David Copperfield

David Copperfield Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos 1-5

Resumen

La novela está narrada en la voz de David Copperfield, que relata sucesos pasados de su vida. Nace en Blunderstone Rookery, el nombre de su casa, en Suffolk, un viernes, y lanza su primer grito justo cuando el reloj marca la medianoche. La partera afirma que, debido a estas circunstancias, David estará destinado a tener mala suerte en la vida, y cargará también con el don de ver fantasmas, profecía que, según nos cuenta David desde su presente, aún no se ha cumplido. Además, nace con la cabeza envuelta en una membrana amniótica que su madre, Clara Copperfield, intenta vender sin éxito, y que más tarde es subastada por la módica suma de cinco chelines.

El día de su nacimiento, la madre de David se ve sorprendida por la visita de su tía, Betsey Trotwood, conocida como la señorita Betsey o señorita Trotwood. Es una mujer imponente que ha tenido problemas con su matrimonio. Además, la señorita Trotwood se opuso completamente al matrimonio del padre de David con su madre debido a la enorme diferencia de edad entre ambos. Sin embargo, apoya a Clara porque tiene la esperanza de ayudar a criar a una niña, e incluso aspira a llamar a su futura sobrina Betsey Trotwood Copperfield. Sin embargo, Betsey se marcha, enojada, en cuanto el médico le anuncia que el bebé es un niño, y desaparece de la vida de David durante un tiempo.

David relata a continuación sus primeros recuerdos. Evoca la belleza y la juventud de su madre y la figura más corpulenta y rolliza de Peggotty, técnicamente la criada de la familia, pero más parecida a un miembro de ella. Se centra en los recuerdos felices de su infancia: los tres sentados frente al fuego en el salón, o la imagen de Peggotty escuchando atentamente mientras David le lee una historia sobre cocodrilos.

Esta felicidad se ve interrumpida por la aparición de un hombre alto, apuesto y de cabello negro que a David le cae inmediatamente mal. Aunque el joven David no parece entender enseguida lo que está pasando, está claro que Clara se ha interesado románticamente por este hombre, el señor Murdstone. Peggotty y Clara tienen varias discusiones al respecto, y es evidente que Peggotty duda de las intenciones del hombre. Un viaje que David hace con él demuestra que sus reparos tienen fundamento. Durante ese viaje, el señor Murdstone y sus acompañantes se refieren a él como a “¡El pequeño estorbo de la seductora señora Copperfield, la linda viudita!” (34), y se ríen de su ingenuidad. David le cuenta a su madre lo que ha oído, pero ella se niega a creerle y le hace prometer que no le contará esas cosas a Peggotty. La relación entre Clara y el señor Murdstone se hace cada vez más fuerte.

Un día, Peggotty le propone a David que vayan a visitar a su familia durante una semana a Yarmouth, y él acepta, encantado, aunque le preocupa lo que pueda hacer su madre mientras tanto. Peggotty le inventa que su madre se quedará unos días con la vecina, la señora Grayper, lo cual satisface a David, y los dos parten. Después de un largo viaje en carruaje, son recibidos en Yarmouth por Ham, el sobrino de Peggotty, que se ha convertido en un hombre fuerte y de rostro juvenil, y que los lleva a casa del hermano de Peggotty, llamado señor Peggotty.

La casa es, en realidad, una barcaza negra varada que ha sido amueblada para servir de hogar. También viven en la casa la señora Gummidge, cuñada del señor Peggotty, que tiende a sufrir ataques de depresión, y Emily, la preciosa sobrina del señor Peggotty, que tiene una edad cercana a la de David. Aunque al principio es tímida, David y ella se enamoran muy pronto y pasan muchas tardes dando largos paseos por la playa y recogiendo conchas. Entonces David se entera de que los padres de Ham y de la pequeña Emily se ahogaron en el mar, al igual que el marido de la señora Gummidge, y que el señor Peggotty los acogió generosamente, aunque detesta admitir la generosidad de sus actos. David disfruta enormemente de su estancia y le cuesta separarse de todos, especialmente de la pequeña Emily. Sin embargo, cuanto más se acerca a Blunderstone Rookery, más ganas tiene de volver a casa.

Desgraciadamente, David regresa a un hogar distinto. Descubre que, durante su ausencia, Clara y el señor Murdstone se han casado. Esto ha cambiado por completo el ambiente de la casa. El señor Murdstone es un marido controlador y abusivo, e insiste a Clara con la idea de ser firme, dejándole claro a David que, si no actúa como él espera, le pegará. Le quita a Clara la mayor parte de su autoridad, y la que le queda desaparece cuando Jane, la hermana del señor Murdstone, viene a vivir con ellos. Jane le quita las llaves de la casa a Clara y, cuando ella intenta impedirlo, los Murdstone se unen para hacerla parecer grosera y desagradecida y, así, reducirla a lágrimas. Después de esto, Clara no lucha más. Ya no es la madre divertida y cariñosa que conoció David, y solo le dedica abrazos y comentarios cariñosos cuando sabe que los Murdstone no están cerca.

