad
La criminalidad aparece como una temática presente desde el inicio de la novela, en tanto una de las primeras experiencias de protagonista, entonces niño, enclava un vínculo entre este y un convicto perseguido por la justicia. Pip sentirá en varios momentos resquemor por su asociación a una actividad criminal que considera propia de los sectores más marginados de la sociedad. Esta cuestión pesará sobre sus espaldas, sobre todo cuando procure convertirse en un caballero tan impoluto como supone característico de las clases altas. Sin embargo, la criminalidad nunca deja de hacerse presente en la vida de Pip, en tanto quien gestiona la riqueza que le otorga su benefactor secreto es un abogado penalista, en constante vínculo con hombres y mujeres en prisión.
El mayor giro en el derrotero del protagonista coincide con una gran ironía: Pip procuraba despojarse de toda criminalidad en su obsesión por convertirse en caballero, pero se entera de que su benefactor secreto es un convicto perseguido por la justicia. Además de esto, también se entera de que Estella, aquella dama a quien tan sofisticada consideraba, es en verdad hija de criminales. De algún modo, la novela configura un panorama que muestra a las clases altas como algo más ligado a la criminalidad de lo que el joven Pip podría haber adivinado.
El amor
En esta novela, la temática amorosa en lo que respecta a las parejas se encuentra entrelazada constantemente con sentimientos ligados al sufrimiento, la humillación y el rencor. En primera instancia, la relación central de la novela, que funciona como motivación para la transformación del protagonista, nace y se sostiene en una dinámica de desprecio y humillación: Estella no cesa en demostrarle a Pip su indiferencia y sensación de superioridad frente a él, mientras que el muchacho no puede sino enamorarse de ella cada vez más. Por otro lado, la temática amorosa en relación con el rencor aparece encarnada en el personaje de la señorita Havisham, una mujer anclada al pasado desde el día en que su prometido la abandonó en el altar.
La relación maestro-aprendiz
En Grandes esperanzas se presentan varios casos de relaciones maestro-aprendiz, algunas de tenor positivo y otras, negativo. En primera instancia, y de claro tenor negativo, se da la relación entre la señorita Havisham y Estella. La señorita Havisham adoptó a Estella y la instruyó, no para que se convierta en una persona independiente y feliz, sino para hacer de ella un instrumento para su propia venganza: la jovencita sería tan hermosa y sofisticada que rompería el corazón de los hombres y, así, la señorita Havisham se vengaría del género masculino, al cual desprecia desde el día en que su prometido la abandonó en el altar. El resultado de esta crianza resulta negativo tanto para Estella como para la señorita Havisham, en tanto la primera se convierte en una joven incapaz de amar ni apiadarse de nadie, ni siquiera de su madre adoptiva.
Por otro lado, y de tenor positivo, se encuentra la relación maestro-aprendiz encarnada en Joe y Pip. Joe instruye a Pip en la fragua con toda su generosidad y amor, y tampoco se enfada cuando el muchacho elige un camino distinto. Por otro lado, Pip también ejerce el rol de maestro sobre su padre adoptivo, en tanto, durante un tiempo, procura enseñarle a leer y escribir.