La mansión del Capitán Tiago
Al comienzo de la novela, el narrador, a través de una gran cantidad de imágenes visuales, describe la casa de Capitán Tiago, revelando su inmensa riqueza, así como su mal gusto. A través de esta descripción, el narrador no solo describe una casa, sino que da cuenta del carácter de su propietario. Capitán Tiago es un advenedizo adinerado e ignorante, que basa su vida en las apariencias. Por eso, niega su origen nativo. He aquí la descripción:
La casa a la que aludimos es algo baja y de líneas no muy correctas: que el arquitecto que la haya construido no viera bien o que esto fuese efecto de los terremotos y huracanes, nadie puede decirlo con seguridad. Una ancha escalera de verdes balaustres y alfombrada a trechos conduce desde el zaguán o portal, enlosado de azulejos, al piso principal, entre macetas y tiestos de flores sobre pedestales de losa china de abigarrados colores y fantásticos dibujos (p. 8).
La belleza de María Clara
María Clara funciona dentro de la obra como un símbolo de las Islas Filipinas. Se caracteriza por tres aspectos: su belleza, su fragilidad y su sumisión. En esta descripción, a través de las siguientes imágenes visuales, el narrador da cuenta de dicho carácter:
Ella era blanca, demasiado blanca tal vez; los ojos, que casi siempre los tenía bajos, enseñaban un alma purísima cuando los levantaba, y cuando ella sonreía y descubría sus blancos y pequeños dientes, se diría que una rosa es sencillamente un vegetal, y el marfil, un colmillo de elefante. Entre el tejido transparente de la piña y alrededor de su blanco y torneado cuello pestañeaban, como dicen los tagalos, los alegres ojos de un collar de brillantes (pp. 30-31).
La decadencia de Capitán Tiago
Tras la decisión de María Clara de ingresar al convento, Capitán Tiago pierde todo interés en la vida. Pasa de ser un hombre que vive de las apariencias a convertirse en un dejado, en un adicto al opio. Su transformación es radical. El narrador, hablándole en segunda persona del singular al lector, describe la decadencia del filipino a través de la siguiente imagen: "Al llegar la noche le veréis levantarse con trabajo y, apoyado en un bastón, dirigirse a una estrecha esquinita, entrar en una sucia casucha, encima de cuya puerta se lee en grandes letras rojas "Fumadero público de anfión. Este es aquel Capitán Tiago" (pp. 353-354).
Los presos en las calles de San Diego
El narrador describe el modo en el que los presos recorren día a día las calles de San Diego. A través de las siguientes imágenes visuales, remarca las paupérrimas condiciones en las que se encuentran los convictos. Esta descripción impactante aparece al comienzo de la novela. Su impacto crece aún más al llegar al final de la misma, cuando uno de los presos es el protagonista, Crisóstomo Ibarra. He aquí la cita:
Entonces veíanse apisonando las calles presidiarios en fila, la cabeza rapada, vistiendo una camisa de mangas cortas y un calzón hasta las rodillas con números y letras azules; en las piernas, cadenas medio envueltas entre trapos sucios para moderar el roce o quizás el frío del hierro; unidos de dos en dos, tostados por el sol, reunidos por el calor y el cansancio, hostigados y azotados con una vara por otro presidiario... (p. 49).