Los Murdstone también someten a David a clases extenuantes, dándole cantidades enormes de información que debe memorizar. Su madre oficia de tutora aparentemente, pero los Murdstone están siempre presentes, lo cual presiona mucho a David y lo lleva a obtener malos resultados. Un día, tras una lección especialmente mala, el señor Murdstone se lleva a David a su habitación para pegarle. Por instinto, el niño lo muerde, recibiendo la paliza más terrible. Tras un mes de reclusión como castigo, deciden enviar a David a un internado en Londres.

David va en carruaje a Yarmouth, donde lo espera otro carruaje para llevarlo a Londres. Barkis, el cochero, lo observa comer uno de los pasteles que le ha dado Peggotty a escondidas e, indagando por ella, le pide a David que le envíe a Peggotty el mensaje: "Barkis está interesado". El chico cumple con su palabra.

Al llegar a Londres, a David lo recoge un maestro de Salem House, el señor Mell. Cuando llegan a la escuela, David descubre que ha llegado durante un recreo, y que los demás chicos se han ido. También se entera de que lleva pegado en la espalda un cartel que reza: "¡Cuidado con él! ¡Muerde!". Se pasa la semana de vacaciones estudiando con el señor Mell, recibiendo gritos del vigilante de la puerta (un hombre con una pierna de palo) y preguntándose qué harán los otros chicos cuando, a su vuelta, vean el cartel de su espalda.

Análisis

El comienzo del primer capítulo presagia el tono moroso del resto de la novela. Según la convención narrativa, es esperable que la vida de David esté llena de desgracias porque una enfermera lo ha predicho. Al mismo tiempo, haber nacido envuelto en la membrana es leído como símbolo de buena fortuna: según la creencia, los bebés que nacen con ella están a salvo de ahogarse, una forma de muerte que será frecuente en esta novela. También se cree que la membrana es indicio de habilidades psíquicas, aunque, como nos asegura David en su relato, aún no ha visto nada parecido.

En los primeros capítulos, David alcanza un grado de verdadera felicidad. Su infancia es la época de sus recuerdos más entrañables, como demuestran las bellas escenas con él, su madre y Peggotty sentados y riendo junto al fuego. David Copperfield se lee a menudo como una narración sobre la búsqueda de la felicidad. En esta lectura, esos recuerdos de infancia pueden verse como constituyentes del tipo de verdadera felicidad que David trata de recuperar a lo largo de la novela después de perderla a causa del matrimonio de su madre con el controlador señor Murdstone. Esta felicidad está basada en el amor, la familia, la libertad y la amabilidad en el cuidado, el ocio confortable y la capacidad de asombro, representada, esta última, en las escenas de lectura del libro sobre cocodrilos.

También queda claro en estos primeros capítulos que Dickens no tiene en muy alta estima a la figura del padre, sugiriendo cierto resentimiento hacia el suyo propio. De hecho, el retrato de la familia es idílico y feliz mientras no hay ninguna figura paterna presente. Sin embargo, en cuanto el señor Murdstone interviene como padrastro, las cosas se tornan oscuras en Blunderstone Rookery.

No obstante, el señor Murdstone tampoco es representativo de los padres y los varones en general, puesto que es particularmente desagradable y controlador. Junto a Jane, usurpa la autoridad de ese hogar y deja a la madre de David prácticamente sin poder ni derechos en su propia casa. El nombre “Murdstone” sugiere la personalidad turbia y maligna del personaje, en un juego de palabras entre lo sucio (“merde”, en francés) y lo frío (como una piedra -“stone”-, en inglés), connotaciones que lo alejan enormemente de la figura habitual de un marido y un padre de una familia feliz. Este trato opresivo genera mucho estrés y ansiedad en la vida de David, en contraste con la vida feliz de su infancia, y no es de extrañar que el chico termine defendiéndose de la manera más instintiva y animal que consigue: mordiendo a su padrastro. El severo y prolongado castigo de David, su reclusión y posterior envío a un internado, son ejemplos de los fracasos de Mudstone como figura paterna.

Aun así, Dickens desliza una grave crítica a una sociedad en la que los niños considerados problemáticos pueden ser arrastrados a un internado y obligados a portar carteles estigmatizantes que advierten a otros niños sobre el peligro que encarnan. El cartel que David lleva pegado a la espalda es un estigma que lo marca y predetermina la idea que se harán de él sus compañeros nuevos.

Efectivamente, David afronta la inminente llegada de los otros chicos a Salem House con mucha preocupación. Sabe que su cartel traerá muchas controversias y necesitará aliados contra las burlas. Por eso elegirá inmediatamente a Steerforth como uno de los fuertes, lo cual presagia el control y el respeto que Steerforth impondrá a lo largo de la novela. Hacia el final de esta sección, es evidente que David ha sido empujado a un mundo desconocido, en el que tendrá que defenderse. El lector comprende que esa primera estancia prolongada del chico fuera de casa puede dar alguna esperanza pero también puede, al contrario, llevarlo a un punto de desesperación del que será difícil recuperarse.

Por último, otro ejemplo interesante de presagio que construye la novela se encuentra en la visita de David y Peggotty a Yarmouth. Es allí donde los lectores ven por primera vez el océano y, a través de las historias de Ham, Emily y Gummidge, se enfrentan a la experiencia del ahogamiento, una forma de muerte que será clave en el resto de la novela.

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